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CONVENTOS DE MÉXICO… REFRANES, SECRETOS Y ARTE CULINARIO

Por martes 31 de marzo de 2015 Sin Comentarios

Por: Alberto Ángel “El Cuervo”

 

—¡No, no… No lo voy a hacer…!

—¡Ándale, no seas rajón, eres el único que cabe por

ahí…!

—¡No, me voy a caer y luego ya no voy a poder salir

y…!

—¡Y qué…! ¿Te da miedo que se te aparezca la monja…?

Jajajajajajaja

—¡Sí, eso es lo que le da miedo jajajajajaja!

—¡Claro que no, pero… ¡

—¡Pero qué… A ver, dinos, pero qué…!

—Pero pues sí me da miedo también… A ver, ya quisiera

ver que a alguno de ustedes se les apareciera…

Y finalmente, ante la insistencia de mis compañeros, entré por la ventana, auxiliado por ellos, a la cocina de aquel edificio de la Academia Militarizada Ignacio Zaragoza… Se decía entre los estudiantes que la escuela había sido convento muchos años atrás y no había noche que no se bromeara con la aparición de la monja especialmente en los dormitorios que eran verdaderas crujías cerradas con una reja con cadenas y candados que se veían gigantescos… Y esa noche, alguien consiguió la llave para salir al patio y ahí en la cocina hacerme entrar por comida dada la situación de hambre en que nos mantenían con la dieta a los internos… Y la monja, se apareció… O cuando menos creí verla… Desde luego el susto que me llevé fue mayúsculo llegando casi al desmayo y haciéndome materialmente volar de un brinco a la ventana dejando tirados los bolillos y demás tesoros de la comida que me había sido encargada… Lógicamente, los reclamos de los compañeros fueron muchos y muy severos pero nadie me convenció de que la monja era nada más producto de mi imaginación…

Cuántas veces no habremos visitado algún convento o exconvento en cualquier punto de nuestro País y tal vez nos habremos preguntado cómo era la vida más allá de las puertas de los mismos… ¿Cómo habrán vivido las mujeres que por voluntad se aislaron del mundo…? ¿Cuántas otras no habrán sido obligadas a tomar los hábitos por variadas razones…? Y es que además, los conventos en nuestro México han sido de importancia muy grande en la historia, en la cronología cultural y tradicional nuestra. Así, por ejemplo, tenemos los conventos que fueron construidos en la Ciudad de México como el Ex Convento del Carmen hoy convertido en Museo en la Delegación San Ángel antes el lejano pueblo de Chimalistac donde los monjes de la orden de los Carmelitas descalzos cobraran fama por su contribución a la producción frutal del México de entonces.

Con el tiempo, gran parte del convento sería destruido por guerras e intereses de políticos y particulares para que al final fuera el Instituto Nacional de Antropología e Historia la institución que conservara lo que quedó de aquel convento para convertirlo en un museo que muestra una pinacoteca extraordinaria con obras de grandes artistas novohispanos como Cristobal de Villalpando o Miguel Cabrera quienes marcan de alguna manera el principio de la historia de la pintura en México.

Así, podemos citar muchos, muchísimos conventos más en donde la contribución a las artes, la cultura y tradición de México se palpa en la atmósfera que nos envuelve al visitar esos bellísimos edificios que siguen conservando la paz milenaria propia para el recogimiento de monjes y monjas que renunciaban al mundo según su concepción para dedicarse a la vida espiritual y al servicio social en muchos casos. Cosas curiosas que fueron convirtiéndose en parte de nuestra cotidianeidad tales como las que sucedían en el convento de las Monjas de Santa Clara en la Ciudad de Puebla, donde se supone que fue inventado el guiso que hoy nos identifica en gran parte del mundo: El Mole Poblano. Podría decirse que un restaurante que se precie de ser expositor del arte culinario mexicano y que no tenga en su carta el platillo de mole poblano como una exquisitez de nuestra cocina.

De igual forma, fue ahí en ese legendario convento de Santa Clara, donde fue inventado el afamadísimo rompope Santa Clara… Durante muchos años en todas las fiestas en especial las navideñas, no podía faltar el Rompope Santa Clara… Los niños, esperábamos impacientes el momento de saborear nuestra copita de rompope para sentir que de alguna manera éramos mayores y podíamos ya disfrutar de bebidas con algún contenido de alcohol… ¿Dónde estaría la magia de aquellos “tragos” que tan felices hacían sentir a los mayores…? Eso era lo que intentábamos averiguar con el rompope que traía en su etiqueta la figura de una monja de la orden de Santa Clara. Con los años, me enteraría de que fue precisamente a dichas monjas a quienes se encargó la preparación en la ideología cristiana de Mihrra, la princesa que fuera bautizada ahí como Doña Catarina de San Juan y fuera conocida cariñosamente como la China Poblana.

Otro de los conventos de donde emanan costumbres y tradiciones de nuestro país es el convento de las Monjas Agustinas. Para comenzar, la causa por la que surge este claustro femenino no fue precisamente religiosa. Durante la colonia, los españoles preocupados por la seguridad y salvaguarda del honor de sus mujeres, proponen formar un asilo para mujeres cuyos maridos estuvieran ausentes.

El Claustro funciona como tal durante un tiempo en el año de 1606, pero tres años después cambia el giro y se destina al “recogimiento de mujeres perdidas”… Curioso, primero para salvaguardar el honor de las damas y luego para recluir bajo el argumento de proteger a quienes habían perdido el honor… Más tarde, el reclusorio se cambia a otro lado y en el edificio se funda un colegio para “doncellas y viudad pobres” para que seis años más tarde en el año de 1868 se fundara el Convento de Monjas Agustinas Recoletas de Santa Mónica. De este convento pueden contarse muchas anécdotas que resultan importantes para entender parte de nuestra cultura. Su fundador, Manuel Fernández de Santa Cruz, originario de Palencia, España, siempre manifestó un gran amor por las monjas (se habla en el sentido espiritual) y de ese modo les dijo: Hijas, las quiero tanto, que cuando muera voy a dejarles mi corazón.

Las monjas Agustinas lo tomaron literal y a la muerte del Obispo, hicieron extraerle el corazón y lo depositaron en un relicario transparente para tenerlo en custodia en el convento donde permanece desde hace 316 años… Si alguna vez escuchó usted alguna frase donde se hacía alusión a un acto de amor con palabras que mencionaban que por amor se entregaba el corazón y pensó que eso solamente podía pensarse en sentido figurado, el convento de las agustinas es prueba fehaciente de que esa frase motivo de poemas y de canciones, se puede materializar. Y si tiene duda, puede visitar hoy en día el afamado convento en la calle 18 poniente de la ciudad de Puebla. Ahí, en un nicho en el salón que alguna vez fuera el coro desde donde las monjas cantaban las misas, está el relicario transparente que muestra aprisionado entre dos vidrios el corazón del Obispo Fernández de Santa Cruz.

Pero no es el único suceso curioso en este ex convento. Tal vez alguna vez haya usted comido el delicioso platillo considerado el más mexicano, los chiles en nogada. Pues fue, según archivos descubiertos en el convento de Santa Mónica por iniciativa de las monjas agustinas, que se inventó este platillo. Cuando Iturbide llega a Puebla después de haber firmado los acuerdos de Jalapa enarbolando la mexicanidad naciente, se pide a todos los conventos que prepararan platillos para recibir al prócer.

Así, basándose en un platillo que ya existía a manera de postre, que es un chile relleno de fruta y cubierto de una salsa de nuez, las agustinas preparan una variedad para presentarla como platillo fuerte. Considerando la naciente república y su bandera de reciente creación, preparan este platillo relleno de carne molida de cerdo y res (algunos historiadores dicen que la receta original era carne deshebrada y no molida) y en la decoración logran el detalle de mexicaneidad que le caracteriza: Blanco con la salsa de nuez, verde con perejil picado y rojo con los granos de granada distribuidos sobre el chile al igual que la bandera mexicana. De esta manera se inventa ahí el platillo considerado más mexicano pero curiosamente lo inventarían mujeres españolas ya que en el convento de Santa Mónica no se aceptaban más que mujeres españolas de cepa. Visitar la cocina del convento es un verdadero viaje al pasado culinario de México, incluyendo el simpático anecdotario que nos muestra por ejemplo que la tan popular frase: “Un Ojo al Gato y otro al Garabato” fue acuñada ahí, justo en la cocina del convento. Podemos ver un artefacto que cuelga del techo que es como una plataforma que protege de roedores y gatos la materia materia prima para la elaboración de la comida. Este artefacto se conocía con el nombre de garabato.

Aunque se supone que la protección era básicamente contra los roedores, había que vigilar al gato, habitante común en los conventos, para que no se subiera durante el día a la plataforma en cuestión mientras las monjas se distraían con labores propias de la cocina. Así que por esa razón, las monjas en jefe le pedían a las ayudantes prever este tipo de asaltos permaneciendo con “un ojo al gato… Y otro al garabato…” Ahí también, surge de alguna manera el vínculo entre las cocineras y el considerado Santo Patrono de las artes culinarias: San Pascual Bailón para quien incluso se conservan versos que le piden por una buena sazón a cambio de darle como regalo homenaje un buen danzón. Muchas historias más se producen en todos los conventos o ex conventos de nuestro México donde siempre podemos encontrar nuevos secretos, refranes y arte culinario de nuestra tradición.

 

*Cantante, compositor, escritor y pedagogo

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