Editorial

Editorial: N° 97

Por domingo 1 de abril de 2012 Sin Comentarios

“Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano”
Martin Luther King.

La esperanza es un estado de ánimo favorable que nos permite resolver problemas con la convicción de que lo haremos; en estos tiempos como decía Aristóteles “es el sueño del hombre despierto” y se encuentra en los seres humanos que preocupados por un presente aciago, desean encontrar un signo en el camino que cambie las condiciones que los agobian y que permitan atisbar un futuro posible y razonable. Entonces pasó de ser una de las tres virtudes teologales, muchas veces manipulada, a un anhelo de paz, respeto, tolerancia y solidaridad, reclamos justos que surgen como respuesta a la violencia irracional, la discriminación, la violación a los derechos fundamentales y otras muestras de barbarie que día con día y en todos los rincones del mundo suceden.

Hoy tenemos esperanza en encontrar la libertad, la igualdad, la justicia, la cultura, la ciencia, como condiciones mínimas para el desarrollo integral de la humanidad. Pero no se debe caer en el error que ha sucedido en otras épocas, donde unos cuantos se han sentido dueños del término lingüístico y aprovechándose del poder que otorga el estado de ánimo, ejercieron y desean seguir haciéndolo el titulo de propietarios. Nos pertenece a todos, es un bien común que nos debe motivar a mejorar las condiciones de vida, más allá de diferencias y posiciones ideológicas confrontadas.

Creemos que es el único antídoto que nos puede llevar al final del túnel, por eso declaramos que hoy necesitamos que se proclame que es: el tiempo de la esperanza.

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