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LOS LENTES DEL ABUELO

Por miércoles 15 de abril de 2020 Sin Comentarios

JAIME IRÍZAR LÓPEZ

Acababa de cumplir 83 años de vida el abuelo cuando murió. Cinco hijos, dos mujeres y tres varones dejo tras de sí, y un sinnúmero de nietos que eran en realidad los que les daban razón de ser y lucha. Padeció por más de tres años de un penoso cáncer de próstata con afectación de huesos, pero nunca se doblegó ante el dolor o las molestias incapacitantes que le ocasionaba su padecimiento y/o tratamiento. Ante toda su familia, siempre se mostró fuerte, no quejumbroso, estoico, pues pensaba que con uno que sufriera en la familia, era más que suficiente, y además porque no quería atar psicológicamente a nadie a la pata de su cama y robarles así los tiempos de vida a los más jóvenes.

Su esposa, la abuela, hacía más de once años que había partido. Ella le encargó en su lecho de muerte que no se mostrara débil ni dependiente ante nadie, porque tenía tras de sí a hijos y nietos que verían en él un ejemplo de vida a seguir y que tenía la obligación moral de ayudarlos a forjar con temple y buenos valores su existencia.

El abuelo en virtud de su larga vida, las desgracias personales y experiencias de todo tipo acumuladas a través del tiempo, pero de manera especial, fue su preclara inteligencia natural lo que lo definió por siempre a pensar con profundidad sobre todo, lo que hizo de él finalmente, un filósofo excelso.

Recuerdo que diez años antes, en la víspera de su cumpleaños, le pidió a uno de sus hijos que citara a toda la familia de sangre y política a una reunión que el presidiría para externarles algunos pensamientos y sentimientos, aprovechando que aún el tiempo no había hecho mella triste de su memoria. Que les dijera que no era obligatoria la asistencia, pero sí muy importante para él. Que la presencia de todos ellos lo tomaría como el mejor regalo de cumpleaños que pudieran darle.

Esta extraña convocatoria suscitó expresiones y reacciones de diversa índole en toda la parentela. Algunos de los hijos pensaron con tristeza que el abuelo se quería despedir y la nostalgia por la abuela lo obligaba a tener un encuentro de tan extraña naturaleza en él. Otros, nietos, nueras y yernos, de inmediato evocaron la posibilidad de que en dicha reunión, el abuelo hiciera el mejor ejercicio mental de su vida y les dijera con claridad y precisión los bienes que en vida les heredaría. Muchos más, pensaron que era una reunión de despedida, como suelen hacer quienes sienten que está próximo su fin.

Esta serie de pensamientos y especulaciones, me hizo recordar que en una ocasión que viajamos juntos a Culiacán, el me tocó el tema de los bienes que había acumulado y que eran producto del trabajo arduo de toda una vida. Que nada consiguió sin esfuerzo y sin el apoyo irrestricto de su esposa. Me dijo también, que en las épocas tempranas de la vida familiar, las necesidades y las ansias de salir adelante fueron el cemento que mantuvo unidos a los miembros de la misma para alcanzar los objetivos propuestos.

Y que aunque era una condición normal, misma que entendía a la perfección, la bonanza actual y la interacción de nuevos actores en la escena familiar (nueras y yernos) fueron despertando una lucha caracterizada por la ambición y a veces por la envidia, la que poco a poco iba menguando la otrora orgullosa unidad familiar. Que reconocía que seguramente tras su muerte muy pocos estarán completamente satisfechos con lo que les vaya a tocar, acicateados por sus parejas que desean resolver sus vidas sin esfuerzo alguno de su parte. Tendré que ser muy cuidadoso en esto me dijo finalmente, para no heredar problemas.

Retomando el tema, llego el día en que se hizo realidad la reunión que convocó el abuelo. El como el centro de la atención y gozando a plenitud el preciado regalo encarnado en una convocatoria excelente, se sentó en el lugar que corresponde al líder, el patriarca y con tono doctoral empezó la charla, misma que les describiré telegráficamente porque fue muy larga pero conceptuosa y porque reconozco no tener la mejor de las memorias para replicar tantos detalles, pero si les aseguro que haré mi mejor esfuerzo para reseñar algunos aspectos que me parecieron de gran importancia e interés.

No pretendo, inició diciendo mi abuelo, tratar de aparentar ser un erudito o un hombre con todas las respuestas. Sólo quiero decirles, que ante la inminencia de un final anunciado por los doctores que me atienden, me surgieron las ganas de tener un encuentro con ustedes para regalarles algunas de mis experiencias vividas y citar algunos conceptos que tal vez a ustedes como a mí, les puedan servir. Considérenlo como la primera parte de mi herencia, les dijo sonriendo. No todos los presentes secundaron la broma y creo que algunos mostraron un desencanto inicial.

Lo que verteré en este foro, no lleva ninguna dedicatoria personal, así que por favor nadie se ponga el saco, pues aunque sé que todos tenemos aciertos y errores, la sangre y el afecto, ténganlo por cierto, me hacen ver mucho más grandes los primeros por eso es que los quiero y los admiro realmente. Tras esta introducción de lleno empezó su disertación.

He conocido gente ruin, amargada y traumada, pero quiero advertirles,que hay seres tan miserables que ni siquiera una sonrisa se atreven a regalar.

Les aconsejo que desconfíen de aquellos que no les gusta sonreír, porque el que se olvidó de sonreír, olvidó también que el propósito principal de la vida es ser feliz. De igual manera les digo que en alguna etapa de nuestras vidas los elogios y los logros nos hacen fácil presa de la soberbia. Cuídense de no caer en esa trampa, porque la soberbia es el disfraz que utilizan los que reconocen muy en su interior, que no saben ni valen nada. Tratándose de las relaciones humanas, la soberbia y la prepotencia, son la clase de violencia psicológica que más las daña.

De todas las virtudes conocidas, la lealtad, la gratitud y la honestidad, son las que más fácil abren las puertas de la amistad, y son realmente, las que te generan los más sólidos afectos, no lo olviden. Tampoco que todo vicio esconde tras de sí, algún tipo de frustración y que detrás de cada soberbio hay sin duda alguna, un acomplejado. No hay que olvidar que las virtudes, son las hijas de la amalgama resultante del carácter, la disciplina, la inteligencia y la fuerza de voluntad que se requiere para someter cualquier vicio. Enseñen esto a su descendencia. El sentirte inteligente, superior en todo, apuesto, no te hace por ese solo sentir, ejemplo de nada. Recuerden siempre que los sentimientos no son argumentos de peso.

De la mano de la edad, las enfermedades y los excesos, vamos todos rumbo al encuentro con Dios, los nuestros, la tierra y la historia. Es una cita ineludible. Sean humildes y sencillos, pues la muerte sin lugar a dudas, demuestra que todos los afanes de poder, dinero y belleza que efectúan los hombres y mujeres de todos los tiempos, son pura vanidad.

La muerte es la única acción justa y pareja de la vida. Cuando ella llega, de un solo golpe acaba con la soberbia, los odios y los vicios y da pie, para que en sus velorios por lástima o cortesía les inventen algunas gracias o virtudes a quien nunca las tuvo. La muerte, siguió diciendo, es un gran ejemplo de puntualidad. Nunca llega ni tarde ni más temprano. Además no discrimina a nadie a la hora de darle el abrazo final. Sin ser considerada una heroína, libera del dolor intenso y del sufrimiento a los enfermos terminales. No siempre hay que ver en ella el mal por excelencia. Por experiencia personal, se los digo sin ánimo de nada, su cercanía con ella, despierta intensos e inútiles deseos de vivir, y fortalece de una manera u otra, la creencia en un Dios todopoderoso.

Hay dentro de nuestra familia, profesionistas del área de la medicina y la psicología, mismos que podrán ilustrarnos más a detalle sobre los genes y las conductas humanas. Pero yo me quiero aventurar a decirles que es una pena que el talento, las gracias, la inteligencia y las virtudes, no sean como la sarna y la gripe, para que se pudieran adquirir fácilmente por la simple contigüidad.

Por eso es muy importante recordar en todo momento, a la hora de formar y educar a los hijos, que el potencial genético requiere para su franco desarrollo y esplendor, esfuerzo, interés, disciplina, estudio, constancia y perseverancia, pero de manera muy especial, es necesario que alguien con experiencia y buena intención los guie y lleve de la mano por el camino adecuado. Ese es el papel que como padres tenemos que desempeñar.

Los genes, juegan un papel preponderante en las conductas exitosas de hombres y mujeres, pero no hay que olvidar nunca, la gran influencia que tiene el medio ambiente, encarnado éste en los buenos ejemplos y cuidados de padres, maestros y amigos, y no dejar de pensar en las grandes amenazas y los distractores existentes en nuestra sociedad moderna. Tal es el caso de las drogas, los juegos, y la búsqueda obsesiva compulsiva de diversión.

Admiro y aprecio a los que fueron bendecidos por Dios con un talento artístico, mismo que se ve enriquecido a través del tiempo con estudio y práctica constante, pero con mayor razón los respeto, si la soberbia no afecta su personalidad por el sólo hecho de haber sido favorecido con tal gracia y porque saben distinguirse del resto por la sencillez de sus personas a la hora de compartir su don para deleite y placer de los demás, sin tanto ruego o exigencia.

A los inteligentes como a los cultos, les debe de alcanzar su condición mental para entender, comprender y ayudar a los que no somos tan agraciados, en lugar de ser mezquinos a la hora de enseñarnos o peor aún, burlarse de nosotros con francos aires de superioridad. Solo los que tienen, pueden gozar del privilegio divino de poder dar. Por tal razón los ricos, los inteligentes, los alegres, los optimistas y los entusiastas deberían obligadamente ser solidarios con los menos agraciados.

Para alcanzar el éxito, es en los genes y la buena educación donde están todas las respuestas. Pero para ser feliz, hay que aprender y asimilar con oportunidad el valor de la confianza, esperanza, el optimismo y la fe, sobre todo de ésta última, tan necesaria para todo, pero de una manera muy especial, para construir los más grandes sentimientos de la humanidad: el amor, la amistad y la solidaridad.

Quiero que me disculpen por interrumpir aquí esta charla, catarsis de chochez dirían los expertos, pero mis achaques y la edad me están ordenando que me vaya a descansar, sin olvidar que mi incontinencia, secuela de la operación de la próstata, ya llenó mi pañal, mismo que empieza a despedir olores no gratos para nadie, dijo el abuelo con su característico humor negro. Piensen en lo que les dije, aunque sea sólo para recordarme un tiempo, no tanto para darme la razón. Con eso me doy por bien servido. Se bien que tras mi muerte seré tan sólo un vago recuerdo para ustedes, y para sus nietos, seguro es que ni siquiera habré existido. Así de frágil y efímera es la vida. No me quejo, solo hago esta observación para ayudarlos a encontrar a la brevedad el camino que los conducirá a la felicidad. Eso apremia. Muchas cosas quedaron en el tintero, pero nunca fue mi idea que este articulo fuera un compendio de vida.

Se fue el abuelo a acostar, su paso era lento, pero su porte seguía siendo elegante como siempre, tratando de mostrarse fuerte y autosuficiente y sumamente complacido por haber cumplido con darle a sus herederos una información valiosa.

Unos minutos de silencio guardaron los asistentes tras ver alejarse al abuelo rumbo a sus aposentos. Unos con rostros tristes, otros inquietos o molestos por no corresponder a su expectativa esta reunión familiar. Yo, me quedé plenamente satisfecho, por haber incrementado mi cariño y admiración por el abuelo tras haberle escuchado el mensaje tan motivador. Y aunque muchos hacían un repaso mental de los bienes que les podrían tocar tras su muerte, yo solamente me dije en silencio lo siguiente: quisiera heredar tan sólo los lentes del abuelo, para poder ver con tanta claridad a los miembros de la familia, la vida y a la sociedad entera.

Buen viaje abuelo, espero, sin desearlo, que cuando nos volvamos a encontrar,concluyas esta hermosa charla y nos demos el abrazo más tierno que la eternidad pueda concebir.

* Médico, escritor

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