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Los Lacandones del pasado y los actuales

Por domingo 16 de marzo de 2014 Sin Comentarios

Por Sofía Mireles Gavito

Lacandones1El término lacandón se deriva del chol “acan tun”, que quiere decir, “piedra erecta”, y se refiere a una región, no a una tribu cultural. El territorio de los primeros lacandones estaba ocupado por varios grupos mayas de cultura y, a veces, idiomas distintos. Originalmente, la región maya central se dividía en dos áreas lingüísticas: una al oeste del río Usumacinta (donde se hablaban tres idiomas, variaciones del maya: chontal, chol y choltí), desde el noroeste hasta el sureste de la zona; y otra, al este y norte del río Usumacinta (donde se hablaban las variantes yucatecas: la lengua de los itzaes, el maya de Belice y el de los antepasados de los lacandones de hoy).

Los lacandones que encontraron los españoles en el siglo XVI (lacantunes), eran guerreros de lengua cholti, y su territorio se extendía entre el lago Miramar, el río Chixoy y el río La Pasión. Un grupo de ellos ocupaba la isla que se encuentra en medio del lago Miramar. En dos ocasiones las tropas españolas destruyeron su antigua ciudad de de Lacam- Tun, y para finales del siglo XVI abandonan esta ciudad lacustre y fundan otra ciudad a la que le dieron por nombre Sac-Bahlán o “Tigre Blanco”. Los lacandones fueron la única comunidad indígena que fue capaz de resistir más de siglo y medio la invasión española, y que finalmente pagó esa resistencia con el alto precio de la aniquilación.

Hubo varios intentos de conquista sin lograrlo: en 1530, 1559, 1586, 1646 y la definitiva, donde se da la subyugación final de los lacandones realizada en abril de 1695. Más esta conquista militar y espiritual se hace con tal violencia, que 30 años después, el pueblo lacandón había sido borrado del mapa y de la historia. (De Vos, 1996:16) En lo que respecta a las armas utilizadas para la matanza, no fue sólo por las armas convencionales de esa época (la espada, el arcabuz y la hoguera), sino por otras más sofisticadas: las epidemias, las deportaciones masivas y los encarcelamientos colectivos. Pero, principalmente, fueron las enfermedades como: gripe, fiebre amarilla, rubeola, la viruela, la sífilis, el cólera, a las cuales, ellos no tenían anticuerpos, y morían en meses.

Los lacandones que actualmente viven en el oeste del Usumacinta, en Chiapas, se llaman a sí mismos: “hach winik” (hombres verdaderos). No son una tribu autóctona de Chiapas, descienden de grupos reducidos de indios yucatecos rebeldes que a fines del siglo XVI o principios del siglo XVII huyeron de Yucatán atravesando Campeche y parte del Petén, se mezclaron en el camino con elementos refractarios de otras comunidades de habla maya-yucateco y penetraron en la Selva Lacandona donde se asentaron formando pequeñas colonias, a las cuales se agregaron fugitivos de la zona, de habla tzeltal, tzotzil, tojolabal y chol. Es a estos indígenas, de habla yucateco, y que actualmente son alrededor de 500 personas, quienes recibieron del gobierno mexicano en noviembre de 1971, por decreto presidencial, la cantidad de 614,321 hectáreas de la Selva lacandona, con el argumento de que ellos la han ocupado desde tiempo inmemorial (mito popular).

Lacandones2

Culturalmente, los lacantunes eran diferentes a los hach winik; sus casas eran blancas y fortificadas, conocían la alfarería refinada, incineraban a los muertos, adoraban al sol, no tenían incensarios y hablaban cholti. Los lacandones hach winik habitan en chozas con techos de palma, su alfarería es muy pobre, entierran a sus muertos, queman copal en incensarios y hablan idioma yucateco.

Se distinguen dos culturas entre los 500 hach winik de Chiapas: los lacandones del norte, que viven en los pueblos de Nahá y Metzabok, descendientes de los que estuvieron en la colonia de San José de Gracia Real, en el siglo XVIII; y los lacandones del sur, racial y culturalmente diferentes, cuyos ancestros emigraron desde la región del río Chixoy( en territorio guatemalteco) a finales del siglo XIX, y que hoy viven en la colonia de Lacanha Chansayab.

Estos dos grupos se derivan de un mismo patrón cultural, hablan dos dialectos diferentes del idioma yucateco. Las diferencias están en su vestimenta, su mitología y su organización social.

Hace muchos años que los lacandones del sur dejaron de practicar su religión tradicional. La mayoría de los lacandones del norte la continuaron hasta 1973, cuando un misionero logró convertirlos al cristianismo. Hay solamente una docena de familias que cumplen con los ritos antiguos y toman balche (bebida ceremonial), como lo hacían los mayas de Chiapas, Petén y Yucatán, en la era postclásica (900 D.C a 1525 D.C).

Lacandones3Los hach winik creen en un alma y un fantasma. El alma corresponde espiritualmente al corazón, su doble físico, que al morir va a vivir con los dioses. Las venas del cadáver forman el fantasma, que se queda en la selva, cerca del cementerio, y ronda cerca de su casa. Las almas de los buenos viven en el cielo, con Nuestro Padre y los dioses celestes. Las de los asesinos se aniquilan en el fuego de Kisin, dios del mal. A las almas incestuosas el fuego las transforma en gallinas o en mulas.

La religión está ligada a la historia de la selva, a las ruinas de la civilización maya clásica (IV A.C. a IX D.C.). Según los lacandones, luego de la reacción del mundo, todos los dioses vivían en la tierra. Hoy se distinguen dos clases: los terrestres y los celestiales. Los segundos construyeron los famosos centros ceremoniales de Yaxhilán, Palenque, Tikal, Piedras Negras; y los primeros pintaban las rocas y ocupaban las cuevas.

Hoy los lacandones viven en las comunidades: Nahá, Metzabok y Lacanha Chan sayab, con acceso fácil, gracias a las pistas de aterrizaje y a las carreteras. Cada comunidad posee dos camiones recibidos como pago por la caoba. Los lacandones ya no están aislados.

El cambio en sus costumbres en las últimas décadas ha sido notable. En la actualidad, no es exageración hablar de desintegración cultural. Ya solamente queda el vestigio de los ceremoniales religiosos donde se ofrece copal, maíz, atole, tamales y balche a los dioses. Se pintan y se embriagan como parte del ritual.

BIBLIOGRAFÍA:
Boremanse, Didier. (1993) “Los Lacandones” en La Población Indígena de Chiapas. (Esponda, Víctor Manuel, Compilador). ICHC. Tuxtla Gutiérrez. Pp: 271-281.
De Vos, Jan. (1996) La Paz de Dios y del Rey. La conquista de la Selva Lacandona (1525- 1821). FCE. México. Pp: 486.

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