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Orden simbólico y cultura frente a las ciencias

Por domingo 17 de febrero de 2013 Sin Comentarios

El psicoanálisis debería de ser la ciencia del lenguaje habitado por el sujeto. En la perspectiva freudiana, el hombre, es el sujeto tomado y torturado por el lenguaje.
Jacques Lacan.

Por Carlos Varela Nájera*

Orden-SimbolicoEl orden simbólico, tal como es pensado desde Lacan nos lanza hacia un imperativo, no renunciar frente al acoso de las tecnociencias y esto implica una ética, no ceder nuestro deseo. La cuestión ética instala el uno por uno contrario a la universalización, este uno por uno despliega el deseo, se abre un espacio para el deseo dando vida al orden simbólico en cada sujeto.

La naturaleza del orden simbólico no se remite a la métrica, ya que la ciencia idolatra la medición como garantía que genera una verdad, en su lógica, medir todo lo que sea posible para atrapar de un tajo lo real lacaniano y la realidad, aún sabiendo que esta última es múltiple, sin embargo, el objeto a como causa del deseo no tiene medida, tal como lo señalara Lacan.

Ian Hacking mencionaba que el ideal de la ciencia sería el de domesticar el azar por medio de la estadística, de esto inferimos que la ciencia quiere evitar la perplejidad teniendo como objetivo domesticar el objeto de investigación, ordenarlo en series, que sea contabilizado para no caer en las sorpresas, sino al contrario, que todo esté controlado regulado y sin asomo de interferencia. Variables controladas con escenarios habilitados para evitar el error, desde ahí se hará una cacería de brujas a la Mario Bunge, todo lo que escape a este escaparate será pseudociencia, iniciándose una cruzada inquisitoria.

El grupo, la masa, la multitud, que son fenómenos culturales, serían para los objetivistas eventos intrascendentes, allí donde Moscovici nos habla de alma, multitudes y sus representaciones, estos estarían desfasados, siendo emplazados desde el discurso amo a ser objeto de estudio científico, dejando de lado creencias y subjetividades que no caen dentro del experimentalismo bungiano.

Si bien la masa, el grupo, la multitud son cuantificados, sus lazos obedecen a distintos órdenes simbólicos y subjetivos donde, emoción, sugestión y desborde son sus rasgos unarios que los identifican asemejándose unos con otros, dando vida a la era de las multitudes que el estadio de futbol representa de manera clara, masa homogénea que vitorea sugestivamente la pasión desbordada por el gol.

De esto podemos derivar que frente al orden simbólico hay una ideología cientificista, que como dijera Jorge Forbes, cada avance genético se transforma en una escalera que lleva al paraíso para los científicos, sin embargo, existe algo a simple vista y que se juega en el rango de la evidencia, a saber, la singularidad, eso que hace la diferencia y que nos particulariza, de ello se deriva la phrónesis como saber que rige la acción, a su vez el saber que consiste en una reflexión sobre ese saber práctico, saber del uno que deslizaría un sujeto supuesto al saber.

Este saber que no se sabe elude la conciencia, freudianamente se concibió un yo que no era asiento de la conciencia, un yo más bien dividido, de tal modo que yo y conciencia estarán integradas por una dimensión de desconocimiento, más aún sería una conciencia ataviada de fantasmas, por así decirlo un yo que no es lo que (se) piensa, tomando en cuenta que no hay nunca una conciencia en si misma sino sólo conciencia de un objeto, tal como lo afirmara Miquel Bassols, el yo es Otro, y la conciencia una función imaginaria un espejismo que se cree poder tomar, ¡toma conciencia! Jacques Alain Miller, en la orientación lacaniana del 6 de febrero de 2008, menciona que la enseñanza de Jacques Lacan será radical, al vincular los espejismos de la conciencia con el momento fulgurante del cogito cartesiano, momento inaugural de la ciencia moderna.

Por ello nos confrontamos a un yo como función de desconocimiento y al desorden de lo simbólico en la posmodernidad, donde la ideología cientificista forcluye lo simbólico haciendo de este una disfunción un trastorno, tratándolo con fármacos, abriendo el escenario a la normalización química donde el desorden simbólico se puede curar, desorden que queda reducido a una enfermedad, que la normopatía como normapraxis quiere regular.

*Licenciado en Psicología por la UAS, Psicoanalista,
Doctor en Educación, Profesor e Investigador.

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