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Rina Cuéllar Zazueta y la Escuela de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa: una experiencia personal

Por domingo 18 de marzo de 2012 Un comentario

Por Gilberto López Castillo*

Llegué a casa de Rina como estudiante de la licenciatura en Historia de la UAS a principios de 1993. No recuerdo si ella había solicitado prestadores de servicio social a la Escuela de Historia mediante el Centro de Estudios Históricos del Noroeste A.C., o si fue auto-invitación, el caso es que llegué con el cobijo institucional para organizar el archivo particular de Antonio Nakayama Arce, bajo su custodia.

Fue un buen encuentro pues llegaba precedido de una decisión clave en mi proyecto de vida: había decidido hacer investigación sobre época colonial y por supuesto corría fama en Culiacán que, además de los mismos profesores, una de las personas que podía guiarme con más tino y autoridad en esta materia era la señora Cuéllar Zazueta. Para entonces había tomado cursos sobre la materia y había tenido una experiencia determinante en el “II Verano de la Investigación Científica” en el Centro INAH Oaxaca, con la Dra. María de los Ángeles Romero Frizzi. Así, en primera instancia la paleografía, y luego los estudios sobre el comercio y la propiedad de la tierra de los pueblos de la Mixteca Alta llevaron a que me realizara preguntas sobre éstos temas para el caso de Sinaloa y, particularmente el tema de la propiedad de la tierra en el valle de Culiacán me hizo recurrir a Rina Cuéllar.

La señora vivía por entonces en la calle Ángel Flores, muy cerca de la Escuela de Historia, así que era de lo más cómodo salir de cursos, ir a su domicilio a unos cuantos metros y abrir cada día la caja de sorpresas que deparaba la memoria histórica sinaloense en cada carpeta del Archivo de Nakayama. Esa era la historia escrita. La otra historia, la “contada” provenía de las charlas con la señora en la sala de su casa. Cada tema tenía un referente historiográfico y el hecho de estar ahí me permitía leer ilimitadamente los textos de los estantes, o los tesoros que sacaba de algún rincón. Desde entonces conozco a Cilia, Albertozzi, Rosario, Ángelo y Rinita, sus hijos, su familia.

Debo decir que Rina ha sido muy paciente conmigo, pues entre los cursos, la actividad política en el Consejo Universitario y la docencia que comencé a ejercer en el COBAC por unos meses, el servicio social se prolongó todo 1993 y el primer semestre de 1994. Nadie llevaba prisa. Incluso el Verano de la Investigación de aquel año lo pasé en Guadalajara con otra dama de los estudios novohispanos: Carmen Castañeda García. No hay coincidencias en la vida. Siempre fui a donde quise ir.

Aquel trabajo que había iniciado en la casa de la Ángel Flores se trasladó desde mediados del ´93 a DIFOCUR, donde Rina ejercía como titular del área de Proyectos Especiales. Ahí estaba en septiembre cuando nos sorprendió a todos el último gran huracán que llegó a Culiacán, el “Lidia”. Así, entre los problemas por la reconstrucción de mi propia casa recuerdo que volví a mi labor de servicio social y los amigos de Rina de fuera de Sinaloa preguntaban al teléfono insistentemente por ella. Yo que daba por hecho que no le había pasado nada les decía que no se preocuparan, que estaba bien, si bien no sabía por qué no contestaba en su casa. Luego me enteraría que estuvo “varada” en Mazatlán, donde si bien no había afectado el meteoro, al menos le impedía su retorno a casa por la crecida de los ríos y la caída de un puente de la carretera internacional.

Y así pasaron los meses. Entre pláticas y regaños –que no siempre eran para mí, pero que me tocaban por que tenían que ver con la Escuela- inicié mi tesis de licenciatura y la terminé al parejo del servicio social en junio de 1994. Ahí estuvo Rina en la primera fila del público. Como don Luis González que solía decir a los estudiantes de El Colegio de Michoacán que gran parte de lo que sabía se debía a los “banqueros”, es decir a los ancianos de San José de Gracia a quienes había entrevistado de forma sistemática para Pueblo en Vilo, también debo decir que no pocas de las ideas que están en mi primera tesis (y en la segunda… y también en la tercera), provienen de las charlas de aquella época y las posteriores con Rina.

Con altibajos -como es inherente a las relaciones humanas-, durante todos estos años he mantenido mi amistad con la señora Rina Cuéllar. Desde mi segundo año de estudios en el COLMICH me convertí en becario de la “Diego, Felipe y Tomas de Soberanes, Memorial Foundation”, bajo su responsabilidad en Culiacán. Esta actividad le permitió a Rina estimular los estudios de historia colonial en la ya por entonces flamante Facultad de Historia en donde alumnos de licenciatura como Ana Lilia Altamirano Prado, Benita Escárcega Ríos y Víctor Adrián González Pérez también fueron becarios.

Al año siguiente Rina participó de mi primer fruto historiográfico al escribir el prólogo de El real de las Once Mil Vírgenes y su distrito, breve historia colonial de Cosalá (1998), ser comentarista en la presentación y brindar el espacio de “Los Martes en la Historia” del Casino de la Cultura que, si no estuvo hasta el cuello, al menos sí “hasta la escalera”.

Estamos hablando pues de una relación “de antigua data”. Cuando terminaron “Los Martes en la Historia” Rina prosiguió en su “Casa de Puertas Abiertas” (poesía de Yolanda Villaseñor) el encuentro cotidiano de la bohemia cultural culichi a la que siempre ha pertenecido. En el patio de la casa de Ángel Flores nació el “Grupo Cultural Nahueri” que durante tres lustros la ha seguido en las mudanzas de la vida… y claro, también en las mudanzas de casa: de ahí a la Escobedo y más recientemente a la Aldama.

Así que entre muchas otras cosas puedo decir que Rina no respetó conmigo una de sus máximas, a saber, la de no prestar materiales sobre los temas que ella misma está trabajando, ya que siempre ha sido generosa, de tal forma que hemos coincidido académicamente en los pueblos del “Valle de los Tahues”, en las misiones jesuitas, en los reales de minas y con un personaje de su particular interés, de los últimos rectores del Colegio jesuita de Sinaloa, el padre Lucas Luis Álvarez.

El caso es que el primero de marzo pasado me llamó el Dr. Eduardo Frías, actual director de la Facultad de Historia y, -después de superar la sorpresa de la llamada que mucho le agradezco- en menos de dos minutos me dijo que la Universidad le organizaba un homenaje a Rina en el marco del Día Internacional de la Mujer y que por ello me llamaba, “porque la señora le dijo que estaba en la lista de los egresados de la licenciatura que deseaba que estuviéramos ahí”, como Benita Escárcega y Ana Lilia Altamirano. Así que al igual que más de un centenar de personas acudí a la convocatoria, una ceremonia muy emotiva, presidida por el rector Víctor Antonio Corrales Burgueño en la que la homenajeada habló de su relación con la Escuela de Historia y con la Universidad por tantos años.

Todo esto pensaba cuando ellos hablaban. Se los platico por que yo no estaba ahí para hablar (lo hicieron don Adrián y Gilberto J. López Alanís, además de los anfitriones), ni para leer (Yolanda Villaseñor leyó “Casa de Puertas Abiertas”), ni para cantar (Víctor Franco cantó “Rina”), sino como uno de “sus familiares” y porque refleja en alguna medida la generosidad académica de una mujer sinaloense desde el nacimiento de la propia maestría en Historia hace casi tres décadas. No puedo sino decir Gracias Señora por abrir la puerta a éste estudiante de la licenciatura en historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa que, como los universitarios de otras épocas, se niega a dejar de serlo.

*Profesor-investigador del INAH. Miembro de la segunda generación
de la licenciatura en historia de la UAS.

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Un Comentario

  • María Esther Sánchez Armenta dice:

    Gilberto, perdona si me tardé en decirte que es un hermoso recorrido tu convivencia con la gran mujer que es Rina Cuéllar. Incansable, inteligente, excelente conversadora, gran artista, en fin, múltiples halagos fruto de su rica trayectoria. El escrito es en verdad ilustrativo, pero sin dejar sus dosis de emotividad. Te felicito y me felicito por conocer el devenir de ambos!!!! Un abrazo cordial.

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