Nacional

Soy la intrascendencia

Por domingo 25 de diciembre de 2011 Sin Comentarios

Por Miguel Ángel Avilés*

Si bien es cierto no carguécuando podía- una loza hacia la alhóndiga, ni me arrojé (de joven) al precipicio envuelto en una bandera, como ese mito que nos han contado sobre Juan Escutia, ni he podido encabezar batallas contra el invasor, ni me han quemado los pies por lo que sea, ni he redactado hasta la fecha ningún Plan para erigirme como líder y convocar a multitudes, ni he tomado de estandarte un lienzo de la Virgen de Guadalupe.

Ni he entrado triunfante y a caballo a la Ciudad de México, ni les he quitado bienes a la iglesia, ni he merecido condecoraciones de otros países, ni he arengado a las masas obreras o campesinas, ni he pertenecido a ningún gabinete, ni he ocupado un puesto de elección popular(ni cupular), ni he pertenecido a ningún partido político, ni me he sumado a campaña de candidato alguno, ni he gritado ¡Viva México! en Palacio Nacional, ni he promulgado Constitución alguna, también lo es, debo decirlo en mi defensa, que no he sido tan malo: he ayudado a señoras de la tercera edad a cruzar la calle, he dado mi único peso que traía en la bolsa a un indigente, he pagado la cena de mis sobrinos en una pizzería(porque yo los había invitado). He devuelto cheques al portador al respectivo titular de la cuenta luego de haberme encontrado los mencionados documentos tirados en la banqueta, le he dado mi asiento a una dama en el camión, he denunciado cuanto abuso de autoridad presencio, he invitado a mi mesa a un niño que mira desde el vidrio como se come insípidamente en un vips, le he regresado la diferencia a una cajera de Ley cuando me está dando feria de mas, he participado en el redondeo que promueven las tiendas de autoservicio, he colaborado en la medida de mis posibilidades con la Cruz Roja, me he puesto siempre el cinturón cuando viajo en un carro, he ido con frecuencia a misa y no le he dicho al arzobispo emérito lo que le he querido decir o que merece que le digan, no he participado nunca en el Premio Anual a la Filantropía(mi bondad me ha dicho que no participe para que así lo pueda ganar otro). Aún así, no he sido otra cosa más que la intrascendencia, lo desapercibido.

Me temo que el día de mañana, cuando llegue mi juicio final, moriré con mucho rencor. Se corre el riesgo, sin embargo, que siglos después y para la desgracia de los de esas datas, yo renazca, vengativo, en la clonada figura de Díaz Ordaz, o de Echeverría, o de López Portillo, o del Negro Durazo, o de Daniel Arizmendi o de René Bejarano, o de Julio Cesar Godoy y la Tuta gestados como mellizos, o de Miguel de la Madrid, o de Arsenio Farell, o de Gutiérrez Barrios,o de Nazar Haro o de Coello Trejo o de Salinas de Gortari, o de Manuel Camacho Solís o de Emilio Chuayffet o de Zedillo con ese “fino” humor que lo caracterizaba. O De Vicente Fox, o de Martha Sahagún lo cual es peor. O de Felipe Calderón o de Juan Molinar Horcasitas con cinismo recargado o de Eduardo Bours o todavía más soberbio o de Guillermo Padrés con risita perpetua o de Manlio Fabio, o de Peña Nieto, o de Elba Esther si para entonces no sigue viva… O dios quiera que sí siga para que me tome de la mano y vayamos juntos, fundidos en uno solo, a reconquistar la fe perdida. A partir de ese momento, renazca de quien renazca, dejaré de ser la nada, la insignificancia: ya verán, futuros siervos, ya verán.

*Abogado y escritor. La Paz Baja California Sur/Hermosillo.

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