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Las mujeres decentes de la 58: el rostro humano de las fariseas nocturnas

Por domingo 13 de julio de 2014 Sin Comentarios

Por Iván Escoto Mora*

Nag Hammadi es un antiguo pueblo egipcio situado a lo largo del río Nilo. Para el mundo cristiano, este lugar detenta una importancia histórica particular, ahí San Pacomio fincó uno de los primeros monasterios cristianos (Masolivier, 1978). En el siglo III D.C., los monjes de ese claustro se dieron a la tarea de traducir escritos considerados para entonces profanos. Estos documentos fueron preservados en vasijas selladas y ocultas bajo tierra.

Hacia el final de la década de los cuarenta de siglo XX, las vasijas fueron descubiertas, hallándose en su interior los papiros de los monjes. Es atribuido a este acontecimiento la revelación de un antiguo poema dedicado a la Diosa Isis. El texto se transcribe a continuación:

Porque soy la primera y la última,/ yo soy la venerada y la despreciada,/ yo soy la prostituta y la santa,/ yo soy la esposa y la virgen,/ yo soy la madre y la hija,/ yo soy los brazos de mi madre,/ yo soy la estéril y numerosos son mis hijos,/ yo soy la bien casada y la soltera,/ yo soy la que da a luz y la que jamás procreó,/ yo soy el consuelo de los dolores del parto,/ yo soy la esposa y el esposo,/ y fue mi hombre quien me creó,/ yo soy la madre de mi padre,/ soy la hermana de mi marido,/ y él es mi hijo rechazado./ Respetadme siempre,/ porque yo soy la escandalosa y la magnífica.

Este himno, de alguna manera, sirve de telón de fondo para la exposición “Las mujeres decentes de la 58”, expresión estética que conjunta fotografía, pintura, literatura, artes aplicadas e instalación, para representar la realidad del sexo servicio a partir de los matices de su rostro humano e incluso heroico.

La muestra retrata la dualidad que viven las mujeres dedicadas al negocio del placer carnal, dotando de voz a quienes se perciben como seres dadores de vida, mujeres proveedoras de su hogar, deseadas y despreciadas, profanas y divinas, arcanas y al tiempo, irremediablemente presentes en todas las sociedades.

La exposición es producto del estudio de casos realizado por el antropólogo danés Christian H. Rasmussen, avecindado en Yucatán desde hace más de veinte años, quien se dio a la tarea de entrevistar y fotografiar a las trabajadoras de una de las calles de la ciudad de Mérida en las que se ejerce ese antiguo oficio que incluso profesó María Magdalena.

A las entrevistas realizadas por Rasmussen se suman los bordados y textos de Elena Martínez, así como las pinturas y dibujos de Gabriel Ramírez, quien transformó las fotografías de las sexoservidoras en imágenes llenas de sensualidad, picardía y drama.

Probablemente una de las secciones más impactantes de la muestra sea la instalación creada por Elena Martínez. En una habitación de muros blancos, resalta un trágico estambre rojo que inunda la mirada del visitante. Se abre una cortina de hilos que hace las veces de entrada al mundo del éxtasis y el dolor. Queda al descubierto una habitación, quizá la de un hotel de amores furtivos o el privado de algún prostíbulo en cualquier rincón del planeta.

Adentro se encuentra una cama, blanca como las sábanas que la visten, almohada blanca, luz blanca, blancura cruzada por hilos rojos que estallan por todas partes. Tendidos del piso al techo, los hilos salen disparados de la almohada a las paredes, de las sabanas al suelo, algunos se presentan tensos, otros se escurren con teatralidad o simplemente se condensan en pequeños montículos. Evocación de pulcritud y sordidez, erotismo y muerte. El hilo, enrojecido con incandescencia escarlata, es sangre, recuerdo de la tragedia siempre presente en la vida de las fenicias nocturnas.

Señala Elena Martínez:

“El nuevo papel del artista es ser intérprete de la crisis, formulador de otras temporalidades, escucha de civilizaciones, agitador de los tiempos primordiales que, por su retraimiento e inaccesibilidad, en nuestra paleta de colores se ha de intentar el poder de reactivar la cohesión colectiva aproximándonos a los grupos marginados y vulnerables”.

En palabas de Rasmussen, “Las mujeres decentes de la 58” es un título que parte de la idea de considerar a las mujeres dedicadas al sexo servicio como personas tan decentes como cualquiera otra que transita por las calles, afirmando con ello que:

“La decencia no se refleja en el trabajo, sino en la actitud de las personas. Así las vi al convivir con ellas: decentes y merecedoras del mayor respeto”.

La muestra se presentó por vez primera en 2012, siendo en aquella ocasión huésped del Museo Fernando García Ponce-Macay, en la ciudad de Mérida; posteriormente se exhibió en el Mueso Textil de Oaxaca. En su periplo por el país, la exposición ha llegado a la ciudad de León, Guanajuato, donde estará disponible para los visitantes hasta el 30 de septiembre en el Museo Universitario De La Salle.

*Lic, en derecho y filosofia

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