Nacional

Odeon… Lugar de Intelectuales en Zurich

Por domingo 10 de febrero de 2013 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel “El Cuervo”*

Odeon01La cena en casa de Erick había sido estupenda, una plática interesante, la comida abundante hasta demasía tal vez y el vino en un excelente maridaje con la carne y la ensalada que nos sirvieron… Después de tomarme fotos con Erick y los cuadros que me compró en la exposición anterior, él mismo me preguntó cuánto tiempo más estaría…

—Dos semanas más…

—Pues mira, yo voy a estar descansando, si quieren llevarse el auto el fin de semana, cuenten con ello…

—Estaría genial, porque tenemos planeado ir a Zurich…

Habíamos quedado de ver a John, el gringo-suizo enamorado de la comida mexicana y gran amigo de nosotros… Por un par de huevos rancheros deja todo a un lado… Sabiendo que escribo para La Voz Del Norte, me invitó a un lugar muy especial en Zurich… Lugar donde se reunían muy diversos personajes de la intelectualidad europea… Después de la opípara cena, nos dispusimos a tomar el tram de regreso… Con el clima a 8 grados bajo cero, entendí perfectamente y agradecí la puntualidad extrema de los transportes urbanos en esos lares… Un minuto más en esas condiciones climáticas puede ser una eternidad… El Maestro Einstein tenía razón en la relatividad del tiempo… En el tram de regreso, ya refugiados del frío, después de un silencio que se dio tal vez por el impacto del frío…

—¿En qué nos vamos a ir…?

—Tal vez en tren, papá… Hay mucha nieve y se hace peligrosa la carretera…

—De todos modos hay que agradecerle a Erick su gesto de ofrecernos el coche ¿no? Se me hace muy buen detalle…

—Sí, por supuesto, yo le llamo para agradecerle… Estuvo bien la cena además ¿no?

—Muy bien… Y me gustó mucho poder tomarme la foto con los cuadros y Erick al lado… Me faltaba la foto con él…

Al día siguiente, salimos cerca del medio día hacia SBB, la estación de tren de donde salen aquellos que cubren toda Suiza… La nieve a todo lo que daba a lo largo del trayecto… En vez de buscar un asiento normal, nos fuimos al vagón-cafetería y ahí, al amparo de un chocolate caliente y charlando, el camino se hizo muy corto… Nuevamente, recordé a Einstein y su principio de la relatividad… Llegando a la estación, nos dirigimos al lugar de la cita. Hubo que tomar otro tram y después de dos paradas, nos bajamos… “Odeón”, se leía en letras luminosas blancas con bordes en rojo… Al entrar, nos sentamos en la barra… No había mesa desocupada… Al fondo, un gran alboroto nos hizo preguntar al cantinero por lo que acontecía… “Nada, lo de siempre… Aquellos tres que creen que van a cambiar el mundo…” Y la curiosidad mata al gato… O al Cuervo en este caso… Así que sin poder resistir la curiosidad, me acerqué lo más que pude a la improvisada conferencia tripartita que, una vez más, impartían involuntaria o voluntariamente, esos tres grandes personajes…

Odeon02—¿En verdad crees que tienes la calidad moral para hablarnos de justicia popular y de la lucha de las clases obreras cuando tú mismo eres de una extracción burguesa? Más aún, perteneces a la pequeña nobleza rusa que colaboró con el Zar… Entonces tu ideología es muy cuestionable en ese sentido…

—Comencemos por aclarar que no fui yo sino mi padre quien colaboró con Nicolás II… De ello no tengo culpa alguna por más que se intente desvirtuar mi ideología… Además, tu comentario es claramente proyectivo, mi querido James… Quién no va a opinar lo que tú cuando que tu prédica de sobra conocida es la alabanza a ese simil aristocrático que simbolizan las casas, castas, estirpes o como quieras llamarle…

—Lo acepto, Vladimir… Yo no estoy diciendo lo contrario ni intento que mi discurso hable de lo que no soy… Y acaso tú ¿no es cierto que estás cimentando tu presencia en una estirpe cuando que te haces llamar Lenin por pertenecer a aquellos que habitan el río Lena…? ¿No seríamos entonces lo mismo que tanto criticas en mí…?

—Definitivamente no… No tienes razón en lo que expones intentando manipular a todos… Mi origen, tal vez haya tenido influencia en mi manera de pensar y en mi lucha, sí, pero porque me brindó la oportunidad de abrir los ojos ante la injusticia y el desequilibrio que se da en esa lucha de clases… Por ello he participado activamente al lado de los explotados y lo haré siempre… Tú, sin embargo, te autonombras defensor de tu origen y te vanaglorias de escribir de manera regionalista y tradicional en cuanto a lo vivido. Sin embargo, aquí estás ahora mismo conviviendo en un ambiente cosmopolita que nada tiene que ver con tu natal Dublín… ¿Por qué no te quedaste recaudando impuestos del pueblo como tu padre lo hacía en vez de venir a intentar convencer de lo que no eres…?

—¿Participado activamente dices… Activamente cuando que justo ahora en el triunfo de la revolución tú no haces otra cosa más que disertar cómodamente en este rincón de Zurich, refugio ideal para los revolucionarios de café…? Explícamelo, mi querido Lenin… Por qué no estás presente en la lucha al lado de los explotados…

—Te recuerdo, mi querido Joyce, que incluso he estado preso en Siberia debido al defender mi manera de pensar, de modo que tu acusación no puede ser considerada sino perversa y manipuladora una vez más… Mi estancia en Suiza es por circunstancias que obligan y no por comodidad como en ciertos casos…

Odeon03—Bueno, caballeros… Perdón que intervenga, pero es mi deber no dejar que la discusión alcance tintes dramáticos extremos… Finalmente, no somos nosotros en forma particular quienes representamos aquello a lo que se combate o se cuestiona en nuestra ideología… ¡Henos aquí, en Zurich, en este Café Odeón, intentando componer al mundo y el mundo pasa en total desapercibimiento sin inmutarse por nuestras disertaciones que, desde luego, no pasan de ser charlas de café…! Las injusticias, indignan, claro, a todos nos indignan… Y todos escapamos siempre de algo o de alguien… Yo, por ejemplo, encuentro un refugio maravilloso en esta Zurich que me defiende contra la persecución nazi… No es posible ser radical en ninguna apreciación… La misma naturaleza nos muestra constantemente lo relativo de las aseveraciones científicas absolutistas…

—Mi querido Albert, aprecio tu intervención y tu intención de calmar los ánimos, pero considero que la discusión que se da entre nosotros va más allá de una reyerta personalizada… A menos que James lo entienda de esa forma… Creo que si nos reunimos a dialogar es porque nos retroalimentamos positivamente… Tú, por ejemplo, cuando nos hablas acerca de tu relatividad especial… Nos dejas maravillados aún cuando a veces no podamos apreciar bien a bien tus conceptos porque rebasas nuestra capacidad intelectual… Así le pasa a Joyce, su capacidad intelectual no le permite comprender bien a bien lo profundo de la ideología en la lucha de clases…

—Bueno, según lo que mencionas entonces, Vladimir, estarían ustedes situados en una esfera similar a la que menciono en torno a la paradoja de los gemelos… Sus puntos de vista hacen que el tiempo, la distancia y la esencia de las cosas que discuten se vean tan diferentes dependiendo de cómo sea contemplada, o desde cuál punto de vista… No podría decir si Joyce representa el gemelo que se aleja en la nave a la velocidad de la luz y tú al gemelo que se queda en la Tierra… O viceversa… O tal vez se asumen como uno y otro dependiendo del momento de la disertación y de ahí su falta de acuerdo…

—Mi querido Maestro Einstein… Entiendo y aprecio tu punto de vista… Pero así como hablas de la paradoja de los gemelos, así como has tenido la genialidad de elaborar toda esa complicada teoría de la Relatividad Especial, que pone en entredicho los absolutismos científicos, Lenin se sitúa por impulso meramente volitivo en el lado de los absolutistas que ni siquiera llegan a comprender bien a bien lo que se expone porque los ciega su rigidez…

Odeon04—Bien, dado entonces que ambos aceptan de manera implícita mi exposición acerca de la relatividad, creo que sería menester en este punto dar por terminada la disertación y brindar por el tiempo, que cuando estoy con ustedes, transcurre más rápido que para el gemelo que se queda envejeciendo en la Tierra… ¡Salud!

—¡Salud… Salud…!

—¡Papá, salud… En qué piensas, chingao jajajajaja te fuiste a otros mundos…!

—¡Ah, salud, salud… No, jajajaja estaba escuchando la plática de Einstein con Joyce y Lenin…! No me hagas caso, fue un viaje en el tiempo…

—¿Einstein, Joyce, Lenin…? Órale, pues qué pediste, salió bueno el bacachá jajajaja mira que para haberte llevado hasta allá…

—Alberto, tu papá tiene razón, en este sitio se reunían muchos intelectuales muy importantes… De hecho, Albert Einstein, James Joyce y Vladimir Illich Lenin eran asiduos clientes del Odeon… En las tarjetas del Odeon se menciona como un atractivo más… Por eso quise traer a tu papá a conocerlo…

De regreso en el tren, saqué un libro… Do, mi nuera, dormitaba en el hombro de Alberto… “¿Qué lees, papá…?” “Dublineses, de Joyce…” “Pa’ que amarre la magia, jajjaja…” “Sí, jajajaja ya después volveré a Lenin y a Einstein para completar la magia del Odeón, qué bueno que nos invitó John a ese lugar tan lleno de historia, quién lo iba a imaginar cuando a veces pensamos que Zurich no es más que la frialdad bancaria por antonomasia…”

En el Odeón, en Zurich… Disfrutando aún de las palabras de Lenin, Joyce y Einstein en ese mágico lugar…

*Cantante, compositor y escritor.

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