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LO INCONSCIENTE

Por lunes 15 de enero de 2018 Un comentario

VERÓNICA HERNÁNDEZ JACOBO

“ Estas representaciones-palabra son restos mnémicos; una vez fueron percepciones y, como todos los restos mnémicos, pueden devenir de nuevo concientes. […] nos parece vislumbrar una nueva intelección: sólo puede devenir conciente lo que ya una vez fue percepción cc; […] lo que desde adentro quiere devenir conciente tiene que intentar trasponerse en percepciones exteriores. Eso se vuelve posible por medio de las huellas mnémicas”. (Sigmund Freud), El yo y el ello, Amorrortu , Tomo XIX, p. 22

Muchas actividades que realiza el sujeto no pasan por la conciencia, sino que estas suceden de manera inconsciente por así decirlo descriptivamente, al tomar una serie de decisiones que algunas veces determinan nuestra vida, o bien actuar intuitivamente frente a situaciones x, éstas comprometen una función inconsciente muchas veces desconocida pero que atraviesa esta actividad el campo del sujeto.

René Descartes nos colocó en un atolladero cuando instala en la razón el centro del ser, haciendo creer que es la razón la que gobierna al sujeto, y no es que no tenga razón, lo que pasa es que este sujeto muchas veces se encuentra atrapado en dilemas inconscientes que perturban esa “toma de conciencia”, que algunas veces se hacen pasar como situaciones emotivas pero que no son más que “indicadores inconscientes” que escamotean la razón.

Sabemos que la conciencia implica una función subjetiva, también cortical, pero la cultura incide en el tipo de conciencia que el sujeto adquiere, y detrás de esta hay un procesamiento de datos inconscientes que permiten que lo aprendido se ancle, tome un lugar espacial en una representación psíquica instalándose cómodamente como un sujeto en un sillón, donde el sillón es lo inconsciente y el sujeto es la débil consciencia que palidece frente a otros afectos como la angustia.

Se puede decir que la conciencia a diferencia de las otras especies ha “evolucionado” pero ha evolucionado de procesamientos inconscientes, haciéndole creer a este sujeto que la luz de la razón es el último piso al cual el sujeto puede aspirar, pero ese destello de luz que la razón piensa esta determinado por lo que del procesamiento inconsciente le permite vislumbrar.

Y aunque se intenta explicar lo inconsciente desde procesos neurofisiológicos, el problema es como estos interactúan a nivel consciente y más aún aceptando esta “neurofisiología”, sería precisamente ésta quien operaria aprescoup en la función consciente. Nos metemos cada vez en callejones sin salida, ya que lo inconsciente es un decir, implica por ello una dimensión lógica más que neurofisiológica, pero de hecho existen estímulos “percibidos” y otros no percibidos por la conciencia ni la razón, por así decir estímulos conscientes y estímulos inconscientes, de hecho Eric Laurent psicoanalista de la Orientación Lacaniana denuncia en su libro Lost in cognitión, como las neurociencias pretenden reabsorber el descubrimiento freudiano del inconsciente, al denominarlo inconsciente cognitivo y fagocitar gratuitamente eso que a Freud le costo su vida sostener.

Laurent afirma que el cientificismo, intenta convencer a los psicoanalistas en voz de Kandel, que estos deben abrir su práctica a la evaluación cuantitativa y experimental, y eso colocaría a nuestra practica en un cognitivismo aterciopelado digerible y soportable, medible y cuantificable y… se acaba con el psicoanálisis al intentar travestirlo de cientificismo.

Propios y extraños saben que existen percepciones inconscientes que se juegan desde la posición subliminal, y que el discurso capitalista explota para someter libidinalmente a los sujetos en el mercado, quienquiera negar esto sólo lo hace por negar, cuando la evidencia es otra, la percepción inconsciente por nombrarlo así de manera cauta, de hecho y siguiendo con esta argumentación la publicidad subliminal, donde se instala una imagen erótica para que compres una camisa por ejemplo no deja de rendir ganancias, desde la rubia que todos quieren para anunciar la cerveza clara, hasta la camisa masculina que la joven x se coloca haciendo de la camisa un gancho sexual, para comprarla, hasta el desodorante Brut que toda mujer desea.

En fin el mensaje subliminal inconsciente en su máximo esplendor utilizando blasones sexuales para capturar al otro en una erótica sin límites. Esto no tiene que ver con la satírica pansexualista de la cual se le acusa a Freud sino precisamente porque algo del orden de lo sexual no se puede arreglar en los sujetos por eso habla y se enferma.

* Doctora en Educación

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