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DALÍ, Surrealismo y su realidad

Por domingo 11 de mayo de 2014 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel “El Cuervo”*

El próximo domingo será el aniversario número 110 del nacimiento de Salvador Dalí. Toda una época en el arte contemporáneo ha sido cubierta por el excéntrico pintor español y sigue siendo vigente después de más de un siglo de su nacimiento. Mucho hablaron sus críticos en cuanto a su insaciable necesidad de ser noticia, que según ellos empañaba su obra al grado de considerar su afán publicitario más llamativo que su arte.

Está loco, dirían algunos, es un manipulador, dirían otros más… Pero en este oficio del arte tal vez sea difícil encontrar quien no caiga en muchos momentos y situaciones dentro de lo que es considerado locura… Una frase de Dalí habla de este considerando de manera genial y divertida:

LA ÚNICA DIFERENCIA ENTRE UN LOCO Y YO, ES QUE YO NO ESTOY LOCO…

Sin embargo, todo parecía indicar que dentro de Dalí había un afán extremo por mostrar que la locura, como en tantos otros personajes del arte ya sea afamados o no, estaba presente de muchas manera. Bien sabido es que cuando alguien, lograba conseguir una cita para conocer a Salvador Dalí, era sometido verdaderamente a un espectáculo donde al fondo del escenario se encontraba Dalí al abrir telón iluminado con gran acuciosidad para causar el efecto deseado en el visitante en turno…

Desde la mirada temprana del pintor español, podía adivinarse el intento de impactar atrayendo la atención de la gente a como diera lugar… Todo parecía ser planeado en su conducta para conseguir que los reflectores apuntaran a su persona.

Egocéntrico a grado máximo, megalómano, narcisista y demás adjetivos calificativos que pudieran ocurrírsenos, enmarcaban la persona y con ello también al artista… Resulta fácil imaginarse, por ejemplo, a Salvador Dalí inmerso en nuestra idiosincrasia recurriendo a mil estrategias por neutralizar el impacto del día de la madre tan arraigado en la emoción del mexicano…

Algo tendría que hacer para que su cumpleaños los días once de mayo, no fuera opacado por la que es considerada casi fiesta nacional dada la excelsitud de la figura materna que se hace en nuestro México… Dalí hubiera sido capaz de embarazarse para proclamarse como la única madre de género masculino o tal vez amamantar un cachorro de león si con eso fuera a ganar reflectores y marquesinas…

Este su gran talento publicitario, le permitió permanecer en el grupo de artistas que de alguna manera comandaba André Bretón y que tenían por mira la innovación del arte a través del surrealismo. Bretón, descubre por llamarlo así, la ideología freudiana y en ella se basa para sumergirse en el mundo onírico que Sigmund Freud plasma y analiza en sus ensayos científicos de una manera genial, incomparable.

Así, se va consolidando el surrealismo, aunque no surge en ese momento, es justo señalarlo.

Años antes, concretamente en 1917, el afamado escritor francés Guillaume Apollinaire, por muchos catalogado dentro de los poetas malditos junto con Isidoro Ducasse y Baudelaire, acuña el término surrealismo y surrealista en su obra dramática Las Tetas de Tiresias que se publica en junio del año de 1917… “Cuando el hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda, que no se parece a una pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el surrealismo…

Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una rueda a una pierna.”

Desde luego, es André Breton quien estructura el surrealismo como una ideología, una corriente aglutinante en el arte con toda una filosofía que determinará el proceder de los creativos que se interesan en ello. Y los antecedentes de esta corriente del arte contemporáneo, no son recientes.

Así, Breton nos habla de que Heráclito, el célebre filósofo griego, quien naciera en el año 535 antes de Cristo, al utilizar figuras retóricas como el oximorón que considera lo absurdo a partir de dos conceptos utilizados al mismo tiempo como por ejemplo: “apresúrate lentamente”, influye directamente en la concepción surrealista.

De la misma manera, Donatien Alphonse Fraois de Sade mejor conocido como El Marqués de Sade,  maneja un estilo que rompe con todo lo establecido y rescata lo siniestro, lo absurdo, lo contradictorio y pestilente de la escena social influyendo en los surrealistas de manera contundente. Charles Fourier, Sigmund Freud y Hieronymus Bosch “El Bosco” fueron otras figuras de importancia definitiva en el surgimiento del surrealismo.

Salvador Dalí, fue un ferviente admirador y lector de la obra de Freud y en su fascinación por sus ensayos plasma las escenas oníricas de manera excelsa.

A Dalí, los críticos le han calificado como “genio proteiforme en busca de ese dinamismo catalán que se encuentra en Picasso y en Miró” y aunque la inclinación al academicismo es tremendamente fuerte en Dalí, dado que su formación en la Escuela de Bellas Artes de Madrid así le lleva por el camino, termina por encontrar su destino en la escuela surrealista no obstante que durante un tiempo se separa de ella durante su estancia en los Estados Unidos para regresar y retomarlo hasta convertirse en el icono de la escuela surrealista para siempre.

El surrealismo, desde su nacimiento como proyecto grupal en el arte, permaneció unido a las doctrinas políticas izquierdistas. Por esta razón, tuvo Dalí muchas dificultades con los representantes del surrealismo con los que perdió prestigio dado su conducta acomodaticia duramente criticada por todos los que enarbolaban la bandera de esta corriente artística.

Así, por ejemplo, en una ocasión fue acusado por André Bretón, de defender la doctrina hitleriana lo que Dalí se apresuró a negar una y otra vez.

Para tal efecto, Salvador Dalí insistía en todas las oportunidades y todos los foros, que el surrealismo podía existir en un contexto apolítico y argumentando que así se mantenía en su convicción, se negó a emitir un juicio de denuncia por su parte en contra del régimen fascista alemán.

Como consecuencia, los líderes surrealistas sometieron al pintor español a un juicio público y como resultado del mismo fue expulsado del movimiento que encabezaba Bretón. La reacción de Dalí, fue justamente la que hubiera sido lógica suponer y en una declaración posterior a su tan polémico juicio, Dalí responde con una frase que se convierte en la réplica inmortal: “Yo soy el surrealismo”.

No obstante su expulsión del movimiento surrealista organizado, Dalí volvería a participar en muchas exposiciones surrealistas para el descontento de muchos de sus integrantes. Las excentricidades de Dalí, se daban de manera permanente, constante.

Así, por ejemplo, fue muy sonada la ocasión en que llegó a dar una conferencia titulada Fantômes paranoiques autentiques ataviado con un traje de buzo con todo y la escafandra.

Para complementar su atuendo, llevaba un taco o palo de billar y dos perros sabuesos rusos. Como resulta fácil imaginar, a media conferencia Dalí se estaba asfixiando y tuvo que quitarse la escafandra para poder tomar aire.

Y para seguir instalado en la pose, nada más comentó: “simplemente quería mostrar que estaba sumergiéndome profundamente en la mente humana”.

Pero Salvador Dalí no se conformó con trascender como artista plástico con su pintura, su escultura y demás. También abordó la fotografía, el cine, conceptos modernos como la instalación y el performance y así, aprovechando la profunda amistad que le unía con Luis Buñuel, por ejemplo, colaboró en el cine en varias ocasiones y de manera distinta yendo desde el guion cinematográfico que entregara personalmente al entonces afamadísimo actor Jean Gabin titulado Moontide (marea lunar) hasta una película realizada junto con Walt Disney titulada Destino.

La película era de dibujos animados y no pudo ser terminada dado que la muerte les sorprende a ambos y fue montada y presentada hasta el año 2003 mucho después de que ambos hubieran pasado a mejor vida.

La polémica por la locura de Dalí se dio no solamente en torno a su carrera sino también en el ámbito familiar. Su padre, Salvador Dalí I Cusi, no estaba de acuerdo con el romance que iniciaba el pintor con quien sería su pareja toda la vida: Gala. Asimismo, criticaba su adhesión a la corriente surrealista por considerar que propugnaban una moral perversa y degenerada.

Los problemas con su padre, llegan al rompimiento cuando Dalí expone un dibujo religioso del sagrado corazón de Jesús con una leyenda que decía: “en ocasiones, escupo en el retrato de mi madre para entretenerme”.

El padre lo corrió de la casa, lo desheredó y le prohibió regresar. Por respuesta, Dalí le llevó a su padre un preservativo usado lleno del propio esperma del pintor y con las palabras: “Toma. ¡Ya no te debo nada!”.

Así, Dalí se hizo leyenda en vida y la leyenda continuó después de su muerte… Salvador Dalí logró como nadie tal vez, la permanencia del surrealismo en la pintura y la escultura. Los afamados relojes blandos (La Persistencia de la Memoria), derretidos en las pinturas de Dalí son hoy por hoy un icono del surrealismo…

A la muerte de Gala, su compañera, la depresión hizo presa del pintor hasta el grado de intentar suicidarse buscando una deshidratación total para provocar el desenlace. Por fin, el 23 de enero de 1989, escuchando Wagner, su música favorita, Salvador Dalí muere. Resulta inevitable citar aquí una de sus frases megalómanas:

“SI MUERO, NO MORIRÉ DEL TODO.”

*Cantante, compositor y escritor

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