DestacadosEstatal

La cabeza de Pancho Villa

Por domingo 6 de noviembre de 2011 Sin Comentarios

Por Sergio Herrera y Cairo*

El 5 de febrero de 1926 amaneció haciendo un frio de los mis demonios, unos vientos helados procedentes del norte hicieron bajar la temperatura a 12 grados bajo cero en la sierra de Chihuahua. En Parral el agua se congeló y la gente para beberla tenía que ponerla a hervir. Don Juanito Amparán, que ya estaba muy viejito, más de 80 años, que por lo general se levantaba siempre a las 5 de la mañana, ese día permaneció en su cama acurrucado junto con sus 4 perros: el “Melenudo”, la “Pinta”, la “Sarnosa” y el “Sacristán”, este último por cierto estaba mocho de una pata, pero corría más rápido que los demás.

Se levantó don Juanito a las 6 y salió del cuartucho que ocupaba en el Panteón de Dolores, de Parral, donde trabajaba como velador y vivía desde mucho tiempo atrás. Su perra la “Sarnosa” salió detrás de él y comenzó a ladrar escandalosamente mientras corría por las veredas cubiertas de nieve del camposanto, detrás de ella el “Sacristán” no tardó en alcanzarla y juntos provocaron un alboroto frente a la tumba de Pancho Villa que se encontraba en la novena sección, registrada con el número 632. Intrigado don Juanito se asomó a ver lo que sucedía. Grande fue su sorpresa pues el sepulcro estaba violado y se miraba el ataúd de fuera destrozado en su parte superior. Claramente se distinguía que al cadáver le habían cercenado la cabeza. Y se la habían llevado, pues no se le encontró por ninguna parte. Los responsables habían dejado unas huellas en el hielo que demostraban que se habían introducido brincando la barda del cementerio.

TREMENDO ESCÁNDALO

Naturalmente que se armó un tremendo escándalo, los periódicos dieron la noticia hasta en Nueva York, y desde entonces comenzaron a circular diferentes versiones sobre la identidad de los culpables y de sus autores intelectuales, así como el destino y localización de la cabeza.

Al principio se pensó que el responsable era un mercenario gringo llamado Emil Holdhal, quien aparentemente se dedicaba a la minería. Fue detenido en un hotel de Parral, se encontró en su poder picos, palas y un hacha ensangrentada y se le consideró culpable pero se carecía de pruebas para acusarlo formalmente y fue puesto en libertad. Pero nunca dejó de ser un sospechoso, que tuvo alguna participación en estos hechos, ya que existen informes que durante un tiempo estuvo la cabeza en su poder la que escondía en una habitación del Hotel Sheldon de El Paso, Texas, donde se hospedaba. Se dice que él se encargó de vendérsela a Frank Brophy, graduado en la Universidad de Yale y gran amigo de Prescott Bush, abuelo del ex presidente de E.U.

SURGE OTRA VERSIÓN

Existe otra versión que tiene más adeptos, pues coinciden en ella varios historiadores que se han encargado de investigar la vida y muerte del “Centauro del Norte,” quien como ya sabemos fue asesinado tres años antes de que su cuerpo fuera profanado precisamente allí en Parral. Dicen que su homicidio fue ordenado por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles porque le tenían miedo a que se levantara en armas en su contra. Yo no lo afirmo ni lo niego. Eso se decía entonces, el caso es que cuando manejaba un carro acompañado de 4 personas en las calles de Parral fue acribillado al salir de un puente.

APARECE DURAZO EN ESCENA

Se dice que dentro de la colección de cosas absurdas que sucedieron en la historia de México, una de tantas es que una investigación clandestina de la Se cretaría de Guerra, que llevó a cabo el teniente Ignacio Sánchez Ayala, reveló que a las manos de un general del ejército mexicano que tenía fama de borracho llegó un volante u hoja impresa en la que el Distrito de Columbus ofrecía 50 mil dólares por la cabeza de Pancho Villa. De manera coincidente ese mes de febrero de 1926 el periódico “El Siglo de Torreón” publicó que un millonario de Nuevo México prometía un dineral por la cabeza de Villa. Francisco Durazo, como se llamaba el militar aquel, era el jefe del destacamento de Parral, quien en estado de ebriedad ordenó a un grupo de soldados que estaban a su mando que entraran al panteón y profanaran la tumba. Ellos eran el teniente José Elpidio Garcilaso, sargento Roberto Cárdenas Aviña y su chofer Ernesto Weisse y dos más que efectivamente brincaron las bardas del panteón y profanaron la tumba. Mocharon la cabeza de Villa y la entregaron a su superior.

DON JUANITO AMPARÁN

Ni que decirle que don Juanito Amparán se metió en un gran problema, en un principio aparecía como el principal sospechoso o por lo menos cómplice. Lo acusaban reprochándole que sus perros durmieran con él y no afuera del cuartucho donde se guarecía del frío. Él los defendió aduciendo que su pequeña jauría no tenía la obligación de cuidar el panteón, que nadie les pagaba por ello. Además confesó que los quería como hijos pues eran sus únicos familiares y que dormía con ellos desde que se murió doña Maurita como se llamaba su mujer. Al parecer ordenaron fusilarlos por inservibles. Don Juanito se murió de dolor y pena cuando las autoridades se llevaron sus animalitos rumbo al paredón. De alguna manera querían aplacar a la gente y los perros la llevaron sin razón.

LA CAJA METÁLICA

Se sabe además que la cabeza se guardó en una caja metálica para municiones de rifles Máuser de 7 mm., y que Durazo la llevaba a los Estados Unidos, cuando fue interceptado en la Estación de Jiménez por sus superiores; el general Arnulfo R. Gómez, quien enterado de lo que lo que llevaba Cárdenas en la mencionada caja, lo reprendieron y le ordenaron que la enterrara de inmediato, después se le corrió del ejército. El cabo Miguel Figueroa fue encargado de sepultarla, dicen que lo hizo en un rancho de su propiedad llamado El Cairo el que se conoce actualmente como Salaices, en Chihuahua, cerca de Parral por la carretera a Jiménez. Aseguran que todavía se encuentra en este lugar y que jamás ha salido de México.

Esto aseguran historiadores como Paco Ignacio Taibo, pero difieren algunos que afirman que su cráneo se encuentra en las Instalaciones de la asociación masónica “Skull and Bone,”, dentro del campus de la Universidad de Yale, en los Estados Unidos.

Si esto es cierto, nos podemos preguntar con curiosidad: ¿qué hace aquí y como llegó?

REGRESANDO CON VILLA

Después de lo que sucedió con la cabeza de Pancho Villa, sus demás restos permanecieron en la misma tumba, pero existen evidencias documentales que en 1931 Austraberta Rentería una de sus viudas, los cambió a la tumba número 10 que ella compró a perpetuidad. Ella tuvo que conseguir otro cadáver para la vieja tumba de Villa, así que en complicidad con el sepulturero enterraron en ella a una mujer que había muerto de cáncer y que había sido enviada a la fosa común pues no tenia parientes en Parral.

En 1976 el presidente de México, Luis Echeverría, ordenó que los restos de Villa fueran trasladados al Monumento a la Revolución, el día que se llevó a cabo la ceremonia desfilaron por Parral dos destacamentos militares, uno de infantería, otro de caballería, atrás de ellos venía un caballo negro sin jinete conducido por un civil, lo seguía un destacamentos de soldados vestidos como los dorados de Villa. Al parecer los huesos que llevaban eran los de la mujer desconocida la que hoy descansa junto a Francisco I Madero y otros célebres personajes como Venustiano Carranza y Álvaro Obregón en el mencionado Monumento a la Revolución.

*Historiador

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.