Nacional

Tardarás un rato en morir

Por domingo 4 de septiembre de 2011 Sin Comentarios

Por Juan Diego González*

“…la nieve comenzó a caer lentamente.
Los copos eran más grandes y tenían más
fuerza que los de la nieve que le había
acompañado a lo largo de todo el viaje
de Estambul a Erzurum.”
Orham Pamuk de su novela “Nieve”

La novela de Imanol Caneyada “Tardarás un rato en morir”, ganadora del concurso Libro Sonorense (2008) llegó a mis manos la misma semana de noviembre que Mario Arturo Ramos tuvo la gran cortesía y amabilidad de pasar saludarme en Hermosillo; durante nuestro trabajo en la Feria del Libro 2010. Además me entregó algunos números de La Voz del Norte. Le pregunté que si podía enviar colaboraciones. Así entramos a participar en esta querida y valiosísima labor periodística. Pero no fue hasta principios de este agosto que tomé la novela y me decidí a leerla.

Para mí es normal comprar libros y tenerlos guardados por meses e incluso años, hasta que un día simplemente los descubro en mi biblioteca y me pongo a leerlos. Por ejemplo, en el 2002 me regalaron un texto de Andrés Henestrosa, “La Patria, un intento por definirla”. Un discurso excepcional y de poderoso lenguaje del poeta oaxaqueño. Lo leí hace una semana, casi diez años después. Con “Tardarás un rato en morir” sucedió eso también.

La novela está divida en 36 capítulos. Su lectura te atrapa desde el principio por su lenguaje rítmico y muy cercano a la oralidad, es decir, parece que alguien se sienta a tomar café contigo y zaz, te cuenta una historia. De entrada te ubica en el lugar donde se desarrollan las principales acciones: El frío y la nieve de Montreal. Te describe la soledad de un lugar casi mágico cubierto todo el tiempo de una especie de maldición blanca que baja del cielo en forma de copos de nieves.

Los personajes principales son dos mexicanos que buscan refugio en esa parte casi inhóspita del mundo. Juan José Salvatierra “el cabezón” y Martín Torrevieja “gobernador”, dos políticos exiliados, obligados a esconderse en un hotel, mientras esperan la manera de regresar al país.

La relación entre ambos, inicia desde la niñez, al ser totalmente opuestos. Juan José tiene el apodo precisamente porque su cabeza es una deformidad que no corresponde con su cuerpo y Martín es varonilmente bello. El Cabezón se vuelve una especie de guardaespaldas del “Tinín”, quien saca provechoso de su rostro para conseguir lo que quiere. Conforme avanza la trama, su relación se nos va descubriendo patológica y quizá enfermiza, de una codependencia similar a la que sufre un drogadicto. Con el paso del tiempo, Martín se mete a la política y llega a ser gobernador de su estado natal y por supuesto, el Cabezón es su secretario particular, su contención, su arregla todo, su escudo y punta de lanza.

De la suite del hotel, la nieve de la calle y el frío que se mete hasta el último rincón de la memoria, a pedazos, como vistazos rápido por una ventana, los recuerdos van surgiendo para conformar la historia de estos personajes singulares. En cada página nos preguntamos de qué huyen, quién los persigue, qué fantasma los mantiene en la cárcel congelada del exilio. Los mismos recuerdos nos develan ese pasado misterioso para mostrarnos el rostro del “Cheque”, Ezequiel Ahumada, el tercero en discordia que creció junto con ellos en el pueblo. El Cheque, sobrino de importante capo del narcotráfico, promovió y consolidó la carrera política de Martín, a quien su belleza natural ya le había abierto las puertas de la política, al tener una relación con la hija del líder del partido.

Martín llega a la gubernatura apoyado por la influencia indiscutible del narco y las estrategias del Cabezón. Todos se benefician de esta alianza casi perfecta entre el poder monetario y el de las armas. Pero todo tiene un precio. Precisamente por eso los personajes están escondidos en Montreal, al acabarse el sexenio, se acaba el corrido también.

Entrelazadas las historias de los personajes, la afirmación de que el poder del narco está por encima de los discursos y declaraciones oficiales de políticos, surge la investigación de una serie de crímenes en Montreal y los intentos por descubrir la identidad de un asesino serial que tiene a toda la provincia en extrema ansiedad. La figura del investigador Aitor Pelletier, hijo de una emigrante española, es otra interrogante más para el lector. El panorama de la novela, es muy similar a la vista que ofrece un paisaje nevado, todas las figuras cubiertas de nieve se parecen. Los mexicanos huyen de algo, el policía persigue un asesino escurridizo y sangriento. Todos tienen las manos vacías y su futuro es impredecible como una tormenta de nieve.

El escritor Imanol Caneyada te mantiene siempre pegado a la lectura, porque deseas que pare de nevar, que el frío dejé de quebrar tus huesos como palillos. Y cuando menos lo esperas te identificas con los personajes, porque simplemente aceptas que en la nieve, todos somos conejos huyendo del lobo. A todos nos persigue un pasado.

“Tardarás un rato en morir” excepcional novela de finales inesperados. Una lectura que nos muestra una narrativa fresca, a la vez que nos obliga a profundizar y redefinir los parámetros que tenemos de la sociedad actual. Para saber cómo termina la historia de todos estos personajes habrá que leer la novela.

El autor es originario de San Sebastián (España, 1968) avecindado en Sonora por muchos años. Ganador de diversos premios literarios. También ejerce el periodismo. Actualmente radica en Hermosillo, Sonora.

*Docente y escritor sonorense.

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