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LA VICTORIA PÍRRICA Crónica, Ensayo e Historia

Por domingo 2 de febrero de 2014 Sin Comentarios

Por Carlos Lavín F. *
carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx

La-Victoria-Pirrica0En la actualidad cuando un cirujano diagnostica que hay que operar de urgencia, es posible que la urgencia sea de él mismo, sin importar que sean pequeños o ancianos, mete cuchillo, cobra, cubre sus gastos y asunto concluido, el peligro que representa la sola anestesia parece que no es tomado en cuenta; igual pasa con el mecánico cuando arregla desperfectos que el auto no tenía, o si los tenía, nomás le pone tantito aceite, cobra y se va de farra, ambos temas ya los hemos comentado aquí, ninguna profesión está exenta de estas cuestiones, impera el “primero yo y sólo yo”.

Hoy toca al abogado, igual, sin escrúpulos: Cuando cerca de un problema que tiene pronta solución existe uno de ese género, él se encarga de embrollarlo, se apropia del asunto mediante la trampa llevándolo a los tribunales, y es cuando mejor se aplica aquella mexicanísima frase que dice que el asunto ¡ya–se–chin-gó! Expertos en timos, buscan aplausos y reconocimientos que no tienen, fabricando, complicando y enredando asuntos para darles solución. Lo aplican tanto en lo individual como en grupos, durante el juicio, se erigen como victoriosos, haciendo ver triunfos como si fueran definitivos que en realidad son de poco valor y efímeros, todo para alargar el asunto, ganándose a pulso frases usadas en el argot gansteril como, “el cerebro”, “el autor intelectual”, hoy se usa “malandro”, ya que malandrín sonaba cariñoso. Dice Víctor Hugo que “Nada es tan estúpido como vencer; el verdadero triunfo está en convencer”, convencer es permanente, vencer es relativo y no definitivo. Y cuando aún ganando un pleito en el terreno de la supuesta legalidad, les resulten daños de mayores dimensiones a los posibles beneficios que se obtendrían o con más detrimentos que al vencido, se dice que es una victoria pírrica. Así se le llama a un hipotético éxito cuya victoria para nada ha valido la pena ya que ha costado largos y desgastantes litigios pagados con dineros ajenos, donde han hecho perder a sus clientes beneficios y estatus que ya tenían, además de dejarlos en la quiebra.

La-Victoria-Pirrica1Si en una palea de box el ganador queda tullido o con daños cerebrales, afectando a todos en su entorno, como se da en otros casos, entonces, se dice que fue una victoria pírrica, ya que perdió más de lo que ganó.

El término, triunfo o victoria pírrica, se refiere a Pirro rey de Epiro y Macedonia que nació en el año 319 A.C. y murió en el 273 A.C., en una antigua región balcánica griega, se dedicó casi toda su vida a luchar obsesivamente contra los romanos, a los que derrotó varias veces. La expresión se refiere a la victoria que consiguió en el Sur de Italia. En el año 280 A.C., los ejércitos de Pirro y sus elefantes habían llegado al sureño puerto de Taranto -en el hueco del tacón de Italia-, con la intención de marchar hacia Roma. El pretor romano Valerio Levin salió a su encuentro, la batalla tuvo lugar en Heraclea en el 279 a.C., los elefantes de Pirro abatieron a la caballería romana y Pirro, acabó doblegando a la Republica Romana antes de ser imperio. A pesar de la sonada victoria, el rey Pirro perdió muchos más hombres que sus derrotados, entre ellos a sus mejores generales y cuenta la leyenda que, al darse cuenta del desastre, exclamó: “Si consigo otra victoria como ésta estoy perdido”.

Ganar y perder pueden parecer términos absolutos, pero no es así, pues depende de lo que se ha ganado y de lo que con ello se ha perdido y de cómo se ha ganado y de cómo se ha perdido. Por eso a veces una victoria es la antesala de una derrota definitiva como sucedió con Pirro en la Batalla de Benevento donde triunfó definitivamente Valerio Levin, quien fue ascendido a cónsul.

La-Victoria-Pirrica2La moraleja es; tener cuidado con los pirros profesionales de hoy, son aquellos que por dinero o por afanes de notoriedad, enganchan a sus clientes prometiéndoles “ganar”, litigios en tres días, aún sabiendo que el asunto que defienden es contra la ley, los alargan valiéndose de corruptelas, comprando voluntades, usando a terceros para implorar favores ante una justicia que nada tiene de pronta ni de expedita, sino más bien es inaudita, así, sin ningún recato se llevan a sus “clientes” entre las patas por años, terminando en victorias pírricas que sólo generan violencias, pleitos inútiles que no resuelven nada, sólo se tiran garrotazos al aire, ¡ah!… pero se “ganó”.

Los tribunales están atiborrados de estos asuntos, generando un gasto excesivo, ya que hay dos clases de abogados: unos son los que conocen la Ley, pero los otros son los que conocen al Juez, y ahí es donde la puerca tuerce el rabo.

*Cronista de Cuernavaca.

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