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SINALOENSES QUE REDACTARON LA CONSTITUCIÓN DE 1917

Por domingo 3 de febrero de 2013 Sin Comentarios

Por Faustino López Osuna*

SinaloensesEn 2017, treinta y seis días después de que termine el gobierno de Mario López Valdez, se cumplirán los primeros 100 años de haberse promulgado la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos. Al cumplir 96 este día 5 de febrero y para que no me pase lo que a algunos compositores que de manera generalizada lanzan loas a los héroes de Sinaloa pero sin mencionar a uno solo, recordaré y mencionaré a cinco sinaloenses nacidos en el estado, que contribuyeron en la redacción de nuestra Carta magna. Ellos fueron Ignacio Ramos Praslow (Culiacán, 1885), Cándido Avilés Inzunza (Culiacán, 1881), Antonio Guerrero (Chinobampo, El Fuerte, 1886), Emiliano Próspero Nafarrete Ceceña (Yecorato, El Fuerte, 1882) y Antonio Norzagaray Angulo (Sinaloa municipio, 1888).

Resulta de gran importancia destacar que fueron en total 48 diputados constituyentes de todo el país y que ningún otro estado de la República aportó cinco, como Sinaloa. De los cinco, solamente los dos primeros, el culiacanense Ramos Praslow y el sinaloense Avilés Insunza, asistieron como diputados constituyentes a Santiago de Querétaro, representando a nuestro pueblo. En tanto que Guerrero, Nafarrete Ceceña y Norzagaray Angulo, fueron como diputados constituyentes por el estado de Hidalgo, Tamaulipas y Tacuba (Distrito Federal), respectivamente.

Además del trabajo sin descanso en la redacción y aprobación de los artículos que conformarían la nueva Constitución, los diputados sinaloenses hicieron suya la justa demanda de los dos diputados representantes del entonces llamado territorio de Tepic, Esteban Baca Calderón (Santa María del Oro, 1876) y Andrés Magallón Ramírez (Acaponeta, 1882), siendo éste quien promovió, con el apoyo de sus pares de Sinaloa, la conversión de la entidad, que desde antes del porfiriato constituía el séptimo cantón del estado de Jalisco, en Estado Libre y Soberano de Nayarit.

Sinaloenses visionarios que, pese a que nos legaron un país mejor a como lo recibieron, no se les hace justicia todavía rescatándolos del olvido. Tal vez el mejor campo donde se les pudiera valorar o revalorar, sería en el del magisterio o de la educación. Pero no son populares como los artistas aclamados en programas de la televisión privada ni son bailadores de samba del carnaval y, por el contrario, si de casualidad una administración gubernamental pasada les levantó un monumento en sitio privilegiado para la veneración pública, lo mejor es retirarlos lo más lejos posible a una escuela oficial donde no estorben, como le sucedió al de Genaro Estrada que se admiraba en el malecón mazatleco, sin haber importado que fuera el único sinaloense que se encuentra en la Rotonda de los Hombres Ilustres de la nación ni que su nombre esté escrito en letras de oro en el muro del salón de sesiones del Senado de la República.

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De ese tamaño es la injusticia que se sigue cometiendo, por ejemplo, con el olvido del constituyente sinaloense Ignacio Ramos Praslow, que nació en Culiacán el 01 de febrero de 1885, siendo sus padres el licenciado Guillermo Ramos Urrea y doña Amalia Praslow de Ramos, y que murió, a los 93 años de edad, el 16 de mayo de 1978, después de ser revolucionario, abogado, periodista, constitucionalista, político, gobernador provisional del estado de Jalisco en 1920, diputado federal en 1916, asesor presidencial de Álvaro Obregón y Medalla Belisario Domínguez del Senado de la República en 1972, seis años antes de su muerte, hace ya 40 octubres. En un pueblo de Jalisco una escuela pública lleva su nombre. ¿Y en Sinaloa?

Por circunstancias políticas de la época, yo tuve el privilegio de conocer y tratar personalmente, cuando estudiaba Economía en el Instituto Politécnico Nacional (1962-1966), a dos legendarios diputados constituyentes, de quienes aprendí la humildad y la grandeza de quienes dedican hasta el último instante de su vida a servir a sus semejantes: el veracruzano Heriberto Jara Corona (Nogales, 1879) y el michoacano profesor Jesús Romero Flores (La Piedad, 1885), los dos, Medalla Belisario Domínguez del Senado de la República. Don Heriberto, en 1959, y don Jesús, en 1976. En 1951, don Heriberto Jara había recibido el Premio Lenin de la Paz.

Con el profesor Jesús Romero tuve la fortuna de cultivar una amistad plena de sabiduría de su parte. Fue el último sobreviviente de los 48 diputados constituyentes y, por problemas de salud, no pudo tomarse, brindando por sus compañeros, la botella de vino francés, guardada de mano en mano desde 1917 para que lo disfrutara el último de aquella generación luminosa, a la que perteneció Francisco J. Mújica (Tingüindín, Michoacán, 1884).

*Economista y compositor.

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