Nacional

¿Nueva Cultura y Nuevas Mentes?

Por domingo 9 de septiembre de 2012 Sin Comentarios

La esencia de la actitud científica es: la persona
interpelada por una realidad ante la que se
admira e interroga.
(Ezequiel Ander-Egg:2008)

Por Fidencio López Beltrán*

La actitud científica (o la de cierto científico), desde el sentido común, nos parece tan “rara” o tan singular, por no decir excéntrica, que hay quienes llegan a mitificar al científico como alguien que no parece de “carne y hueso” y si es que ese científico es tan sabio que además, parece serlo, se olvidan que ante todo, es persona, es humano y también es producto social y cultural (La Voz del Norte, num. 118:4).

Ahora bien, preguntémonos: ¿qué significa poseer o mantener una actitud científica? ¿Qué rasgos o aspectos del ser persona, lo hacen ser, y ser percibido como científico? ¿Es posible imaginar una nueva cultura científica y por tanto nuevas mentes que la promuevan?

La historia moderna y, a manera de ejemplo, diremos que el Renacimiento, nos heredó la duda cartesiana, cuyo fundamento es que mediante la razón podíamos llegar a la verdad, lo cual significaba abandonar a la divinidad como la explicación de la realidad. Ello, visto como actitud científica, fue decisivo para la ciencia, tanto que el método experimental de la Física, repercutió en la misma Psicología, permitiéndole que se le reconociera como disciplina científica hace 133 años. El Barroco, sería también una muestra de lo que la cultura, en particular la latinoamericana ha producido en las Bellas Artes, articulándose a una ciencia diferente, una actitud (opuesta o no a la ciencia dominante), que profundizó en la subjetividad humana, asumiendo una visión que va más allá del método experimental y de la razón; seguramente toda ese legado cultural y científico, ha sido producto de la hibridación/ mestizaje de la vieja Europa y las culturas autóctonas que de una u otra forma han inspirado la obra de la intelectualidad mexicana.

La actitud científica hoy, así como ayer, debiera caracterizarse de inicio por aprender a pensar y por tanto a interrogar y luego, a crear y a resolver problemas propios de su tiempo y de su cultura. El científico es ante todo un pensador, tal cual lo es un maestro, un intelectual, un literato. Es decir, nadie que pretenda producir y/o aplicar nuevos conocimientos, será capaz de hacerlo sino se vuelve pensador, y demuestre que es una persona con la capacidad de cuestionar al mundo, a la naturaleza y/o fenómeno que le interesa, así sea considerado un inquisidor o un crítico radical de su tiempo, de su historia y de su cultura.

Asombrarnos y sorprendernos a cada momento de lo que sucede e imaginamos en nuestra vida cotidiana, es un actitud básica que hay mantener siempre, sea ante aquello que es tan visible como los problemas de la violencia, alguna bacteria que se esté analizando en el laboratorio o el movimiento de alguna estrella en el cosmos, o también frente a fenómenos tan invisibles, que se requiere de una mayor profundidad como son los problemas de la mente, las emociones o del pensamiento humano.

Quiere decir entonces que la actitud científica, más allá del posicionamiento teórico-metodológico, se caracteriza por tener una mente abierta, flexible y dispuesta a aprender permanentemente. Si acaso, alguien parte del supuesto de que la erudición de un científico, al igual que el filósofo o literato, es solamente producto del talento individual, propio de quienes están ilustrados, y no atienden a los problemas concretos de su sociedad y de su tiempo, estará sin duda ig norando, todo principio de conocimiento serio y sistemático que siempre demanda una dinámica tanto interna (de quien trabaja y produce algo) como externa (condicionamientos sociales, institucionales y de grupos de trabajo en los que se realiza la tarea), que debe ser integradora, en tanto que la actitud se cultiva en relación con otros y con las mediaciones de los otros (tener asesores, colegas, discípulos, grupos de trabajo, medios económicos y materiales para el desarrollo, la difusión y divulgación son necesarios), la cual también nos habla de qué actitud científica y de qué científico imaginamos.

La actitud científica es una predisposición individual que tiene la voluntad de cultivar el conocimiento y se cultiva así misma; sabemos que el conocimiento es producto cultural y por tanto social, aunque su mecanismo psicológico sea individual, como sucede con el aprendizaje, su determinación es social.

La actitud científica tiene como rasgo principal a la pregunta, a la duda multidreccionada hacia el interior y exterior de nuestro mundo, pues sin ella, nadie va actuar intencionalmente en la búsqueda de algo; a nadie por su naturaleza misma se le ocurre hacer ciencia ni mucho menos tener conciencia de que ante ciertas cosas, suele tener una actitud heurístico (tan necesaria en la vida profesional) y que por prejuicios y falsas creencias, deja de utilizar sus potencialidades e imaginación que posee: si bien es cierto que todas las personas piensan, dejan de verse como pensadores o inventores de algo.

Se es científico y se hace ciencia si suelo indagar con la intencionalidad de hallar algo interesante, descubrir, comprobar, explicar, analizar e interpretar un fenómeno, hecho o problema, aspirando siempre a hacerlo con más precisión y profundidad que lo que produce el sentido común; para ello el investigador se vale de paradigmas, medios y modos de pensar-hacer ciencia (con cierta creatividad), de ahí que los lenguajes y metalenguajes propios de teorías, métodos, técnicas e instrumentos, aunque a veces resulten incomprensibles por su sofisticación, en algún momento del proceso de investigación le serán necesarios y comprenderá que son accesibles a toda persona, siempre y cuando, ciertamente sea cultivada-preparada en ese campo de interés, y se haga acompañar (al menos mientras alcanza la madurez) de alguien que sabe algo más y que posea una actitud convergente con sus propósitos.

Por lo tanto, la actitud científica se construye y se desarrolla en relación con los demás y se alcanza a voluntad propia y bajo las condiciones estructurales que la facilitan, producto al fin de la cultura y de las nuevas mentes que la promueven.

*Doctor en Pedagogía/UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

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