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Profesoras Manuela Garín y Martha Bracho, dos pioneras en la Universidad de Sonora.

Por domingo 10 de marzo de 2013 Sin Comentarios

Por Elisa Macías Madrid*

Cuando en 1954 la profesora Martha Bracho llegó de la ciudad de México a la Universidad de Sonora a enseñar danza clásica, tuvo que convencer primero a muchas de sus alumnas y sobre todo a sus padres, de que debían vestir mallas y payasito en las clases. No fue esta ni la primera ni la única ocasión en que, en una sociedad donde culturalmente se ha negado el autoconocimiento del cuerpo, la profesora tuvo que resolver obstáculos similares, relacionados con la naturaleza del arte de la danza donde es justamente el cuerpo humano en movimiento el instrumento principal de la expresión estética.

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La matemática Manuela Garín llegó después, en 1964, con una meta ambiciosa para la joven institución de educación superior en Sonora: la profesionalización de la enseñanza de las matemáticas en una Escuela de Altos Estudios, de la que formarían parte además las licenciaturas en Física y en Letras. De acuerdo a entrevistas que se le han hecho, la maestra Garín tiene la convicción de que el conocimiento de las matemáticas es un instrumento contra la ignorancia y hacia la liberación de hombres y mujeres afirma que quien aprende matemáticas se entrena en procesos lógicos que le permiten tener capacidad para analizar lo que ocurre a su alrededor. Esta convicción y su compromiso social le permitieron, no obstante la distancia en que dejaba por un tiempo a su familia, cumplir una tarea de la que se sabía responsable y capaz.

Este día que celebra los esfuerzos de las mujeres por la igualdad de sus derechos, que se reconoce la participación femenina en los movimientos sociales, en la política y otros esfuerzos por formas equitativas de vida, recordamos a dos mujeres a quienes tocó vivir el tiempo de la construcción del México moderno, particularmente las universidades, que hoy son espacios de mayor igualdad, aulas donde no pocas veces las mujeres resultan mayoría mientras que maestras e investigadoras compiten en el día a día por ocupar puestos que les corresponden por derecho.

En esta historia de emancipación de las mujeres, donde de manera individual y colectiva, a base de grandes esfuerzos se van ganando espacios de acuerdo a la equidad y el respeto, las profesoras Garín y Bracho, vistas en perspectiva, tienen en común el hecho de ser dos mujeres extraordinarias que sobresalen por su labor en la cimentación de la Universidad de Sonora y en haber dejado su impronta en el perfil de esta institución.

Mujeres protagonistas de su época, Manuela, una de las dos primeras egresadas de la carrera de Matemáticas de la Facultad de Ciencias de la UNAM, cumple íntegramente la misión de promover la enseñanza de las matemáticas, no sólo en esa máxima Casa de Estudios, sino en otras entidades de la república, donde se incluye Sonora. Martha, bailarina brillante dejó los escenarios nacionales para dedicar su vida a la enseñanza en la Uni-Son, después de que desde 1939, cuando debuta profesionalmente, desarrolla una carrera artística como bailarina y coreógrafa que la lleva a participar en el Ballet Mexicano de la Academia de la Danza Mexicana.

Cada una en su momento, tomó el reto de acudir al llamado de una institución de educación superior en formación, cuya gran distancia del centro y el clima extremo no obstaculizaron su decisión de llegar a vivir a la pequeña ciudad de provincia de entonces a cumplir un papel protagónico en la historia de la Universidad de Sonora. Por dos años, que en el caso de Manuela Garín fueron suficientes para cumplir un papel fundamental; y toda la vida, como es el caso de Martha Bracho.

Ambas mujeres tienen en común haber realizado su trabajo de acuerdo a sus pasiones, una en la ciencia, otra en el arte, formas en que el ser humano expresa la vida, y como en el caso de ellas, una entrega que les permite ser en plenitud: “La danza es mi vida, la universidad mi casa”, dice Martha Bracho. “Me entusiasmó el desafío de juntar las ciencias y las humanidades en una escuela que enseñara física, matemáticas y letras, los tres imprescindibles de la ciencia y la cultura” dice la profesora Garín. Por esas convicciones durante más de cuatro décadas, cada una por su lado, las dos se dedicaron a su enseñanza, a su práctica y difusión.

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Manuela Garín Pinillos, quien nació en 1914 departe con su familia tranquilamente en la ciudad de México mientras que Martha Bracho, de la segunda década del siglo XX, se quedó a vivir en la capital sonorense donde radica. La primera nació en España y vivió sus primeros años en Cuba, llegó a México en los años 30s, estudió la carrera de matemáticas que apenas iniciaba y se convirtió, junto con otra compañera, en una de las dos primeras mujeres egresadas. Por su parte, Martha Bracho inicia sus estudios de danza desde pequeña, en 1932 en la ciudad de México, obtiene título de profesora de Danza por el Conservatorio Nacional de Música en 1937.

Manuela Garín fue la primera directora de la Escuela de Altos Estudios de la Universidad de Sonora, proyecto que al incluir también a las licenciaturas en Física y en Letras propició a la joven institución de entonces ofrecer una opción filosófica del conocimiento para la formación de estudiantes sonorenses. Ofreció además la posibilidad de que en un mismo espacio físico, se diera el intercambio de ideas entre las comunidades de maestros y estudiantes que veían en las ciencias y en las humanidades la alternativa para su profesión, lo cual marcó generacionalmente a los universitarios que vivieron esa forma integradora del conocimiento, que se presentó como algo natural tanto en la confluencia en actividades académicas como en la vivencia diaria de socialización.

Pionera como alumna de matemáticas en la UNAM, estudió la nueva carrera en la Facultad de Ciencias “en un rinconcito al lado de la escalera, donde estaba el pizarrón, el lugar del maestro y cuatro asientos para los alumnos”, llegó a la capital sonorense, a finales de 1964 ya como profesora, a sembrar la semilla del conocimiento. Diseñó un plan de estudios que ella misma vino a difundir entre los preparatorianos, invitó a profesores especializados, dio clases a los estudiantes a quienes transmitió el gusto por la ciencia y una nueva forma de relacionarse, hizo escuela entre los jóvenes que optaron por las matemáticas para dedicarse profesionalmente a su enseñanza, que tanto hacía falta en el estado de Sonora.

Martha Bracho por su parte, es la principal responsable de dar a la danza en Sonora una expresión formal y profesional, en tanto que durante más de cuatro décadas se dedicó a enseñar y difundir la danza en el Estado. En esta trayectoria que combina la didáctica de técnica y disciplina, destaca además la alta calificación de las producciones llevadas al escenario no sólo local sino nacional e internacional, donde cosechó junto a su grupo, premios y reconocimientos que permitieron a la institución ocupar un sitio en el arte dancístico.

A partir de aquellos años desde la Academia de Danza de la Uni-Son, dirigida por la profesora Bracho, se forman generaciones de estudiantes que van logrando comprender el lenguaje específico a través de la expresión del cuerpo, y se va creando además un público sensible y capacitado para entender las variantes estéticas de esta expresión artística.

Las instituciones a las que ambas dedicaron casi cinco décadas de trabajo las reconocieron con el título de Profesora Emérita, Manuela Garín en 1979 por la UNAM y Martha Bracho en 1993, por la Universidad de Sonora.

De tantos años de dedicación falta decir, de la profesora Garín, que hizo una importante labor en la Sociedad Mexicana de Matemáticas, y que durante su estancia en la Uni-Son organizó el IX Congreso colocando al Estado en el mapa nacional de esta ciencia. También falta decir que destaca su participación en los cambios de programa de enseñanza de las matemáticas en primaria impulsados por la SEP, su labor como investigadora, en fin. De Martha Bracho, igual, mencionar las innumerables ocasiones que llevó al grupo universitario de danza a presentaciones que les dieron reconocimientos y premios a nivel nacional. Pero quienes fueron sus alumnos y alumnas, quienes estuvieron cerca o se enteraron de su labor, recordarán cada uno sus propias anécdotas en el aula, en la charla, el día del concurso, la ocasión que recibieron el apoyo que tanto necesitaban, lo que aprendieron de ellas. Este día, felicidades a las profesoras Manuela y Martha, dos fuerzas vitales en la ciencia y en el arte.

*Licenciada en literaturas hispánicas UNISON.

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