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LA VIDA DIARIA DE LOS TLAHUICAS

Por lunes 15 de octubre de 2018 Sin Comentarios

CARLOS LAVÍN FIGUEROA

Una de las siete tribus aztecas conocidas así por tener su origen en Aztlán y también llamadas nahuas por su idioma náhuatl, se establecieron en el poniente del hoy estado de Morelos donde fundaron varias poblaciones mayores y otras menores -su capital era Cuauhnáhuac hoy Cuernavaca; por su lugar de asentamiento y para diferenciarlos de las demás tribus, fueron llamados los tlahuicas.
La población tenía cuatro barrios con cuatro niveles de organización; la célula era la casa familiar o calli; el ithaualli que era un conjunto de casas de una misma familia alrededor de un patio; el barrio con sus terrenos de siembra era el calpulli; y el altepetl era el pueblo. El 62 por ciento de los hombres casados eran propietarios comunales y pagaban tributos. El 36 por ciento de los casados rentaba tierras del tlatoani o jefe principal, y el dos por ciento servía de criados para cultivar, regar, moler, tejer, acarrear agua, leña, hacer comida, también había esclavos capturados en esporádicas guerras llamadas floridas, pactadas previamente sólo para tomar prisioneros o sacrificarlos para los dioses.
Antiguas crónicas de principios de la época colonial nos dicen que los aztecas, dentro de los que están incluidos los tlahuica:
Son hombres de mediana estatura, robustos, ojos grandes, pocos son crespos y no bien barbados porque se arrancan los pelos para que no nazcan. Algunos blancos hay, que se tienen por maravilla. Los señores caballeros ricos llevan adornos de oro y piedras finas al natural y talladas, calzan zapatos como alpargatas y paños blancos por bragas [calzón]. Visten una manta -tilma- cuadrada blanca anudada al hombro; los ricos en días de fiesta llevan muchas mantas de colores, los demás van desnudos. Casan a los veinte años. Toman muchas mujeres con ritos de matrimonio y otras sin él. Se dan a la sexualidad de manera abierta y hasta pública. Se permitía tener varias mujeres en su casa -una era la principal- pero el adulterio era castigado, pues se creía que producía desequilibrios entre la comunidad y el Cosmos, y que los trasgresores provocaban desgracias, como la pérdida de cosechas o la muerte de niños. Sus leyendas hablan de la unión de mujeres con jaguares.
Las pueden dejar, mas no sin causa. Son celosísimos y las aporrean mucho. No llevan armas más que en la guerra. Compran y venden a toma y daca –trueque-. Tienen ingenio, habilidad y sufrimiento en lo que hacen. Son mansos, lisonjeros y obedientes, especialmente con los señores reyes. Religiosísimos sobre manera. Se dan mucho a la carnalidad públicamente sin pena ni vergüenza.
Son las mujeres de color y gesto que sus maridos. Van descalzas, llevan camisas de medias mangas y lo demás anda descubierto. Crían largo él cabello. Las casadas se lo rodean a la cabeza con un nudo en la frente, las vírgenes y por casar lo llevan suelto y echado atrás y adelante. Se pelan y untan todas para no tener pelo solo en la cabeza y cejas; y tienen esto por hermosura, así como tener frente pequeña y llena de cabello. Se casan a los diez años y son lujuriosísimas. Paren pronto y mucho. Presumen de grandes senos y así dan leche a sus hijos cargándolos por las espaldas. Se adornan el rostro con leche de pepitas o de hueso de mamey, aunque más lo hacen para no ser picadas por los mosquitos. Se curan con hierbas y hechicerías y así abortan muchas en secreto. Se lavan mucho y entran en baños fríos y saliendo en baños calientes, que parece dañoso. Son trabajadoras de miedo y obedientes. Hilan teniendo el copo de algodón en una mano y el huso en la otra, no tienen rueca más hilan de prisa y no mal. Viven los casados en una casa, o por estar juntos los hermanos y parientes que no parten las herencias. Tienen hachas, barrenos y escoplos [cuchillas] de cobre mezclados con oro y plata. Pintan las paredes por alegría. Los ricos usan telas de algodón en las paredes con muchas figuras y plumas de colores, que es lo más rico y vistoso, mientras que lo corriente son las esteras [petates] de palma sutilísimas. No hay puertas ni ventanas que cerrar, todo está abierto y es por eso es que castigan tanto a los adúlteros y ladrones. Se alumbran con tea y otros palos teniendo cera, que no es poco de maravillar. Tienen silletas bajas con respaldo de palma. Comen poca carne, tocino y puerco fresco. No quieren ni cordero ni cabrón, porque les huele mal. Cosa digna de notar, comiendo cuantas cosas hay vivas, su principal alimento son el centli (maíz] y chile; y su bebida ordinaria es el agua y el atulli” o atole.
Siembran y se abastecen de maíz, frijol y chile que consumen todo el año (como hasta hoy), la siembra es todo un ritual ancestral que se da en la primavera. En temporadas de secas o de lluvias consumen diferentes animales silvestres de tierra, aire y agua, así como sus huevos. Producen algodón y telas, papel amate, con ambos pagan tributos, no tenían medidas de peso ni moneda metálica, teniendo mucho oro y plata, en su lugar usaban el cacauatl o cacao, mismo con el que hacían un vino -chocolatl- que era el mejor y no emborrachaba. Carecían del uso del hierro habiendo grandísimas minas para ello. No hacían vino de uvas habiendo vides. Carecían de bestias de carga y de leche, conocían la rueda pero sólo la usaban en juguetes. No tenían más letras que las figuras.

P.D. Hasta la próxima

* Historiador y Cronista de Cuernavaca

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