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BOCA DEL CIELO, PARAÍSO DEL MUNICIPIO DE TONALÁ, CHIAPAS

Por domingo 15 de julio de 2018 Sin Comentarios

SOFÍA MIRELES GAVITO

Boca del cielo es una bocabarra con su playa de fina arena gris; es un lugar mágico ubicado en el municipio de Tonalá, y que en los últimos años ha cobrado auge como destino turístico en Chiapas. Boca del Cielo se encuentra aproximadamente a 36 kms de Tonalá y a 19 kms de Puerto Arista. Esta bocabarra que une el cielo con el mar, y donde se mezcla el agua de río con el agua de mar; es un lugar paradisiaco, hábitat de garzas, gaviotas, albatros, pelícanos, fragatas, patos y una gran diversidad de aves migratorias provenientes de Estados Unidos y Canadá. Y en sus aguas habitan peces, crustáceos y cocodrilos. Además cada año arriban al lugar tortugas golfinas, laud y toro.
Este lugar se fundó a mediados del siglo XX, cuando Don Dionisio Ramos Domínguez y su esposa Leovigilda Ovando con sus hijos mayores: Norberto y Dionisio, se asentaron a vivir en esta bocabarra, provenientes de San Cayetano (ejido Pueblo Nuevo). En un principio, la bocabarra estaba a mar abierto, sin el actual atolón de arena que frena el oleaje del Pacífico. Zacatales y terrenos pantanosos eran lo único que había en el área que Don Dionisio bautizó como “Rancho Alegre”.
Al ver que la pesca era abundante, llegó de San Cayetano, su hermano Emiliano. Poco después arribaron los otros hermanos con sus respectivas familias; luego algunos primos y después varios compadres. Así fue creciendo Rancho Alegre, al que posteriormente bautizaron como “La Gloria”.
En esos tiempos, para llegar a este lugar se hacía con gran dificultad; en tiempos de secas, se transitaba por el camino o vereda; que en tiempos de agua (lluvia) se transformaba en atascadero. Se tomaba el camino a Puerto Arista, desviándose a la izquierda antes de arribar al Puerto, para después pasar por los siguientes lugares: El Refugio, Cabeza de Toro, Medio Monte, La Barra (ejido Belisario Domínguez), y se desviaba más adelante a la derecha, poco antes de San Cayetano, y así desembocar finalmente a la Gloria.
Este camino siempre se trataba de arreglar en época de lluvia, en los pasos más malos, para que pasarán los carros de tres toneladas o de doble tracción, quienes transportaban hielo, cerveza y toda clase de mercancías a toda esta zona, y que abarcaba hasta Ponteduro y Manguito; ya que el ferrocarril no daba buen servicio y los productos del mar se perdían por falta de hielo o por no poder sacarlos. La comunicación por ferrocarril se desarrollaba a través de la estación de Mojarras, cruzando en canoas la carga.
Por esos tiempos, la abundancia de variedad de peces, despertó la inquietud de la pesca deportiva a un grupo de amigos de Tonalá, entre ellos: Carlos Chang, Romeo González, Mario Aceituno Ramos, Heberto Palacios, Dr. Francisco Gavito Gabriel, Hermilo Chacón, Bitin Meléndez, Hugo Thomas, Beto Fuentes; el Señor Villers, Ingeniero Residente de SCOP en el tramo de la carretera ArriagaTapachula, y su primo El Güero Gil (Gilberto Gómez Escobar). Estos grupos fueron los primeros en llegar a pescar al rancho “La Gloria” con anzuelos de fondo o curricaneando en la playa, al otro lado del estero sobre el canal. En ocasiones, se encontraban con otros aficionados de la pesca venidos de Tapachula, y que entraban en sus vehículos, manejando por toda la playa desde Puerto Arista.
Fue el Señor El Güero Gil, en el año de 1961, quién bautizó con el nombre de Boca del Cielo a este bello lugar, cuando una tarde al contemplar la puesta del sol, observó que el cielo y el mar parecían fundirse en el horizonte, que dijo que este lugar “parecía la boca del cielo”. Así nació la idea de llamarlo en definitiva con el poético nombre de Boca del Cielo, y evitar confusiones con la ranchería “La Gloria”, ya que él consideraba que había muchos lugares con ese nombre. Ante el crecimiento de Boca del Cielo, el comisariado ejidal de Pueblo Nuevo- San Cayetano quien comenzó a parcelar los terrenos, cuando se hizo necesario trazar el camino para la entrada de los vehículos. Con el apoyo del Presidente Municipal de Tonalá en el periodo 1965-1967, Dr. Francisco Gavito Gabriel, se hizo el acceso de terracería, lo cual impulsó más el tránsito. El Señor Emiliano Ramos Ovando, conocido como El Diablo, gestionó la carretera, una escuela primaria y la electrificación del lugar. Se inicia la pavimentación del camino que viene de Puerto Arista a Boca del Cielo y es terminado hasta el año de 1989. Es hasta el año de 1999, que Boca del Cielo, se vuelve Agencia Municipal, y deja de depender del ejido Pueblo Nuevo; siendo su primer Agente Municipal Don Emiliano Ramos Ovando. Y él comenta que a raíz de la carretera, el turismo se incre

mentó. En la actualidad, se prefiere el turismo que la pesca.
Desde fines de la década de los 90 del siglo pasado empezaron a llegar extranjeros a este bello lugar, unos en plan de paseo, y otros se han quedado a vivir y ponen sus restaurantes; esta afluencia extranjera está formada principalmente por

italianos, españoles y franceses. Un personaje de la cultura chiapaneca, el músico y Director de Orquesta, Federico Álvarez del Toro, que radica en Tuxtla Gutiérrez se integró a esta comunidad de Boca del Cielo en 1985, tiene su casa en el estero, y creó un Festival Cultural (arte y música a cielo abierto) en cada semana santa con sus amigos de la capital del Estado. Por este amor que le tiene al lugar, en octubre del año 2017 publicó junto con su amigo Roberto Chanona un libro sobre el lugar con el título: Boca del Cielo, Soledad, pasión y ocaso. Lo presentó en Tonalá el jueves 15 de marzo del 2018 con gran éxito. Es un libro de entrevistas, impresiones personales de los lugares, de las tradiciones y costumbres de este pequeño paraíso, lleno de fotografías que ilustran todo. Incluye al final, la narración del pescador Jesús Vázquez del terremoto de 8.2, del 7 de septiembre del 2017 a las 11: 49 de la noche, cuando sale huyendo junto con su esposa de la marejada, y lo platica con sus propias palabras así: “…se escuchó un gran retumbido que venía del mar…Al rato, como media hora después, se deja venir aquella gran tembladera. Los palos tronaban pra, pra, pra, los que están ahí enfrente,…, el manglar se meneaba. El agua se movía, la lancha se hacía pa acá, pa allá,…, cuando voy viendo esas dos grandes olas que se dejaron venir. Me fui corriendo entruzado, gritándoles: “¡Ahí viene el mar, se va a salir! Ahí estábamos cuando llegó la primera ola, de ahí la otra, y ví cómo pasó aquel refrigerador que teníamos de hielera a raja tabla, que si nos agarra, jum, no lo contamos….” El libro de 89 páginas, es un pequeño tributo a este bello lugar.

* Cronista de Tonalá Chiapas

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