Nacional

Cuando calienta el sol

Por domingo 27 de noviembre de 2011 Un comentario

Por Mario Arturo Ramos*

La canción popular

La canción popular no solo es una forma artística, sino una manera de vivir. La mayoría de los seres humanos en los primeros momentos, tiene canciones de cuna interpretadas por la voz materna como puente de comunicación e identificación sonora con el mundo; este breve apunte nos habla de su importancia y vitalidad. Es ocioso señalar que a la música se le conoce como el lenguaje universal y a la canción popular como expresión artística/ histórica, melódica/ lingüística sentimental de los pueblos. Es innegable que el canto popular une a naciones, ideologías, vivencias sociales e individuales, imaginación, realidad, alegría, tristeza, experiencias íntimas y sociales, elementos que permiten confirmar el dicho de: que se vive mejor cantando.

He pasado 40 años de mi existencia en el universo de la canción popular; al lado de talentosos compositores tuve y tengo la oportunidad de participar con mis textos en el nacimiento de cantos, algunos de ellos escaparon de la hoja de papel y se convirtieron en canto popular; otros surgieron de inolvidables noches que habitan en mi memoria al ser espacios del tiempo dedicados a crear y disfrutar creaciones, a cultivar amistades, a contar las cosas personales que todos tiene derecho a oír o no. En esas cuatro decenas de años, la vida ha sido generosa al permitirme conocer a artistas excepcionales; uno de ellos es Carlos Rigual.

“Cuando calienta el sol”

La canción nacional está ligada también desde su inicio al canto caribeño y sobre todo a la música cubana. Lugar común es decir que la conquista y los tres siglos de dominación hispana de México nos alcanzó por Cuba. El compositor (junto a su hermano Mario) de “Cuando calienta el sol”, uno de los boleros de mayor renombre, nació en la Provincia de Oriente de la isla mayor del Mar Caribe, el 4 de noviembre de 1920, desde temprana edad mostró sus virtudes guitarrísticas y sus dotes como compositor, en la adolescencia reunió a Pedro (Pituco) y Mario en el trio Hermanos Rigual, agrupación con la que debutó en los 40, del siglo XX, en el Teatro América, de la Habana, en una función memorable donde en el programa figuraron Josephine Baker y Jorge Negrete. El éxito de Los Hermanos Rigual pronto cruzó las fronteras cubanas y en 1953 fueron contratados para ser parte del elenco de la XEW, por Emilio Azcárraga V. y para actuar en el teatro Ríos de la capital mexicana. Desde aquellos años Carlos amó profundamente a México.

En 1964 estrenó con la colaboración de Mario: “Cuando calienta el sol”, la obra rápido conquistó a melómanos y a cantantes internacionales como Triny López, Doménico Modugno, y en los últimos tiempos Luis Miguel, etc., etc., que consiguieron altas ventas con la obra. En los 70 conocí a Rigual, coincidíamos en oficinas de la industria disquera, o en los domicilios de las editoras musicales en labores de promoción con directores artísticos, poco poco fue creciendo nuestra entrañable amistad, basada en el respeto y la tolerancia.

“Corazón de melón”

Junto a sus hermanos grabó infinidad de discos que fueron publicados en la República Mexicana y en otros países, se presentó con el trio en escenarios nacionales e internacionales. Con el paso del tiempo su producción como compositor creció hasta alcanzar más de 200 canciones entre las que debo mencionar: ”La del vestido rojo”, “El pollo de Carlitos”, “El bala balaju”, “La novia del panadero”, “Gotas de rocío”, “La gitana de la fuente”, “Que bonito es el amor”, “Vamos a bailar”, “Corazón de melón”, tal y tal. En los 80 del siglo que se fue, Carlos me comentó su deseo de nacionalizarse mexicano, le comuniqué su anhelo a mi amigo Faustino López Osuna, quien realizó gestiones con el doctor Gonzalo Armienta Calderón, quien ocupaba un alto puesto en la Secretaría de Gobernación, el doctor con sensibilidad nos ayudó a lograr que Carlos Rigual, el padre de tres hijos mexicanos, consiguiera su carta de naturalización.

El 16 de diciembre de 1994, en su domicilio de la colonia Narvarte de la capital del país, falleció mi “cuate” Rigual; creador musical e intérprete que en el arcón de mis vivencia dejó su huella, por su profesionalismo con el que ejerció el oficio de compositor, por su sincera amistad y por su amor a la canción popular y a la poesía. Todos los mediodías otoñales lo recuerdo, bebiendo café cargado, hablando de su poeta preferido Nicolás Guillén; lo recuerdo cuando: “Calienta el sol”.

*Investigador y autor.

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