Estatal

EL PROYECTO

Por martes 15 de mayo de 2018 Sin Comentarios

ROGER LAFARGA

En los albores de la existencia, había nada más y nada menos, que un cuadrado, lo demás, no existía.
DIos, que apenas despertaba de una eternidad, quiso tomar aquella figura, pero como estaba aún medio dormido, la soltó y ésta, al caer, se rompió en dos pedazos iguales; ese fue el origen del triángulo. Muy apenado por su descuido unió las partes y luego, para pegarlas, las puso a girar y a girar hasta que logró hacer una especie de rueda que tanto estaba fría como estaba, así, aparecieron el movimiento y la circunferencia. Dios, que como quiera que sea ha sido siempre muy inteligente, se percató de inmediato que si continuaba tratando de arreglar las cosas según se le fuera ocurriendo, terminaría desordenándolo todo sin ton ni son. ¡No! –dijo- Esto no puede ser, soy Dios y todo lo que digo o hago, se vuelve eterno y no es el caso de hacer tonterías eternas; por lo tanto, no volveré a tocar nada hasta no tener un proyecto con el que garantice que todo quedará perfecto, ahora, como yo sé que la mejor manera de elaborar un proyecto consiste en echarse a dormir y soñar con dicho proyecto, pues eso haré y evitaré de ese modo la presencia de cualquier error o falla en el sistema, bueno, porque seguramente lo que funcione después de todo tendrá que ser eso, un sistema… pero en fin, dormiré y ya veremos, ya veremos…
A partir de entonces y porque a Dios así se le ocurrió, todo funciona por medio de sistemas o no funciona y punto. Pero ocurrió algo interesante: Dios, que como quiera que sea, estaba ya muy viejecito, olvidó detener la rueda que seguía girando y girando, unas vece fría y otras veces caliente.
Y de aquellos cuadrados, circunferencias y triángulos, a veces fríos y a veces calientes, se crearon los gnomos, mientras que Dios dormía, soñando su proyecto. Por eso, los gnomos son impredecibles, carecen de sistemas, como los payasos y como los políticos.

* Autor y Homeópata IPN

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