Nacional

¿Y la lectura?

Por domingo 30 de marzo de 2014 Sin Comentarios

“La educación nunca termina, pues es un proceso de perfeccionamiento y por tanto ese proceso nunca termina. La educación dura tanto como dura la vida de la persona.” Aristóteles

Por Juan Diego González*

Llegaron los discípulos agitados y atropellándose. Ninguno se decidía a tomar la palabra. La mirada serena e interrogante del anciano maestro los puso más nerviosos y dubitativos. Platón dejó la pluma en el tintero. Recogió con parsimonia el quitón, dejó la banca y se acercó. Tocó el hombro del más alto, como una señal de confianza. El gesto paternal del sabio ateniense fue suficiente.

– Es Aristóteles… creo…

– Nous, otra vez. Ten cuidado con tus palabras, recuerda lo que pienso de él.

– Maestro, ahora sí se ha vuelto loco. Desde el amanecer llamó a los esclavos y echó fuera todas las cosas de su dormitorio. No ha dejado entrar a nadie…

– Bien, vamos entonces. Emitiré un juicio cuando todas las evidencias reposen sobre la mesa.

Acompañado de sus discípulos, Platón se encaminó a la planta alta de La Academia. Mientras recorría el pasillo, procuraba palabras de calma a los demás maestros, quienes hacían grandes esfuerzos por contener a los niños y jóvenes deseosos de sumarse al alboroto. En realidad, Aristóteles era el estudiante estrella. Asombró a todos con su inteligencia desde su llegada a la escuela. Cualquier cosa que hiciera, era conocida por estudiantes y maestros. Los ruidos, el ir y venir de los esclavos, las voces soterradas de los compañeros de Aristóteles, y sobre todo, la ausencia a la clase de matemáticas, mantenían el suspenso y la extrañeza de la comunidad estudiantil.

Una mirada de Platón y el tumulto se abrió, cual si fuera el Mar Rojo. Entró en la celda y observó con curiosidad como Aristóteles daba acomodo a diversos rollos y manuscritos. El macedonio, concentrado en su actividad, no reconoció a su maestro. El silencio era interrumpido sólo cuando Aristóteles abría un rollo para cerciorarse de algo y el crujiente ruido del papiro levitaba entre la respiración y los suspiros contenidos. El maestro tomó un rollo nuevo y lo abrió. Sorprendido aún más, pregunta -¿Apuntes sobre política?- el joven Aristóteles deja de hacer.

– Maestro, le ofrezco una disculpa, eso es apenas una idea, de hecho, usted me inspiró…

– ¿Sí?

– La otra clase, cuando nos explicaba su libro de la República o al arte de gobernar una Polis.

– Bien, ¿y esto? Todos en la Academia piensan que te has vuelto loco (dijo esto y volteó a mirar a los discípulos, quienes bajaron la vista avergonzados). Todo tiene una causa ¿cuál es la tuya?

– Lectura- contestó con la simpleza y sencillez de un pescador. Necesito más espacio para mis lecturas, por eso eché fuera todo…  excepto la mesa y la silla para escribir. Ahora tengo más estantes y más rollos que acomodar.

Platón le dio un abrazo a su discípulo más destacado, dio media vuelta y le hizo una seña, como para indicarle que continuara con su labor. Aristóteles hizo una reverencia al maestro e ignoró todo lo que no fuera sus rollos y manuscritos.

¿Hasta dónde es importante la lectura en la fundamentación de una Polis, es decir, una Nación? Los investigadores más antiguos y precisos sobre el tema de la Política pensaban que una de las piedras angulares debía ser la educación, con especial atención a la lectura y los libros. Cómo sabemos, Platón y Aristóteles crearon dos de las escuelas más importante del mundo antiguo: La Academia y El Liceo. De todas partes acudían para educarse, sobre todo, los hijos de familias aristócratas, incrustadas en el poder y el gobierno.

Antes de ser maestros, fueron filósofos; antes de establecer sus corrientes de pensamiento, fueron escritores; antes de ser escritores fueron lectores… fabulosos lectores. Cualquier simple hojeada a sus obras, nos revelan una gran variedad en citas de autores y obras de la antigüedad griega. Si le preguntamos directamente a Platón y Aristóteles sobre la posibilidad de gobernar sin tener educación y una cultura libresca, sus respuestas son reveladoras:

Platón: Sería un gobierno mediocre, sin capacidad de resolver los problemas reales de las personas. Ese gobierno estaría preocupado sólo de sus intereses y satisfacer sus propias necesidades, alejados de los gobernados. La felicidad sería un lujo reservado a ellos.

Aristóteles: Ya existen gobiernos de ese tipo, se llaman tiranías. El gobernante está interesado en su beneficio. Las necesidades de trabajo, seguridad, salud, educación, leyes justas, no existen.

 Por eso, hoy preguntamos de nuevo: ¿Y la lectura?

*Escritor y secretario de los escritores de Cajeme

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