Nacional

Un ermitaño por los rincones de la sed

Por domingo 18 de marzo de 2012 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel El Cuervo*

¿Cómo se llamaba este cine..? No recuerdo… Había una marquesina en forma de torre… ¿Cómo se llamaba..? Su fachada, en la remembranza, me hace pensar en ciertos edificios de los llamados “Art Déco” La marquesina era verdaderamente espectacular… Multicolor… Titilante… Toda una decoración de la calle, de la cuadra, de la manzana… No en vano, el nombre Art Déco, es resultado en su acuñación de aquella retrospectiva llevada a cabo en Paris en 1966 como recuerdo de la “Exposicion internacionale des arts decoratifs” llevada a cabo en 1925 en la misma Ciudad Luz… Parece que esuviera mirando aquella marquesina… “Hoy, estreno… Dr. Zhivago” yo tenía quince años y la ilusión depositada en la carrera de Químico en el IPN… Tenía una novia que hacía más bellas las lunas llenas y una sed de ser el héroe idealizado por la adolescencia… Lido… Así se llamaba, sí… El tiempo se detuvo ahí, cuando vi pasar a mi querido amigo Eduardo Monteverde, uno de los autores a los que se publicaba en la nueva serie literaria a presentar en el Lido… Bueno, ahora en la Librería Rosario Castellanos del FCE, mejor conocido como Centro Cultural Bella Época del Fondo de Cultura Económica…

—¡Lalo… Lalo… Monteverde..!

—¡Quiubo, Alberto, qué gusto, qué milagro, qué andas haciendo por acá..!

—Pues me invitaron a la presentación  de los libros dentro de los cuales veo uno tuyo y otro de Mario Arturo…

—Vente, vamos a fumarnos un cigarro…

—Pero, tienes que estar ya en el foro ¿no..?

—¡Nada, nada… Vamos a fumarnos un cigarro… He presentado mil libros pero ahora tengo la oportunidad de platicar con mi cuate de hace tantos años…

Antes de entrar a la milésima presentación de un libro de Monteverde, llega Víctor Roura con su bonhomía por delante y su nerviosismo por la presentación de esta nueva colección de poesía que saca Ediciones del Ermitaño. Víctor arrastra a Monteverde porque “ya tenemos que estar ahí”… Yo me quedo en la entrada a la espera de El Gato… “¡Qué onda, Cuervo! Ya estoy a unas cuadras pero el tránsito está espantoso… Entra, yo te alcanzo alrato…“ y llego a la salita improvisada dentro de la librería donde hay un templete con cuatro poltronas donde los ponentes cómodamente debatirán acerca de la poesía y la edición de la nueva serie… El Gato sugiere que vayamos por un expresso, yo lo sigo en esa complicidad que nos une desde hace tantos años… Sé que llegaremos de regreso a la sala cuando ya haya comenzado la charla, y sé que cuando lleguemos, de nueva cuenta podré mirar la lucha de los ponentes por hacer sentir y hacer creer al vasto auditorio que “yo estoy aquí porque me convencieron pero no me gustan estos protagonismos” y El Gato y yo, compartiremos una sonrisa cómplice con La Morena cuando mi querido amigo Víctor Roura intente encender la euforia por la poesía y las nuevas publicaciones… Emoción que se rehusa a aparecer en la charla por más que intente contagiar a los ponentes que esperan a que el otro desenfunde para hacer lo propio… El auditorio que para entonces ya casi llena un cuarto de sala, no sabe aún qué esperar… Acuden pensando en interactuar con intelectuales, soñando formar parte del gremio… Poetas imaginarios que llenan cuadernos cuadriculados (son más baratos) de metáforas sin ton ni son buscando un editor… Víctor continúa “Me da mucho gusto saber que es posible que alguien destine dinero a la cultura, dinero a quienes no lo tienen… Porque es muy fácil que Slim le de a Shakira diez mil dólares para supuestas labores culturales. Pero Shakira tiene veinte veces más… Lo positivo sería que den a los que no tienen para llevar esta lucha por la poesía, por las artes, por la cultura… Por eso es tan elogiable la actitud del Ingeniero Carlos Antonio Sosa, porque con su aportación es posible seguir defendiendo a la cultura con esta nueva serie de Ediciones del Ermitaño titulada La Furia del Pez…” Y la presentación de los ponentes aún no logra situarlos fuera de su modesto afán por ser modestos arriba del escenario… O de su desconcierto tal vez por no saber qué es lo que el auditorio espera que digan… Finalmente, es viernes… Todos estaban en alguna sacrosanta entrega a ese mágico confesionario que es la cantina… ¿Para qué interrumpir las botanas exquisitas que saben mejor al amparo de un “bacardí” que limpia, pule, abrillanta, desinfecta y acerca a Dios en un sólo trago? Así, tímidamente después de un duelo de citas donde resulta triunfador el que no había subido al podio, mi respetado poeta Dionicio Morales cuando aclara que aquel afamado comercial: “Mejor, mejora mejoral” no fue escrito por Salvador Novo sino por Margarita Michelena y algunas cosas más de lo que en la mesa comienza a discutirse para ponerse verdaderamente divertido… Monteverde haciendo una apología de una serie gringa de televisión y al pedirle opinión a Roura, mi estimado Víctor responde con un determinante: “Noooo, yo no veo televisión y menos gringa…” De ahí pasamos al ataque sobre las publicaciones del Maestro León Portilla a quien se califica de aburrido… (¿qué tiene qué ver el Maestro con la serie de poesía?) a lo que Víctor Manuel Mendiola responde airadamente que él sí siente orgullo por sus raíces y encuentra enriquecedor leerlo… Monteverde cita a Steiner, cita y vuelve a citar… Roura a aclarar, Mendiola interviene y de pronto se despierta Eusebio Rubalcava confeso de haber viajado a los brazos de Morfeo etilizado… “Me quedé dormido, perdón, eso es terrible ¡cómo quedarme dormido ante personajes tan importantes… Es imperdonable, perdón, perdón..!” y remata su intervención con un chilanguísimo “no manches”… El auditorio se divierte, pregunta, los ponentes intentan una respuesta coherente y clara… Finalmente, Víctor Roura señala que las redes sociales, pudiendo aprovecharse para difundir la cultura, no son más que chismerío y montañas de errores gramaticales que provocan un malestar indescriptible… Todos aplaudimos su comentario… Se llega el final… Entre deseos de un buen trago, botana y lectura de alguno de los títulos presentados por Roura y Alejandro Zenker para beneplácito de poetas y lectores y como un vailiosísimo apoyo a la cultura, me detengo en una cantina a leer “Los rincones de la sed” de mi hermano Mario Arturo… “Sí, muchacha de cabellos australes/sé que no puedo detener/el destino de los nómadas/ la vida es así:/siempre partir/te espera el viejo Buenos Aires/su tanguero cotorreo/el teatro Colón apagado…” y de Buenos Aires a… “Las calles de Mocorito/ tienen la vida afilada;/ por las tardes para huir del calor,/abren sus puertas/ como alas misteriosas/ extienden las manos/ sonríen a la muerte/ y susurran leyendas…” Y vaya si lo sabré yo que he podido vivir esa magia de Mocorito… Ese Mocorito de mis añoranzas donde “Las calles abrigan amorosamente/historias de poetas enamorados//de los globos de papel de china/que llenan el cielo de colores…” ese Mocorito de un Carlos Antonio enamorado de su tierra y su origen, de su historia y su gente… Dicen que cobijó en su bonhomía una vez a un cuervo y un gato que intentaron reinventar las fábulas cuando viajaban como un ermitaño por esos rincones de la sed… De la sed de cultura.

*Cantante, compositor y escritor.

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