Nacional

La Muerte del “Güerito” 1ra Parte

Por domingo 23 de marzo de 2014 Sin Comentarios

(Y la  primera Comunión colectiva en San Javier)

Por Salvador Echeagaray Picos*

pag 14 Salvador Echegaray Picos1-Se “empachó” y se encuentra grave el Güerito, allá en su casa de “Mezquital”-, me dijo mi prima Lolita Nevares.  ¿Pero cómo? pregunté, si ayer por la noche estuvimos juntos oyendo cuentos con el tío Fermín.  “Dicen que fue  por la tierra que no deja de comer,  que “arranca” de  las paredes de las casas ajenas cuando visita a sus amigos,  ya que en la casa de sus padres siempre le pegan para quitarle la maña”-, fue la respuesta de la pariente.

No pudo el Güerito con tan arraigado vicio y siguió comiendo, sin parar, la tierra que desprendía de las paredes hechas de lodo y que se blanquean en los pueblos, con pintura hecha a base de cal, agua y hojas de sábila.

Como ominoso presagio de la desgracia que significaba la gravedad de nuestro compañero de escuela, andanzas y juegos, en la madrugada de ese aciago día, cayó intenso aguacero sobre la zona rural del Piaxtla,  entreverado, más tarde, con profusión de rayos y centellas en aquella pavorosa tormenta eléctrica que nos impidió dormir, creyendo que en cualquier momento podría caernos un rayo, después del relámpago que iluminaba los espantados rostros de toda la familia, que se había concentrado en una sola habitación de la casa, para sentirnos protegidos y darnos fortaleza los unos a los otros.

No dejamos de rezar durante todo el temporal, incluyendo, por supuesto, el acostumbrado “JESUS, MARÍA Y JOSÉ”, después de cada relámpago que semejaba cósmico “flachazo” que retrataba la angustia de todo un pueblo, bajo el embate de las fuerzas de la naturaleza. Cuando se puso extremadamente grave el Güerito, ya por la  noche, después de la intensa lluvia durante la mayor parte del día, que inundó los “zanjones” del rancho, fuimos llamados varios de sus amigos para pedirnos que orináramos en una bacinica de peltre blanco, que luego le dieron a beber a nuestro amigo, dizque para provocar el vómito y expulsara todo el lodo y  la cal que lo estaba matando.

El Güerito no sobrevivió. Falleció en la madrugada, cuando el pueblo era azotado por otro intenso aguacero que se mantuvo durante todo el día, provocándose que las aguas broncas, e intensas “avenidas” del rio Piaxtla, rebasaran su cauce e inundaran las zonas bajas del pueblo, así como los caminos que conducían al mismo. No lo sabíamos, pero nos habíamos quedado totalmente incomunicados  con la Cabecera Municipal y el resto del Estado.

 Sin dar crédito al lamentable deceso  de nuestro pequeño amigo, quisimos conocer que lo había causado. Su hermano mayor sólo mencionó la palabra “empacho” y nos platicó sobre los remedios caseros que le aplicaron tratando de salvarlo, consistentes en purgas con aceite ricino, tés, a base de hojas de naranjo, de raíz de ipecacuana, tequesquite…y hasta nuestros orines…

En cuanto al temporal que azotaba la región del Piaxtla desde Estación Dimas, hasta  gran parte de la sierra Madre Occidental, como se supo después, vía la reseña oral arraigada en las gentes de mayor edad en el Pueblo, aseguraron no recordar que  hubiera llovido tan torrencialmente en los últimos treinta años en la zona.

Sepultamos el cuerpo de  nuestro amiguito al atardecer del día siguiente, todavía bajo pertinaz lluvia.

“Parecería que el cielo estuviera llorando la muerte del niño de apenas siete años”- señaló su hermano mayor, en una breve y conmovedora  oración fúnebre, que  hizo llorar  a  todos los presentes.

Fue para todos nosotros, sus amigos y compañeros de escuela, nuestro primer encuentro con la muerte.

Recuerdo que al regresar  del camposanto, hice un comentario para mí completamente inocente, que nunca se olvidó por parte del grupo de amigos del Güerito, provocador de serias implicaciones que tuvieron al Pueblo “en vilo” durante varias semanas….-”Parte de nosotros,  los que le dimos la orina que le dieron como medicina, le está acompañando en su tumba….y se irá con El”-,  les dije.

Esta ocurrencia mía, provocó insospechadas consecuencias en el entorno familiar de mis amigos y que hizo necesaria la intervención de los abuelos que me llamaron la atención por imprudente, al “asegurar” yo, según me entendieron los “plebes”, así como sus padres, que el difunto Güerito, se había llevado nuestros orines “y quién sabe qué consecuencias podría haber para nosotros, “los donadores”, de parte del “más allá”….”o del más acá”…como sucedió.

*Notario Público.

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