Editorial

Editorial: Nº 138

Por domingo 13 de enero de 2013 Sin Comentarios

Cien años sin Posada

El veinte de enero de 1913 a los sesenta y un años de edad en la Ciudad de México, cerró para siempre los ojos y entró a la inmortalidad el periodista visual, grabador, dibujante, caricaturista aquilátense, José Guadalupe Posada Aguilar.

Hay artistas que conquistan a la crítica, otros a un segmento de la sociedad y hay quienes con su obra interpretan la vida y la conducta social de todo un pueblo como lo logró Posada. La trayectoria del ilustre mexicano comenzó el dos de febrero de 1852, en sus primeros años bajo las orientaciones de su hermano Cirilo – maestro rural-, cursó sus primeros pasos escolares y empezó a dibujar. Las habilidades innatas del muchacho nacido en Aguascalientes, llamaron la atención del maestro Trinidad Pedroso quien lo llevó a su taller litográfico para que aprendiera el grabado y la litografía; sus progresos hicieron que el periódico político local “El jicote”, publicara sus caricaturas donde mostró su talento excepcional y su humor corrosivo que causó el enojo del poderoso Jesús Gómez quien persiguió a Trinidad y sus colaboradores entre los que se encontraba José Guadalupe obligándolos a trasladarse a León, Gto., para instalar la imprenta lejos del ambiente represivo que el cacique pueblerino Gómez, ejercía contra la libertad de expresión y la información.

En 1888 junto con su esposa María de Jesús Vela, decidió radicar en la capital del país , sitio donde encontró el espacio fértil para desarrollar su obra, que se distingue por una visión irónica y satírica sobre la elite que oprimía a los mexicanos, adquiriendo especial relevancia su transportación al universo de los esqueletos y calaveras de los sátrapas que sojuzgaban a la libertarios y a los humildes. José Guadalupe entabló una comunicación fluida con los lectores que encontraron en su trabajo una mezcla de realismo y fantasía que reflejaba una expresión artística congruente con los anhelos de la masa.

El final de Posada fue coherente con su trayectoria, murió en condiciones económicas adversas y fue sepultado en una tumba modesta del Panteón de Dolores, de la Ciudad de México; después de 7 años de su inhumación sus restos mortales al no ser reclamados por nadie fueron exhumados y trasladados a una fosa común sin embargo su obra prolífica influenció de manera notable al Muralismo y sus calaveras y grabados pertenecen al mejor acervo del Arte Nacional. En este centenario de su fallecimiento lo recordamos, lo admiramos y le asignamos el sitio preferencial que tiene un gran artista: José Guadalupe Posada. Porque hombres como él se quedan para siempre en el corazón.

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