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UNA CHARLA CON DON EDUARDO MIURA La realidad de una leyenda

Por domingo 3 de noviembre de 2013 Sin Comentarios

Por Juan Cervera Sanchís*

Don Eduardo

Don Eduardo

La cita se concertó en “La Taberna de Currito”, en la calle de Guadalora, esquina con Fuenfría, Lora del Río, provincia de Sevilla, Andalucía..

En el setefillano término de Lora, setefillano porque ahí se adora a la patrona de esta villa, la Santísima Virgen de Setefilla, se encuentra la finca llamada Zahariche, que es donde se asienta la legendaria ganadería de Miura. Ahí pastan los más hermosos y bravos toros que se crían en España..

Cada toro de Miura es en sí un portento. Basta ver, desde lejos, a uno de ellos para sentir el cúmulo de energía que encierra y proyecta. A la distancia ya son imponentes y respetadísimos. Decir la palabra Miura, entre la gente del toro, es signar, con la mayor seriedad, la conversación en el ruedo del arte y de la vida.

Antes de que apareciera Don Eduardo Miura Martínez yo recordé para mis adentros a Don Juan Miura, fundador de la ganadería el año de 1842 y a su hijo Antonio, que fue quien puso en marcha, con absoluta dedicación, el hierro de la hoy histórica empresa; que una empresa, digna del más alto y noble orgullo, es Miura de por sí, y no se diga mantenerla y sostenerla y hacerla crecer a lo largo de ciento setenta y un años, y siempre en primerísima linea.

Hierro de la Ganadería

Hierro de la Ganadería

El apellido Miura, que en euskera se escribe con hache intercalada, significa “muérdago” .

En el año 1300 ya existía en Navarra y en 1645 se registra en Vasconia. De ahí pasó a Andalucía y, al parecer, Don Juan Miura, quien se avecindó Sevilla como fabricante de sombreros, decidió suprimirle la hache.

Nuestra cita con Don Eduardo III en “La Taberna de Currito” era a las 5:30 de la tarde. Allí lo esperábamos mi leal amigo Miguel Moreno Toro, quien fue mi certero enlace para que Don Eduardo me hiciera el honor de concederme esta entrevista, y Miguel Molina Linares, entrañable amigo, quien se prestó generoso a realizar el trabajo gráfico.

A la hora acordada, ni un segundo más ni un segundo menos, Miguel exclamó:

-¡Ahí viene Eduardo!

Y sí, ahí venía Don Eduardo, derrochando energía con paso firme y en ropa de faena, como hombre hecho a pisar la tierra y la yerba y familiarizado con el polvo y el barro.

Con la sonrisa en los labios y su mano franca y abierta de par en par nos fue saludando a uno por uno. Tras tomar asiento y darse un breve respiro iniciamos la charla.

Le pregunté jugando con la retórica.

-Tierra, agua, aire y sol igual a toro. Don Eduardo, nadie pone en duda que los toros de Miura son singulares. ¿A qué cree usted que se deba esa singularidad?

Don Eduardo me mira a los ojos y acentúa con firmeza:

-A la personalidad que tienen y el carácter que los hace imprevisibles.

Juan Cervera y Eduardo Miura

Juan Cervera y Eduardo Miura

-La crianza del toro bravo es toda una cultura y el toro en sí, pienso yo, es sinónimo de señorío. Díganos, Don Eduardo: ¿Son los toros en verdad genuinos aristócratas?

Don Eduardo sonríe y mueve la cabeza como rumiando su pensamiento. Luego nos responde:

-En esta época que no se puede hablar de clases, el toro, dentro del mundo animal, por su crianza especial y por su final, es un aristócrata.

Alrededor de nosotros jugaban y gritaban unos niños. Todo un jolgorio de vida.

Nosotros proseguimos, sumergidos en lo nuestro, la conversación.

-Si hablamos de toros es necesario hablar de caballos. Díganos, Don Eduardo: ¿Son en verdad los caballos y los toros, desde su infancia, sus dos grandes amores?

-Tanto como grandes no, pero son amores y únicos. Y aquí Don Eduardo entrecierra sus ojos e imaginamos que recuerda a algún caballo suyo en especial y algunos de sus toros protagonistas estelares en corridas de tronío.

-Entre el toreo de a pie y el de a caballo, ¿qué emoción, en su manera de ver y sentir, los distingue?

-Yo no he toreado ni a pie ni a caballo, pero el toreo de a pie tiene más proximidad y más cercanía con el toro que el de a caballo. Esa peligrosidad los distingue.

-De ahí, Don Eduardo, que sea una rareza que un rejoneador muera de una cornada y toreros de a pie si hayan muerto muchos.

-Así es, rejoneadores fallecidos en una lidia yo sólo recuerdo a uno: Salvador Guardiola y fue porque se cayó del caballo.

Entrada a la Ganaderia

Entrada a la Ganadería

-El arte de torear, Don Eduardo, ¿podría ser el arte que es sin la muerte del toro, y cuando los hados se equivocan, la del torero?

-Yo pienso que la faena es la muerte del animal. Salvo excepciones en que se indulta al toro a causa de su bravura y nobleza. Se dice que se equivoca el torero cuando lo coge el astado, pero la obligación del toro es coger al torero.

-Pienso, Don Eduardo, que la fiesta brava, es el arte que más se parece a la vida, por su profundidad, su colorido, su belleza y el caudal de emociones que desata, ¿cuál es, en su opinión, la verdad del toreo?

Don Eduardo hace un ligero paréntesis y subraya:

-Que se puede morir delante de la cara del toro y esa emoción es única. No hay otro arte en donde exista ese riesgo.

-Yo creo, Don Eduardo, que el toro, tan imponente como es, en el fondo de su ser tiene un alma dulce. ¿Usted qué piensa?

-Pienso que el toro no tiene alma, ni ningún otro animal, pero si pienso que el toro, aunque no tenga alma, tiene su sentimiento. Es mi opinión.

-¿Cuál es la verdadera gloria del semental?

-Debido a que es indultado por su bravura y su nobleza tiene una vida más larga y más agradable, y es de esperarse que los hijos que procree hagan honor a su raza.

-Gracias a la fiesta brava el toro de lidia no muere en un hospital ni se sumerge en la amarga decrepitud. ¿Tan difícil de entender es este privilegio?

-La fiesta del toreo es una fiesta dura tanto para el toro como para el torero. La vida en sí es dura para todos.

Toro de lidia, Ganadería Miura

Toro de lidia, Ganadería Miura

-Creo, Don Eduardo, que el arte de torear no está propiamente en las florituras que realiza el torero, aunque ello sea parte muy efectista de la fiesta, sino más bien en el señorío y la bravura que emite el toro. ¿Está usted de acuerdo?

-No, no estoy de acuerdo. El arte de torear es una fusión entre el torero y el toro y de ahí surgen las faenas y la comunicación con cada espectador y, cada espectador, tiene su manera muy particular de sentirlo.

-La tauromaquia nos remonta a Grecia y Creta. ¿Hasta dónde el arte de torear es un rito?

-Es un rito. El toro es el rito y la invocación. Es como pintar un cuadro.

-¿Cómo podríamos definir esa apasionada vocación que es el ganadero de reses bravas?

-Es una manera de vivir y de actuar durante toda la vida. Es algo que traemos de generación en generación. Es mantener una tradición familiar con absoluta fidelidad a nuestros mayores y a cuantos nos precedieron en esta tarea.

-Háblenos de su amor y entrega, día con día, al legendario hierro Miura, tan real y tan exigente, ya que demanda un esfuerzo sin tregua.

-La ganadería ha llegado hasta aquí y aquí nadie nos regala nada. Nosotros subsistimos gracias a nuestro esfuerzo. Dinero y esfuerzo. Dedicación, y esa dedicación tiene su parte psíquica, emocional. A veces es satisfactorio y otras veces las cosas no salen como uno quisiera.

Toro de lidia, Ganadería Miura

Toro de lidia, Ganadería Miura

-Don Eduardo, aunque bien sabemos que la felicidad suele ser una empresa casi imposible, ¿usted la hecho posible gracias a sus toros y cuanto esto conlleva?

-Lo que pasa es que estoy satisfecho con mi vida. Estoy contento con mi trabajo de muchos años. Para mi hermano y para mi la mayor satisfacción es mantener ciertos principios y actuar en consecuencia con los mismos con total seriedad. Eso es algo que no se cotiza. Nuestra mayor satisfacción es seguir aquí en un lugar prominente dentro del mundo taurino.

-Gloria y tragedia. Morir a causa de una cornada de un Miura, para un torero, es tan doloroso como glorioso, ya que ello implica ganarse un pedestal en la historia del toreo, ¿qué nos responde a esto, Don Eduardo?

-Es parte de nuestra historia. No se puede renunciar a ella, pero los toros de los que yo me acuerdo son los que han contribuido al éxito artístico y económico de los toreros. Aquí, Don Eduardo Miura Martínez, nos volvió a estrechar la mano, nos dio su cordial adiós y abandonó presuroso

La Taberna de Currito”, a paso firme, por la calle de Guadalora.

*Poeta y periodista andaluz.

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