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Un culichi en China

Por domingo 15 de mayo de 2011 2 Comentarios

Por Pablo Gastélum Castro*

Queda hasta la China, jugaremos hasta donde muera China, eso está en chino, que los chinos están patas pa’rriba, que todo lo saben desde hace miles de años y que cerraron fronteras apartándose del mundo, pues no tenía nada que enseñarles.

Que son los inventores de la pólvora, de la tinta china, de la seda, de la brújula, de los barcos con cámaras para no hundirse, del arado, de las curvas de nivel, del papel moneda, de los primeros sistemas de pesas y medidas, de la acupuntura, sellos, la imprenta; en el deporte: del futbol, golf, polo, bádminton, vólibol, etc. etc.

Que hay filósofos como Confucio, Mencio, Laozi y Zhuangzi y pensadores y políticos como Mao Se Dong, y Lin Piao, místicos religiosos como Confucio y Buda.

Por otro lado: que disque son muy sucios, que usan trenzas los hombres, que tienen muchas mujeres, que comen ratas, culebras y escorpiones, que son muy trabajadores al grado que duermen en el mostrador, que usan el ábaco y que operan más rápido que una computadora, que en el Himalaya hay monjes respirarianos (que se alimentan del aire) y que son capaces de aguantar durante horas y días temperaturas bajo cero, prácticamente desnudos.

Con esas ideas y prejuicios, me embarque en compañía de algunos empresarios adscritos a la cámara de comercio de Culiacán, con destino a China a mediados de octubre del 2006, en vuelos de Air China, que mucho me impresionó por lo moderno y buen servicio. No viajamos al oriente, nuestro vuelo se fue costeando hacia el norte por el pacífico, hasta Alaska, sobrevolando por el estrecho de Bering entramos a tierra asiática y de ahí rumbo al sur por la parte poniente de la península de Kamchatka en Rusia y continuamos por el mismo rumbo hasta Beijín, cuna de las míticas dinastías orientales.

La ciudad prohibida

El verme de visita en ese nicho de construcciones centenarias, sentía que había cruzado aparte de la línea del tiempo en el pacífico, el túnel del tiempo en ésa mítica ciudad. Esta ya la había conocido, por decirlo así, en la película “El último emperador” (la cual recomiendo como un gran documental), me sentía todo un visitante de tal nivel, que Marco Polo me quedaba chico, pues él no tuvo la dicha de conocer la ciudad prohibida, ya que estaban por edificarla cuando él viajó por China. Realmente es majestuoso todo el conjunto de palacios, edificios, casas e instalaciones que se dispusieron para el servicio y confort del emperador en turno; mencionar, describir y señalar el destino sólo de algunos, llevaría todo un volumen que sería prolijo enumerar y que no es el objeto del presente; sólo resta señalar que cada edificación es un dechado de expresión arquitectónica, pues la construcción de pagodas es impactante por sus techados principalmente de teja esmaltada y las míticas figuras de dragones y gárgolas que adornan los mismos y en cuanto a su decoración es todo un mundo de calidades realmente exóticas, por su artesonado, muros y pilares, biombos, repisas y mobiliario elaboradísimo, todo en una bastedad de colores; cortinas de terciopelo y seda que no dejan lugar a dudas de lo que es un pueblo con diferentes raíces, costumbres y mística que lo mantienen a uno verdaderamente perplejo.

Hubo dos acontecimientos en el curso de mi visita a la ciudad prohibida: el primero es que le llamé por teléfono el 13 de octubre allá, 12 aquí, en que cumplía 94 años, mi padre. Al comentarle que estaba de visita en la ciudad prohibida, quedó impresionado por lo claro de la recepción del sonido a lo que agregué que estaba llamándole por un celular que se podía esconder en la mano, respondiéndome que apenas lo podía creer (como no, pues lo recuerdo gritando por teléfono en las largas distancias tan sólo a la ciudad de México). La otra es que saliendo de uno de los templos, venía un par de gringos escoltados por un pelotón de chinitos que me llamó la atención, y al fijarme bien me pareció conocido uno de ellos, estaba frente al personaje que más ha influido en la cibernética mundial, era nada más ni nada menos que Bill Gates, un güero con fachada de turista, con su cámara tomando fotos como cualquier ciudadano, al que las necesidades de estado lo traen acotado.

La gran muralla china y principales atractivos de Beijin

A unos cuantos minutos de las afueras de Beijn llegamos de visita a la más grande obra de ingeniería del mundo, una real y autentica maravilla: la gran muralla china, “larga fortaleza” en chino, de más de mil ochocientos kilómetros, contando ramificaciones y antiguas obras hechas en el orden, pues no fue lo que vemos, como gran muralla, la primera y original obra. Esta se ha derruido en un setenta por ciento; es de admirarse como su belleza y calidad serpentea a través de los valles, montes, acantilados y ríos; su altura en promedio de 6 a 7 seis a siete metros y su anchura que va de los 4 a 5 m., con piso de granito en varios tramos, con losas que en muchos casos son superiores a un metro cuadrado, sus almenas y ladrillos de buen barro cocido o piedra caliza, sus torres de vigilancia dispuestas aproximadamente a menos de ciento cincuenta metros unas de otras. El imaginarte que generaciones de familias vivieron sólo para construir la muralla, desde el siglo V a.c. al siglo XVI, te hace pensar en lo faraónico del quehacer y que después de tantos años, dada su calidad, se mantenga enhiesta en muchos tramos, como testigo, retando el paso de los años. El solo caminar paseando es cansado, pues hay subidas y escalones que te fatigan y asomarte en algunos tramos de acantilados sufre uno de vértigo; imaginarse los andamios y vicisitudes que tuvieron que pasar como obreros, el costo de un millón de finados por accidentes de quienes laboraban, te hace meditar en serio. En 1987 fue declarada por la UNESCO, patrimonio de la humanidad.

En Beijin se puede dedicar meses a admirar y estudiar los cientos de atractivos, aquí van algunos:

Templo del cielo, plaza Tian’anmen (la plaza más grande del mundo), el museo de los relojes (relojes de todo el mundo, antiguos y funcionando), palacio de verano de los emperadores, jardín de la virtud y armonía, cientos de restaurantes ricamente decorados, parque olímpico (con el famosísimo estadio Nido de pájaro y La caja de agua), parque Xiangshan (hermosísimos jardines), templo de Tanzhe (con 70 pagodas que son un deleite visual), mucho que ver en los mercados, calles y comercios.

*Notario Público.

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