Nacional

Un editor de música de los que quedan muy pocos… Alfonso García Santillana

Por domingo 3 de marzo de 2013 Un comentario

Por Mario Arturo Ramos*

1972 se fue rápido, los conciertos y las actuaciones en centros de espectáculos con Guadalupe Trigo y el Canto Nuevo lograron hacer que como dice la canción: “se fuera el tiempo volando” La audiencia aumentaba” poco a poco” después de cada sesión, por lo tanto ante la demanda del público que solicitaba un disco de Guadalupe con las nuevos temas, se planteó la necesidad de grabar la producción “Mis cuatro paredes” en octubre de ese año. La tarea comenzó, el primer paso era editar las canciones, condición indispensable bajo las reglas que la industria discográfica (imponía o impone) para comenzar un disco. El cantor yucateco programó una cita con un editor de música, en una oficina de la Colonia Anzures, La compañía se encontraba en el primer piso de un edificio que se distinguía en la ciudad de México, por oler a pollo a la leña… abajo se encontraba una rosticería; al llegar a la reunión, nos pasaron a una amplia oficina donde en un escritorio del tamaño de una mesa de billar, un hombre de mediana edad con un puro veracruzano presidía el espacio donde un piano, una guitarra y un closet con una gran cantidad de guiones y partituras conformaban la escenografía del corazón de una empresa cesionaria de derechos de autor, o editora musical. Mientras saboreaba el humeante café que sirvieron como preámbulo a la charla, pensé en la 1a editora de música en los Estados Unidos Mexicanos,, Wagner& Levien, fundada por Agustín Wagner y Guillermo Levien en 1851 y que se instaló en la capital del país en la calle de San Francisco ( hoy, Madero16 de septiembre) No 12.

Recordé que a esta añeja empresa cultural se le relaciona con maniobras poco claras en la recaudación y distribución por la explotación de las obras de creadores que cedieron sus obras y que siempre se quejaron de los exiguos pagos que recibieron como contraprestación de Wagner & Levien, que sin embargo hay que reconocer que en otro lado de la hoja pautada aportó al catálogo nacional una buena cantidad de obras impresas de compositores y autores mexicanos que se dieron a conocer internacionalmente . El director de CESA, -así se llamaba la editora-, era un amigable persona que de buena manera se dispuso a escuchar las nuevas canciones; Trigo con afecto le llamaba “Ponchito” a quien contaba con la asesoría artística de Ignacio González M. A la tercera canción se destapó una botella de vino chileno y la reunión de negocios se convirtió en una tertulia llena de canto y poesía. Alfonso García Santillana, músico, compositor, productor y capitán de fragata en retiro, fundador/ director de la Orquesta de baile de la Secretaria de la Armada y Marina de México, conocido como “Ponchito”, nació El 21/ II/1932 en el hogar formado por la señora Leonor Santillana V y el contralmirante Estanislao García E, orquestador, compositor fundador/director de la Banda Sinfónica de La Secretaria de Marina llegó a la vida. Los primeros años de Alfonso se encuentran llenos de música (su hermana María Enriqueta ocupó un buen sitio entre las cantantes románticas) , en la adolescencia ingresó al Conservatorio Nacional, institución donde recibió clases de Julián Carrillo, Benigno Foster, Segundo Badillo, y otros mentores. Al terminar la carrera a de piano, se inscribió en la Academia Andrés Soler de la ANDA. A las pocas hojas del calendario al lado del productor Luis Manrique participó en la producción y elaboración de programas de televisión y películas, actividad que combinó con la ejecución del piano en la Orquesta de Eleazar Martínez. La bohemia entendida como el disfrute de la canción y de los seres humanos que las crean y la recrean fue el signo que marca y define a los ochenta y dos años de García Santillana elemento, que en aquel lejano octubre no podía faltar. Este estilo de vida es el que le abrió las puertas de la Editora Mexicana de Música Internacional que dirigiera Mario Álvarez, filial de Peer Internacional Corp. , empresa que comparte o es dueña del gran repertorio que comprende canciones de Agustín, José Alfredo, Esperón/ Cortázar, Curiel, etc. etc., “Ponchito” pronto se convirtió en la mano derecha de Álvarez que tenía la fama de ser uno de los mejores editores de Iberoamérica.

El negocio de las editoras musicales es producto del cobro por utilización, reproducción, comunicación, sincronización y otros usos con fines de lucro de las obras de las que son titulares o cotitulares. En nuestra tierra, Emilio Azcárraga Vidaurreta coasociado con Ralph y Monique Peer, formaron Promotora Hispanoamericana de Música y Editora Mexicana de Música internacional, empresas que a través de compras o coediciones capturaron el catálogo de oro de la canción nacional. En su trayectoria Alfonso convivió con Rafael de Paz, con Álvaro Carrillo, Rubén Fuentes, Consuelo Velázquez, los Hermanos Rigual, Pérez Prado, Manzanero, Juan Gabriel, Luis Demetrio, tal y tal que conformaron la flor y el perfume de la música nuestra. Con motivo del cumpleaños 82 de mi amigo “Ponchito”, con el que me une desde aquel octubre una amistad sólida y una buena dosis de aventuras autorales, fui a felicitarlo y tuve una charla que reproduzco:

M.A. ¿En tu amplio currículo que compositores admiras? sé que son muchos pero solo nombra a tres Ponchito. Lara, Ponce y José Alfredo.

M A. ¿Tres cancionistas que te dejaron huella?

P.-Lucho Gatica, Javier Solís, Miguel Aceves Mejía

M.A. ¿tres editores?

P.- Mario Álvarez, Ramón Paz, Luis Martínez Serrano.

M.A. ¿Qué es para ti el ideal de un editor musical?

P.- Una persona que apoye el talento musical escuchando a los autores y compositores, sugiriendo intérpretes, que edite y administre las obras y que en su caso consiga anticipos para los creadores tomando en cuenta el posible éxito. En el siglo XX compositor y editor eran un binomio que auguraba resultados óptimos.

M.A. ¿Y en los tiempos actuales a los editores como los ves?

P.- Los tiempos han cambiado, la crisis de la ventas de discos, la nuevas tecnologías etc., han necesitado un editor administrador y no un buscador y patrocinador de talentos y canciones que se convirtieran en hit de ventas, hoy el editor hace negocios donde al autor/compositor ya les llega con la tarea hecha.

La tarde del 21 de febrero se apagaba y al despedirme del cumpleañero, recordé aquel octubre hace casi 41 años, donde conocí y aprendí a apreciar a un editor de música: Alfonso García Santillana. De los que quedan muy pocos.

*Investigador y autor.

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