Nacional

El jarano… sombrero de charro

Por domingo 16 de octubre de 2011 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel El Cuervo*

La culpa fue de los camarones y el vino tinto… San Benito sirvió de marco para una tarde deliciosa en grata compañía de los imborrables amigos mocoritenses… La tarde fue cayendo entre la sensación incomparable de una verdadera degustación de platillos exquisitos de la región: Elotes asados, tamales, unas chuletas asadas deliciosas y después de todo eso, dos o tres kilos de camarón… Al aderezarlo con vino tinto de la cava especial de Guamúchil, la emoción culinaria, dio paso a la emoción de la amistad, la música y los recuerdos y sensaciones que se desprenden al escucharla en esas circunstancias. Ahí, en el camino de regreso, mientras el sol caía, fue gestándose una emoción casi como un juego, como un capricho por realizar una grabación especial de boleros con el fin de apoyar musicalmente las futuras sesiones bohemias del grupo… Pero lo planeado, fue más allá de la emoción etílica y comenzaron los planes a cristalizarse… Selección de repertorio, arreglos, tonalidades y llegó el día… Poco a poco, las cosas iban cobrando forma… Entre dudas, estoicas defensas de un estilo,disconformidades, etc., el proyecto pasaba a ser una realidad… Y conforme la grabación avanzaba, una sonrisa emotiva y de sorpresa iba envolviendo a todos aquellos que asistían como testigos a la realización de esta que sería mi primera grabación con banda sinaloense… La magia fue surgiendo, deslizándose… Casi sin sentirlo… Y llegó el turno de la voz… Y la emoción surge… La visita de las siete musas envuelve al canto… Ahí, en el estudio, estuvo conmigo toda la magia del romance, de los amorosos, de la mujer que al escuchar, por ejemplo: “Alma mía, sola, siempre sola…” sucumbe ante la inspiración de esos grandes autores seleccionados para el disco. Y después, comentarios acerca de ello… “Señor Cuervo… Quiero decirle algo…” “Sí, dígame…” “Cuando mi mamá supo que estaba usted grabando en mi estudio, me pidió que la invitara porque no sabe las ganas que tiene de conocerlo” “Ah, pues invítela” “Es que me quedé pensando, señor Cuervo…” “En qué, Ingeniero, si se puede saber…” “Nada, es que me quedé pensando en que después de escuchar la manera en que está cantando y cómo nos envuelve a todos en su emoción… Pues la mera verdad pura madre que traigo a mi mamá.” Y la risa de todos que explota al escuchar ese comentario que es uno de los elogios más sui generis que han hecho de mi voz cantada. La portada… Cómo será la portada… Hay que tomar fotos… Pero no traigo ropa… Y comprando una camisa negra y un pantalón negro se busca la solución de vestuario… Complemento lógico, pienso, una texana negra también haciendo juego. Si al vestirme de charro llevo sombrero adecuado al traje pues en este caso la lógica me indica que debe ser igual. Después de tomar las fotos, surge la duda: El disco es romántico… El sombrero pues es motivo de opiniones diversas… El sombrero… Y me transporto a aquella primera vez que porté un sombrero de charro. Para aquel joven que iniciaba su carrera, el momento en que portaría el sombrero ancho, sería mágico… Un jarano como complemento indispensable del traje charro… “Jarano”, es como originalmente se denominaba al sombrero que el charro mexicano utiliza. Y surge, como todo en el atuendo nacional, por necesidades del hombre de campo, para protegerse del sol, de la lluvia, de los zarzales, de una caída in cluso… El sombrero charro, en un principio, fue hecho de palma con una copa semiesférica, de ala ancha y plana todo alrededor de la copa. Fue sufriendo variantes que servían de mejor manera a la labor del ranchero, del hombre de campo. Así, el ala creció hasta llegar a ser del ancho de la espalda de quien lo portaba. Por dentro de la copa, se ataba el barboquejo, una tirilla de gamuza o de crin de caballo, que se ataba a los chapetones que iban a los lados de la copa del sombrero. Posteriormente, para mayor comodidad del jinete, el ala en su parte posterior, se dobla, permitiéndole así moverse con más libertad. Para fortalecer la copa, se pone alrededor una especie de cinto de gamuza y a veces de crin en un tejido tipo soga denominado toquilla cuando es el cinto de gamuza o de baqueta y calabrote cuando es del tipo de soga de crin. La necesidad de fortalecer la copa, es para que el jinete, el charro en este caso, tenga la protección en una eventual caída del caballo. Y por esta misma razón, el sombrero charro, o jarano, fue en primera instancia engomado para endurecerlo y se pusieron en la copa cuatro hendeduras como si hubiera sido golpeada con una pelota rígida, razón por la cual se le llama de cuatro pedradas. Existe un tipo de sombrero que lleva dos hendeduras alargadas a los lados y se conoce en algunos lados como de quesadilla. Debo decir que ese tipo de copa no está considerada por el reglamento charro como un sombrero auténtico para el atuendo nacional. Los chapetones que sujetaban el barboquejo, con el tiempo quedaron en la copa del sombrero como reminiscencia de los inicios y sirven ya únicamente para identificar al dueño, ya que el chapetón, en el caso del sombrero de media gala, gala y gran gala, debe llevar la inicial del charro propietario del jarano. Y el barboquejo ahora se sujeta al sombrero por medio de unas presillas que llevan a los lados por donde se pasa la tirilla de gamuza. De la misma manera en que el sombrero lleva su toquilla en la copa, se le puso alrededor del ala, un adorno en hilo plata que se conoce como galón. Así, el sombrero de gran gala es indispensable que lleve un fino galón en hilo plata. El de media gala y de gala, pueden llevar en vez del galón, un ribete de gamuza o de baqueta. Después de las diversas etapas en que el jarano se vio envuelto, tenemos que según el reglamento de la Federación Nacional de Charros (antes de tantas reformas que malamente le han hecho), existen solamente dos tipos de sombrero charro cada uno en sus modalidades de faena, de media gala, de gala y de gran gala: Sombrero Pachuca, que lleva el ala posterior levantada y la parte anterior totalmente plana. El sombrero San Luis Moderado, que lleva el ala posterior levantada y la anterior ligeramente curveada en dos centímetros. Por último, hay un tercer tipo de sombrero denominado Cocula. Este último, lleva ambas alas, la anterior y la posterior, levantadas. Es importante saber que este tipo de sombrero no es considerado charro aunténtico. Este tipo de sombrero es o debe ser utilizado solamente por el mariachi. El sombrero de faena, será realizado en palma o algún tejido similar y va engomado siempre para protección del jinete. El sombrero de media gala, puede ser de palma siempre y cuando vaya ricamente adornado en la toquilla y su ribete, aunque es de mayor tradición que sea hecho de fieltro y muy bien engomado. El de gala y gran gala, debe ser de pelo de liebre finamente elaborado y peinado en rodajas. En el caso del de gala, puede llevar toquilla o calabrote de hilo plata y puede no llevar galón y debe ser de colores discretos y que hagan juego con el traje. Y el sombrero de gran gala, sólo puede ser de color blanco o gris. Con su toquilla de plata y su galón de igual material. Todos los sombreros llevan chapetones en la copa. El de faena puede no llevarlos pero en caso de que los lleve deben ser de cuerno o hueso. El de media gala, gala y gran gala deben llevar chapetón de plata con la inicial del propietario… El sombrero…

–Sí…
–Sí qué…
–Sí quítatelo, tómate las fotos solamente con ropa negra pero sin el sombrero porque sale de contexto…
–Cuáles fotos…
–¡Oh qué la… Pues dónde andas, Cuervo. Regresa a la tierra y deja a las musas en su lugar. Por ahora vamos a pensar en la portada del disco… ¡Sombrero… Sombrero!

*Cantante, compositor y escritor

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