Nacional

El cordón umbilical de Federico Campbell

Por domingo 11 de mayo de 2014 Sin Comentarios

Ese hombre melancólico se fue transformando conforme pasaron los años. Gustaba de caminar por las banquetas de Tijuana, ver los aparadores, descubrir edificios conocidos en su niñez, charlar con los telegrafistas amigos de su padre, y tomar caféactualizándose sobre el surgimiento de nuevos escritores, los estrenos cinematográficos y los peloteros mexicanos en las ligas mayores de beisbol.

Por Jaime Cháidez Bonilla*

pag 4 Jaime Cháidez Bonilla1Conocí a Federico Campbell por primera vez el mes de enero de 1986. Fue la primera ocasión que lo entrevisté. Pareciera que ya nos hubiéramos conocido. La plática fue fluida, con esa cordialidad que se tiene cuando anticipas la reacción del interlocutor. Federico dijo que se sentía muy triste porque apenas hacía unos días había muerto Juan Rulfo. “No sabes cómo me duele su partida” mencionó.

Rulfo fue una parte muy importante de la entrevista. Habló de sus charlas de café, de los misterios de la literatura, de los murmullos y de los silencios… los silencios de ambos, de Rulfo y Campbell.

Unas semanas después, Federico Campbell mandó por correo una postal y un libro. Me sorprendió. Ese tipo de detalles fueron la constante durante 28 años. Siempre tenía la atingencia de relacionar un recorte de periódico, una imagen o un libro, con la persona a la que sabía le interesaría. Siempre agregaba un comentario certero escrito a mano con fina letra.

Federico Campbell cultivaba la amistad. Era un obrero que sabía mantener las estructuras del aprecio. A pesar de la distancia, por ejemplo, se daba tiempo de hacer una llamada sabatina, exactamente al mediodía, para hacer la misma pregunta:

-“¿Cómo está Tijuana?”

El cordón umbilical que Federico tenía con su ciudad de nacimiento nunca fue cortado. De una u otra manera, él siempre estaba de regreso, literaria y literalmente.

pag 4 Jaime Cháidez Bonilla2En casi 30 años de encuentros, recuerdo sus tiempos de reportero en la revista PROCESO documentando el asesinato de Héctor “Gato” Félix, el auge del Río Rita, un bar donde se bebía cultura, el incendio del Instituto de Investigaciones Históricas… Era un reportero que se sentía incómodo, como con un traje que no era a su medida.

 Un día anunció: “dejé Proceso”.

Y entonces el escritor comenzó a fluir.  Varios de sus libros comenzaron a ser editados y las presentaciones literarias se volvieron más frecuentes. Su personalidad misma comenzó a cambiar.

“Yo creo que he tenido depresión por lo menos 30 años” confesaría en una entrevista con Humberto Félix Berumen y Leobardo Sarabia, en una mesa del Víctor´s del Río.

Ese hombre melancólico se fue transformando conforme pasaron los años. Gustaba de caminar por las banquetas de Tijuana, ver los aparadores, descubrir edificios conocidos en su niñez, charlar con los telegrafistas amigos de su padre, y tomar café actualizándose sobre el surgimiento de nuevos escritores, los estrenos cinematográficos y los peloteros mexicanos en las ligas mayores de beisbol.

Hace un año, al terminar la Feria del Libro en Español de los Angeles,   en un restaurante italiano lo escuché contar cuentos sumamente graciosos. De verdad que era un hombre realizado. Gozaba sus  viajes, su familia, sus amigos.

***

pag 4 Jaime Cháidez Bonilla3La última vez que vi a Federico Campbell fue el pasado 21 de enero de 2014. Fue la última  entrevista que le hice. La plática fue fluida, con esa cordialidad que se tiene cuando anticipas la reacción del interlocutor. Juan                Rulfo fue una parte muy importante de la entrevista. Ese era el motivo de su presencia en Tijuana, una conferencia sobre el autor de Pedro Páramo.

Como en 1986, Campbell habló de sus charlas de café con Juan Nepomuceno, de los misterios de la literatura, de los murmullos y de los silencios… sí, de los silencios de ambos, de Rulfo y Campbell.

La primera y la última vez que vi a Federico Campbell fue hablando de su amigo Juan Rulfo. Seguramente, en este momento están tomando café en una librería cósmica.

Muchas gracias.

• Texto leído en el homenaje a Federico Campbell realizado el viernes 25 de abril en la Cineteca Tijuana, del Centro Cultural Tijuana.

*Periodista cultural

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.