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La libertad como eje de la expresión artística: Arturo Toscanini

Por domingo 18 de diciembre de 2011 Sin Comentarios

Por Mario Arturo Ramos*

“Cualquier asno puede dirigir pero hacer música es difícil”
Arturo Toscanini

La crítica nombró a Arturo Toscanini, el director orquestal más relevante de su época. El genio musical parmesano nació en la ciudad etrusca de Parma, Italia, el 25 de marzo de 1867. En sus primeros años de vida estudió el violonchelo, convirtiéndose en ejecutante virtuoso; a los 19 años con motivo de su participación en la ópera Aida, en Rio de Janeiro, Brasil y, el rechazo del público al director titular Leopoldo Méndez, por su notoria incapacidad para dirigir la sinfónica, Arturo fue propuesto por los integrantes de la agrupación musical para tomar la batuta comenzando una carrera brillante que se vería coronada por el éxito que solo se consigue en base al estudio y la disciplina. La noticia de su triunfo en la Perla de Brasil, rápido cruzó el Atlántico, llegando a su patria donde los melómanos y los conocedores lo llamaron para que dirigiera la orquesta de la Scala de Milán, tarea que desempeñó entre 1896-1902 y 1915-1928. En esta labor dejo constancia de preparación y genialidad, aumentando a su leyenda, la fama de su personalidad explosiva y el mal genio que le brotaban cuando la impreparación y la indisciplina campeaba en el trabajo que amaba.

La Babel de hierro, -Nueva York- lo llamó para dirigir la orquesta del Metropolitan Ópera House entre 1908 a 1915 y a la Filarmónica de Nueva York de 1926 a 1936, en esa época combinó sus presentaciones con su intervención en el Bayreuth Festival en 1930 y 1931, tocándole el privilegio de ser el primer director de ópera que no era originario de Alemania. Entre 1934 y 1937, los organizadores del Festival Operístico de Salzburgo lo nombraron director del festival, posición en la que dejó muestras de su capacidad para dirigir y conseguir sonoridades que otros directores no conseguían. En estos años anunció que dejaría de ser director residente de compañías de ópera, la noticia causó conmoción en el mundo operístico, por considerar los amantes del bel canto, que uno de los favoritos se retiraba. Toscanini calmó las aguas anunciando que solo dirigiría conciertos sinfónicos como director huésped.

A su talento el director musical parmesano aunaba una actitud libertaria, que se nutría por la lectura de pensadores que planteaban en sus obras un claro compromiso con el único bien común de la humanidad y, que constantemente era vulnerada por dictadores y sistemas políticos autoritarios; en una de sus visitas a su país, los seguidores de Benito Mussolini lo trataron de convencer que a cambio de un buen pago dirigiera en Bolonia el himno “Giovenazza”, que identificaba a las hordas fascistas, Arturo se negó siendo agredido por los intolerantes. Por este motivo Toscanini juró no volver a trabajar en su patria hasta que fueran derrotados los agresores de la cultura y la libertad.

Al termino de la Segunda Guerra Mundial regresó a Milán, su viejo recinto, el Teatro Scala lo recibió con honores y el aplauso que solo entrega a los genios; el Gobierno de la República Italiana lo nombró senador vitalicio como sincero homenaje a un artista que escapaba de los halagos y elogios que a otros marean. En 1954, a los ochenta y siete años regresó a EE.UU. a dirigir su último concierto en América, el evento fue apoteótico quedando grabado para siempre en la historia musical. Sus años finales lo pasó en Parma, comprometido con la democracia y la independencia, cerrando la partitura de su vida el 16 de enero de 1957; día del acorde final de un músico que tuvo como eje de expresión artística: La libertad.

*Investigador y autor.

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