Nacional

«¡Alto! Los valientes no asesinan». Guillermo Prieto

Por domingo 27 de febrero de 2011 Sin Comentarios

Por Mario Arturo Ramos*

“ Si intentasen pisar nuestro suelo
en la mar sepultaremos su vida,
y en las olas de sangre teñidas
luzca opaco el reflejo del sol,”
Invasión de los franceses
(fragmento) Guillermo Prieto

El 2 de marzo de 1897 en el pueblo de Tacubaya de la ciudad de México, murió el novelista, poeta, periodista, ensayista, dramaturgo y político, Guillermo Prieto Pradillo, una de las fi­guras principales de la patria en el siglo XIX. Prieto había naci­do el 10 de febrero de 1808 en el Molino del Rey, localidad de la entonces “Región más transparente del aire” en el seno de la familia formada por José María Prieto Gamboa y la señora Josefa Pradillo y Estañol. La infancia del intelectual de la re­forma se encuentra llena de anécdotas y experiencias vitales, quizá la más conocida en esta etapa sea la del fallecimiento de su progenitor cuando el autor contaba con 13 años de edad. Sus biógrafos cuentan que la pena fue tan impactante en su madre que la señora Josefa perdió la razón, esta situación y las condiciones económicas precarias de la familia obligaron a Guillermo a buscar empleo, consiguiéndolo en una tienda de ropa propiedad de Andrés Quintana Roo quien al darse cuen­ta de las aptitudes intelectuales de su nuevo empleado lo im­pulsó para que buscara trabajo como meritorio en la aduana y que se inscribiera en el prestigiado Colegio de San Juan de Letrán para estudiar y cultivar su prodigiosa mente.

“Yo soy quien sin amparo cruzó la vida
En su nublada aurora, niño doliente
Con mi alma herida,
El luto y la miseria sobre la frente
Y en mi hogar solitario y, agonizante,
Mi madre doliente. “
Cantares (fragmento)

La historia del patriota mexicano en los 114 años que han pasado de su fallecimiento no se ha diluido sino crece como ejemplo de patriotismo y compromiso con las mejores causas: la cultura y la libertad. El autor que firmaba su trabajo literario como Fidel, fue un ser que no rehuyó exponer su existencia a favor de los mejores ideales mexicanos. Liberal de pies a cabeza, su defensa del Benemérito de las Américas, Benito Juárez ante los guardia sublevada que intentaban asesinarlo en Guadalajara para cumplir una de las encomiendas de los conservadores que consideraban a Juárez enemigo mortal, quedó grabada para siempre como uno de los momentos fun­damentales de nuestra historia en donde la palabras se impo­nen a la violencia, por eso a pesar del paso del tiempo sigue vigente su planteamiento: ¡Alto! Los valientes no asesinan. La obra del nacido en el Molino del Rey inició en el periódico El Siglo XIX como critico teatral con su memorable trabajo “San Lunes de Fidel”; a los pocos años en colaboración con Ignacio Ramírez” El Nigromante”, fundó el informativo “Don Simpli­cio”, órgano de difusión de las ideas liberales que combatían a los explotadores y a sus cómplices refugiados en sacristías y púlpitos donde por medio de sermones que utilizaban a la religiosidad mexicana para obligar a la masa popular a vivir enajenada bajo el fusil y el rosario.

“Pajarito Corpulento
Préstame tu medecina
Para curarme una espina
Que tengo en el pensamiento .
Que es traidor y me lastima”
Décimas glosadas (fragmento)

Los hombres de la reforma: Vicente Riva Palacio, Melchor Ocampo, Manuel Doblado, Ignacio Ramírez “El Nigromante” y Prieto entre otros, es una generación de intelectuales que no vivió en una torre de cristal donde juzgaban al mundo “sin mancharse las plumas”; al contrario se involucraron en acti­vidades bélicas en defensa de México, actuando en puestos públicos donde trabajaron al servicio de los desposeídos po­niendo a su alcance la educación y la cultura. En 1836 junto a Juan María Lacunza y Manuel Toussaint, Guillermo fundó la Academia de San Juan de Letrán, motor de la cultura nacional y centro gravitacional del país de los pensadores; como Minis­tro de Hacienda en el gobierno de Mariano Arista (1852-1853) fue etiquetado como el funcionario que cuidaba el pan de los pobres. Por su compromiso social los retrogradas lo persi­guieron y condenaron al exilio en Cadereyta., Querétaro. Su presencia a lado del Presidente Juárez en los momentos críti­cos fue determinante para lograr al final derrotar a los “caver­nales” y a sus socios invasores que trataron de extinguir al li­beralismo bajo las botas y los cañones. Su trabajo como autor se manifestó en una buena cantidad de libros entre los que debe citar: “Alférez”, “Alfonso de Ávila”, “El susto de Pinga­nillas”, “La musa callejera”, “ El Romancero nacional”, “Breve introducción al estudio de la historia universal”, “Lecciones de Historia patria”, su célebre himno “Los cangrejos” etc. Sin embargo en estos tiempos modernos sigue vigente y es nece­sario retomar su arenga con la que salvo al Benemérito: ¡Alto! Los valientes no asesinan.

*Autor e investigador.

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