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Historias de el Grullo

Por domingo 7 de julio de 2013 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel “El Cuervo”*

Historias-Del-Grullo1—Míranos, carnalito… Hablando de arte aquí en este atardecer… Y yo no sé por qué no estudié arte… Me hubiera gustado estudiar artes plásticas, pero no… Yo fui panadero…

—La panadería tiene su chiste, carnal…

—Sí, eso sí… Hay que saber cuándo y cómo… No cualquier cabrón logra inflar la masa como debe ser… Eso sí…

—¿Cuánto tiempo fuiste panadero…?

—Pos ‘ora verás… Si fui su tiempito, no te creas… Pero primero no era panadero, primero nomás era el entregador de pan… Por eso tenía que ver con Raúl, El Aguacate… El era el dueño de la tienda y yo era entregador de pan… Todos los días iba a entregar el pan a la tienda de El Aguacate…Yo estaba chamaco… Y un día se me cayó el pan y se enterregó… El Aguacate no me lo quería agarrar por eso… Y le dije: ¡’Ora me lo agarras…! Y sabe qué cara me vería que me lo agarró… Primero me dijo: No lo quiero… Pero le dije: Ora me lo agarras… Y me lo agarró… Así, enterregado y todo… 60 piezas de pan con 10 centavos de ganancia… Tenía yo diez años y las corvas cortas me alargaban el camino… Eran quince kilómetros caminando… A veces agarraba el camión… Verde, sin cofre y con vidrios rotos… Y sucios… Era el camión de Don Luis Orta por mal nombre “La Sopa”… Muchos vidrios rotos… Tenía muchos vidrios rotos, mucho polvo y un olor a tristeza que se te enredaba en la panza apenitas te subías… Y aunque te aguantaras, te sacaba las lágrimas… Así era el camión de Don Luis, con vidrios rotos, el olor a tristeza y mucho polvo… Por eso tenía que cubrir bien cubiertita la atarjea… Pa’ que no se ensuciara el pan porque si no luego no me lo querían agarrar y tenía que regresar el pan así nomás sin venta…

—¿Quién te daba el pan a vender…?

Historias-Del-Grullo2—Mi padrino Lorenzo Santana “El Gringo”… Le decían el gringo porque era güero y de ojos azules… El me daba el pan… Y aunque yo le decía que venía a comprar el pan para los peones, él me lo daba regalado… Primero no era yo entregador ni nada, nomás me daba el pan porque yo era vaquero de mi tío José Calavera… Usaba calzón blanco, ceñidor, huaraches de cuatro correas, cuchilla a la cintura y las uñas de los pies llenas de tierra… Si llegaba temprano me daba 50 centavos para ir a comprarle el pan a mi padrino… Pero mi padrino me regalaba el pan y yo me quedaba con los 50 centavos… Pero eso era sólo cuando llegaba temprano con mi tío José, si llegaba tarde no me daba nada y entonces me quedaba sin mis 50 centavos, sin mi pan… Y con mi hambre… Tenía hambre… De todo… Hambre de todo… Por eso te digo que me hubiera gustado estudiar artes plásticas… Pero no, yo no estudié arte… Yo fui panadero… Y pues así me hice entregador de pan… Mi tío José Calavera me decía: ¡Órale chaparro, ve por el pan…! Y no me gustaba que me dijera chaparro… Y es que ya luego cuando me hice entregador de pan pues me quedé así, pero no es que sea chaparro sino que el cuello se me fue hundiendo por tanto llevar la atarjea de pan en la cabeza… Por aquello que dicen que al animal tierno no hay que cargarlo mucho porque se pandea… Yo no me he pandeado nunca y primero mi Padre Dios nunca me voy a pandear… Pero el cuello se me fue hundiendo de tanto llevar sobre la cabeza la atarjea con 60 piezas de pan… Sólo cuando me subía al camión era el único momentito que me quitaba la atarjea de la cabeza… Siempre la recargaba a un ladito, hasta que aquella señora me dijo: A ver, chamaco, quiero que me lleves pan a mi casa… Con tal de que me quites la atarjea de aquí, te voy a comprar pan… Luego más delante hizo la parada y me gritó: ¡Ándale, bájate… Ya llegamos! Yo le obedecí porque mi padrino Lorenzo me enseñó que hay que obedecer a los mayores… De todos modos, yo iba a vender pan y aquella señora me lo iba a comprar con tal de que ya no siguiera picándole el espinazo con la atarjea… Luego que llegamos me dijo: Pásale, pon a’i la atarjea y tómate esto pa’ que se te calme el calor… Yo le iba a preguntar: ¿Qué es esto? Pero mi padrino Lorenzo me enseñó a obedecer a mis mayores… Así que me lo tomé… No pregunté nada y nomás me lo tomé… Yo sabía que era trago, pero me lo tomé… Y en lugar de quitárseme, se me subió un calorcito por todo el cuerpo hasta llegar a los cachetes… Los cachetes se me pusieron rojos, rojos… ¿Cómo te llamas, chamaco…? Rubén… Ah… ¿ya se te quitó el calor…? No, ya me dio más… Ha de ser el polvo… ¿cuál polvo? El polvo que se mete por las ventanas rotas del camión de don Luis Orta… La Sopa que le llaman… Ah, sí, se mete mucho toda la tierra que alborota el camión… Pero no te preocupes, mira, con otro traguito se te quita porque te va a limpiar el polvo que tienes por dentro del pescuezo… Y me lo sirvió… Y yo me lo tomé porque mi padrino Lorenzo me enseñó a obedecer a mis mayores… Y ahí fue cuando sentí la emoción… Esa emoción solamente la había sentido cuando nos bañábamos en el ojo de agua… El que está ahí abajito de la curva… En la poza… Ahí donde nace el arco iris… Ahí nos bañábamos al mismo tiempo con agua fría y con luces de colores porque ahí nacía el arco iris… Yo creo que por eso cuando algo me emociona me salen arco iris de la panza… Ahí lo vi nacer ese día, cuando encontramos el costal… Yo me aventé de clavado y llegué hasta el fondo y me topé con el costal… ¡Ahí abajo hay un costal…! Les dije… Pero no me creyeron… Hasta que el güero se aventó también y salió todo asustao… ¡Ahí abajo hay un costal, hay un costal con algo adentro!… Nomás así me creyeron… Así que nos dio miedo porque no fuera a ser maña lo que el costal tenía adentro y nos fuimos corriendo a avisarle a mi tío José Calavera… El fue el que sacó al difuntito… Sabe qué tanto debía, pero lo encostalaron y lo aventaron al ojo de aguaA’i mero donde nos brotaba la emoción aquella… Una emoción como la que me agarró cuando la señora me dio trago quesque pa’ limpiar el polvo que traía por dentro en el pescuezo… La mujer nomás me veía y me veía y nada que me Historias-Del-Grullo3compraba… Yo destapé la atarjea y sacudí el plástico lleno de polvo del camión de Don Luis la sopa… Lo sacudí pa’ que no se fuera a enterregar y luego no me lo quisiera agarrar la señora igual que me quería hacer Raúl, El Aguacate… ¿Cuántas piezas va a querer…? Pero la señora nomás mi miraba… ¿Cuántas piezas va a querer…? Y a la tercera vez me contestó… ¿Cuántas traes, m’ijo…? Sesenta… Traigo sesenta piezas… Birotes, protestantes, mochos, picones de panocha reventada, tostado, huaraches y ojos de buey… Ah, y también me quedan polvorones…La señora ni caso me hacía, nomás me veía y me peinaba y me agarraba los cachetes… Y más calor me daba… Déjalas todas… Ahí déjalas… Al ratito hacemos cuentas, tú nomás a’i déjalas… Ya cuando salí, ya había caído la noche… Salí caminando como si el piso fuera de algodón… Dejé la atarjea con el pan y ni me acordé del dinero… Tuve que regresar al día siguiente a recoger la atarjea y ahí ya me pagó y me encargó más pan pero ya no quise trago porque en vez de quitarme el calor me daba más… Ya después de ser entregador de pan me hice panadero… El que me enseñó a trabajar el pan fue Pedro Fierro apodado el perote era pelotero ahí en el equipo de El Grullo… Era buen pelotero y panadero… Ya murió… Pancho Flores y Chagoyán también me enseñaron, pero ya despuésDespués se convirtieron ellos en mis patrones pero yo ya era panadero… No cualquiera ¿eh?… No cualquiera hace que levante la masa… La masa del pan tiene sus secretos y hay que sabérselos arrancar… Hay que saberla tocar… Como si fuera una mujer… Igualito… Si no, nomás no te suelta el secreto… Ya mas delante, me enseñé a hacer camotes… Y el que me enseñó a tatemarlos sin que se pasaran ni quedaran crudos fue Don Lolo Colmenares… El dinero que juntaba parte se lo daba a mi amá, parte lo escondía… Tenía varios escondites secretos… Por allá donde eran las caballerizas de Corona Blake había en la barda un ladrillo suelto que no ve veía… Yo sacaba el ladrillo y ahí ponía el dinero… Así tenía varios escondites… A veces se me olvidaba en cuál había dejado cuánto… Y a’i andaba desesperado por acordarme… De ‘onde fuera buscaba ganar unos centavos… Por eso también le entregaba huevos a Doña Chuy, La Ciega… Doña Chuy era dueña de la cantina y le compraba a mi abuela los huevos de gallina para dárselos a sus putas con alcohol y azúcar para reponerlas… A veces, cuando llegaba a entregar el huevo a Doña Chuy, me metía y ahí fue donde miré que los cuartos de las putas tenían catre de otate y petate de tule… Yo nomás entraba y luego luego me brincaba el corazón y ellas se reían de mi cara de escuincle asustado y me llegaban a enseñar de más cuando se levantaban el fustán… Mi abuela siempre me decía no te dejes llevar por ellas, no les hagas caso… Tú estás muy chamaco y te van a enliar porque luego te puedes encontrar con una que tenga muchos queveres con algún cabrón que te vaya a hacer alguna maldad fuerte… Y yo por eso nomás temblaba de las corvas pero nomás… En tantito entregaba el huevo y me iba… Saliendo, pasaba por los chivos y me los llevaba al cerro… Mi abuela siempre tenía chivos y me encargaba que los llevara… Me gustaba llevarlos porque mientras el chivo tragaba huizaches yo tragaba anís… Había mucho anís en el cerro… Florecía bonito en todo el cerro… Quién sabe por qué, pero los chivos de mi abuela siempre eran blancos, nomás chivos blancos tenía… Después de hartarme de anís me tiraba en una sombra a soñar… Soñaba y soñaba muchas cosas lejos de todo… Soñaba con tener mis huaraches de cuatro correas como los de mi tío José Calavera… Y ya pardeando iba de regreso con los chivos blancos de mi abuela… Los chivos hartados de huizache y yo de anís y de sueños… Mira pues… Aquí estamos hablando de arte… Hubiera estudiado artes plásticas… Pero no, yo no estudié arte… Yo fui panadero en El Grullo…. Vieras qué panes hacía… Vieras qué panes… No cualquiera… No cualquier cabrón logra que le levante la masa como debe ser… Por eso fui panadero, por eso…

México-Tenochtitlan recordando las historias mágicas de El Grullo y mi carnalito.

*Cantante, compositor y escritor.

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