Nacional

Las flores de los sahuaros

Por domingo 19 de febrero de 2012 Sin Comentarios

Por Juan Diego González*

El día último de enero tuve la fortuna de presentar el libro “Las flores de los sahuaros”, del maestro Gregorio Patrón, en la Biblioteca Pública “Jesús Corral Ruiz” de Cajeme, Sonora, donde también fue presentador el cronista don Pepe Escobar.

Una velada agradable y muy enriquecedora por el contenido de la obra: un recorrido por los 72 municipios de Sonora. El autor hizo el texto como celebración por su cumpleaños 70 y en agradecimiento a estas tierras norteñas. Transcribo mis palabras de presentación:

Conocí al maestro Gregorio Patrón, una vez que Juan Manz me dijo: “Mira te voy a presentar a una persona que sabe mucho de historia y de cultura de Sonora”. En ese momento, no podía imaginar que después le presentaría un libro. Fue en diciembre cuando vi “Las flores de los sahuaros” en la oficina de Apalba y le comenté a la señora Irma Arana: “Que libro tan bonito, tan bien hecho y agradable a la vista”. Lo tomé y lo empecé a hojear.

Ahora que lo he leído, confirmo lo dicho, es un libro muy bien hecho. De bastante calidad y presentación, ligero para cargarse, fácil de manejar para leerse. Sumamente agradable para la lectura por el tipo de letra y con estructura ordenada.

Además el autor tiene una prosa amena y fluida, lo que confiere a la lectura gran agilidad, es decir, le da gusto a uno leerlo. ¿De qué trata el libro? Su contenido es una descripción de los municipios de Sonora. Sin embargo esta descripción es muy particular. Es un repaso por la historia, la cultura, el origen, las costumbres, las leyendas y el modo de ser del sonorense, de acuerdo al pueblo donde nació.

Cuando se lee “Las flores de los Sahuaros” es inevitable recordarse a uno mismo de niño, escuchando las historias de los mayores, relatos de tesoros perdidos, de batallas y guerras, de héroes y mujeres valientes.

Como eso de ver lumbradas en la oscuridad del monte o en la orilla de la playa. “Es que ahí está enterrado un tesoro y la lumbre te avisa pa´que lo desentierres”. Muchas de esas leyendas vienen aquí contadas y en algunos casos como los tesoros de Ures, de Guaymas, de Mazatán, de San Miguel de Horcasitas y otros más se indican con lujo de detalles donde se localizan y descritos de tal manera, que le dan ganas a uno de salir a buscar dicho tesoro, porque como dice el autor, “hasta ahorita no se tienen noticias de que nadie lo haya encontrado”.

También se plasma en el libro el origen del nombre de varios pueblos. ¿Sabían ustedes que Navojoa quiere decir Lugar de nopales? También está Etchojoa, “Lugar de cactus”, Quieriego “insecto que muerde”; Bacanora “Ladera de carrizo”, Arivechi “Lugar de la calavera”; Sahuaripa es “hormiga amarilla”; Cócorit es “chiltepín” . Y así en cada población. Como soy de Guaymas, en friega me brinqué de hoja para buscar el nombre… y oh decepción. Como siempre, uno se busca algo elegante como Suaqui que significa “Corazón de pitahaya”. Hasta se oye bonito “Corazón de pitahaya”. Bien, busco Guaymas, Guaymas y lo encuentro… chin… “Sapo en el árbol”… Guaymas significa “Sapo en el árbol”. Imagínense… en fin. Así vienen estos datos y muchos otros, como les digo a mis alumnos; este libro es imprescindible para conocer de manera agradable y por momentos divertida, la historia del lugar donde nacimos o del lugar que ahora es nuestra casa.

“Las flores de los sahuaros” está hecho de tal forma, que resulta ser un excelente material didáctico para los niños desde tercero de primaria hasta la secundaria, que llevan la materia “Historia y geografía de Sonora”. La información es fácil de localizar en el índice. Además al final tiene un glosario de palabras, como una especia de breve diccionario sobre los términos usados en la construcción y arquitectura sonorense. Porque han ustedes de saber que en el libro también se describen algunas edificaciones como las casas de las haciendas y los templos de los pueblos.

Además, es de uso rudo, de fina y resistente manufactura, no se anda deshojando. ¿No les ha pasado que compraron un libro muy bien forrado, de pasta dura y toda la cosa, pero a la primer mirada que le echan ya se le cayeron cuatro páginas? Este libro no es de esos. Los papás se los pueden dar a los niños con toda confianza, decirles: “Mira m´hijito, para que veas donde nació tu abuelo y aprendas un poco sobre la tierra de tus ancestros”.

Por último, la prosa del autor es precisa, sin redundancias ni oraciones enredosas, como dije antes, de lectura amena. Y tiene desparramados chispazos de poesía. De verdad, felicito al autor por la idea de este libro. Felicito a la Agrupación para las Bellas Artes, sus integrantes y su presidenta Irma Arana, por todos los esfuerzos para dar a la luz pública una obra de esta magnitud. Los aquí presentes tienen una grandiosa oportunidad de tener en sus casas un libro para toda la familia, para difundir la lectura y el conocimiento sobre Sonora, este pedazo de tierra tan lleno de historia y de tradiciones. Muchas Gracias.

*Docente y escritor sonorense.

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