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SURREALISMO COTIDIANO O COTIDIANIDADES SURREALISTAS

Por sábado 15 de septiembre de 2018 Sin Comentarios

FAUSTINO LÓPEZ OSUNA

Para los jóvenes que apenas empiezan a leer, citamos la definición que hace el Diccionario del surrealismo: “Movimiento literario y artístico, surgido después de la primera guerra mundial, que se realizó contra toda forma de orden y de convención lógica, moral y social, frente a las que, con la expresión de “funcionamiento real del pensamiento” opuso los valores del sueño, del instinto, del deseo y de la rebelión”. Dicho movimiento (que quería revolucionar al mismo tiempo la vida, la literatura y el arte) se afirmó en Francia en 1924, con un ´Manifiesto´ de Breton. Después de 1930, en España se le incorporaron Cernuda, Buñuel y Dalí. Hasta la muerte de Breton, se había extendido a Bélgica, Checoslovaquia, Suiza, Gran Bretaña y las Antillas. Más tarde, influyó en escritores latinoamericanos, como Octavio Paz, entre otros. ¿Qué fue lo que hizo que surgiera este movimiento “contra toda forma de orden y de convención (conveniencia) lógica”, en Europa? Sin mucho apurarnos, recordamos que ahí, precisamente, en la cuna de la cultura universal judeo-cristiana, en la Italia del siglo XIV (1300), nació el Humanismo (conjunto de tendencias intelectuales y filosóficas destinadas al desarrollo de las cualidades esenciales del ser humano, base del renacimiento, que fue la época de reforma intelectual, moral y espiritual del ser humano y de la Iglesia). Y ahí, pese a todas esas bases tan lindas como promesas de algunos políticos en campañas electorales, en julio de 1914 comenzó la Primera Guerra Mundial, que terminó en noviembre de 1918 (hará cosa de 100 años) en la que participaron todas las potencias del mundo y en la que murieron (asesinados entre sí) más de nueve millones de combatientes y se movilizaron a más de 70 millones de militares. ¿A esto llevó el tan idolatrado Humanismo? Si se destruye al ser humano, se destruye también el humanismo. ¿Porqué vino a parar en esto todo lo que en el renacimiento significó romper con la tradición medieval y católica y, como un avance de la Humanidad, a partir de entonces las antiguas corrientes del pensamiento ya no se estudiaron a la luz de la fe, sino por sí mismas? ¿Había que seguir con el mismo arte adocenado (mediocre) que servía un sorbete para enfrentar a las bestias? La respuesta de los artistas y el arte fue el surrealismo, un deliberado intento por recuperar lo que quedó del ser humano tras la guerra: un polichinela (títere de madera, jorobado por delante y por detrás, que se representa con ese nombre en el Teatro de títeres, que nos recuerda el llamado por Calderón de la Barca: “el gran teatro del Mundo”).
Pero si había causa, motivo y razón para enfrentar los surrealistas con su arte el orden convenenciero de los eternos opresores de los oprimidos de la Tierra (Los condenados de la Tierra, escribió Franz Fanon), apenas habían transcurrido 21 años del fin de la Primera Guerra Mundial, cuando en septiembre de 1939 estalló la Segunda, también en la humanista Europa. Durante 6 años (acabó en 1945) estuvieron involucradas esta vez gran parte de las naciones, aún de América y Asia. Con la ciencia y la tecnología utilizadas para la destrucción como nunca, la nueva Guerra Mundial estuvo caracterizada por los genocidios y el uso de armas nucleares, concluyendo, éstas, con la “guerra convencional” tras el bombardeo atómico a las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki, muriendo, en el conflicto global, aproximadamente 70 millones de personas, entre civiles y militares y alterando para siempre todas las relaciones políticas y la estructura social del mundo.
Después de las actuales bravuconadas de los EUA e Israel con los árabes (las nuevas cotidianidades surrealistas), ¿le quedarán aún al polichinela los valores del sueño, del instinto, del deseo y de la rebelión, que lo hagan sentirse humano?

* Economista y compositor

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