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Alonso Chan Ortega: Educar ha sido su vida

Por domingo 6 de julio de 2014 Sin Comentarios

*Todos somos responsables de lo que pasa en la sociedad
*No dejen solos a los  maestros

Por Teodoso Navidad Salazar*

pag 11 teodoso navidad1Nuestro entrevistado es hombre de amena charla y memoria lúcida. Recuerda los nombres de todos sus maestros desde la primaria, hasta los del Instituto Federal de Capacitación Magisterial. Mientras va narrando con voz firme su paso por las aulas en la primaria y el inicio de sus estudios profesionales, observo discretamente sus rasgos orientales. Viste pantalón oscuro, que hace juego con su camisa clara y la chamarra negra. Tiene el pelo blanco.

A medida que va recordando los pasajes de su vida, respira profundo. Toma su tiempo, quiere recorrer palmo a palmo los caminos por donde lo llevó el magisterio. Como para darse fuerza, toma la mano de su esposa Josefina Peñasco (maestra también de quien hablaremos en otra entrega), y continúa platicando.

Nuestro personaje nació en Bamoa Pueblo, municipio de Guasave, el 5 de mayo de 1929. Trece años después de que Guasave adquiriera la categoría de municipio, ya que antes había sido directoría del municipio de Sinaloa.

Su madre fue Virginia Ortega Soto; su padre  Jesús Chan Lam, de origen oriental, venido a estas tierras por el puerto de Altata, en barco, que había soltado amarras, procedente de Cantón, China. Siendo muy joven llega a vivir al antiguo asentamiento de Bamoa (que en lengua indígena se interpreta como espiga en el agua), fundado en 1532, por los indígenas que acompañaban a los españoles Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo Maldonado y Andrés Dorantes, únicos sobrevivientes de la  expedición marítima organizada  en San Lucas de Barrameda, por Pánfilo de Narváez.

En Bamoa conoce a la maestra Josefina Peñasco, procedente de León Fonseca, que había recibido nombramiento para laborar en la escuela de la localidad; con ella se casa y de esa unión nacieron María de Jesús, Javier, Humberto, José Alfonso, Obdulia, Aída, Josefina y Marta. Todos sinaloenses de bien.

Los Chan Peñasco forman un matrimonio muy estimado en la región de Bamoa, donde trabajaron por décadas.

Ambos han sido maestros de varias generaciones de estudiantes, una gran mayoría de ellos profesionistas que, en más de una ocasión les han ofrecido sentidos homenajes en agradecimiento y reconocimiento a su trayectoria magisterial.

En su natal Bamoa ha servido a sus conciudadanos gestionando ante las autoridades, las demandas más sentidas de la población. Impulsó el deporte en niños y jóvenes, fue secretario de la sindicatura municipal en varias ocasiones y dirigió el Club de Leones A. C.; jubilado, en 1991, se dedicó de lleno a la agricultura.

El maestro Chán Ortega es un hombre respetado, por chicos y grandes ha sido un hombre útil a México. Por su dedicación le fueron entregadas las medallas al Mérito Magisterial Rafael Ramírez e Ignacio Manuel Altamirano, por sus 30 y 40 años de servicio a la educación.

Es un ejemplo, no sólo para sus nietos, en quienes se observa, tienen una gran veneración por el abuelo, pero sobre todo por el hombre que le aportó a su patria más 44 años, desde las aulas.

Esa patria desgarrada aún por los efectos de una guerra entre hermanos y que con hombres de la estatura del querido maestro Chan Ortega, (siendo un jovencito que entendió los problemas sociales), contribuyeron con su granito de arena a darle cauce institucional a un país ávido de progreso, a través del ejercicio magisterial encomendado.

Durante la charla realizada en la ciudad de Culiacán, en casa de la maestra Aída, (una de sus hijas), reina un agradable ambiente. Los esposos Chan Peñasco permanecen muy cerca uno del otro. Tal vez por el frío (es febrero),  que se ha dejado sentir desde temprano, pero quiero pensar que es, porque así han estado siempre; juntos en las buenas y las malas, desde que unieron sus vidas.

¿Cómo la enamoró el maestro Chan?-le pregunto- “Él me cortejó insistentemente, pero tardé en decirle que sí, quería que le costara trabajo”- señala con cierto rubor y una sonrisa picaresca.- Al expresar esto, reímos todos (están presentes su hija Aída maestra también, su esposo y sus hijas. Una de sus nietas que está filmando la entrevista –luego remarca: fue él quien me echó el ojo.

Reímos de nuevo. El maestro Alonso la mira con aire de fingido enojo y luego también, termina por sonreír. Josefina Peñasco Montoya, nació en el Ébano, municipio de Angostura, Sinaloa, el 4 de octubre de 1922.

*La Promesa, Eldorado, Sinaloa, mayo de 2014.
Comentarios y sugerencias a teodosonavidad@hotmail.com

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