Nacional

Mito y sustentabilidad

Por domingo 15 de mayo de 2011 Sin Comentarios

Por Iván Escoto Mora*

El mundo se explica a través de la ciencia y los avances tecnológicos, pero también a través de la cultura. Por la ciencia hoy se entiende cómo operan las funciones reproductivas en el hombre y los cambios en las estaciones del año. Sin embargo, antes del saber objetivo, existió el saber mítico: explicación a través de las creencias de un pueblo y la vida de sus dioses.

En la explicación mítica del mundo existen dos concepto que se contraponen, uno es denominado “meme”; el otro, “mitema”. Ambos se refieren a la percepción cultural de la realidad. Señala Claude LeviStrauss, que la “meme” es la parte de los mitos que cambia en función de las culturas, son las construcciones ideológicas que se adaptan en cada sociedad y le dan un sentido propio a los relatos fundadores de sus civilizaciones. El “mitema” es la parte invariable de la historia que persiste más allá de la diversidad en los pueblos.

En todas las tradiciones hay coincidencias: existe el deber de veneración, la maldad, la bondad, las prohibiciones, los infiernos y las tierras prometidas. En el mundo antiguo, cada cultura entendió la existencia desde sus mitos, sin embargo, para todas, los fenómenos naturales fueron considerados siempre representación de la divinidad. Para los egipcios, Shu, dios del viento, tenía la tarea de evitar que el cielo se desplomara sobre la tierra. Se rendía culto a las fuerzas de la naturaleza porque se les temía; adorar sus poderes, era reconocer en ellas la posibilidad de la vida.

Lo interesante del concepto de “meme” es que resalta la permanencia de lo esencial en ciertos valores a pesar de las variables que constituye la cultura para cada pueblo.

Cobra relevancia para la materia de “desarrollo sustentable” el tema de la “meme” como concepto referido a la relación cultural que el hombre establece con la naturaleza que le rodea.

La cultura es una construcción humana. El hombre establece la forma en que se vincula con el mundo y los seres que lo integran a través de usos y costumbres determinados por condiciones “espacio-temporales” concretas.

El hombre plantea su posición en el mundo y con ello surgen dos posturas: la primera le ubica como dueño y señor, el gran jerarca facultado para disponer y consumir, construir y exterminar. Justifica bajo el título de civilidad todo saqueo, abuso, uso despiadado de los recursos naturales en aras del progreso, del desarrollo a costa de lo que sea, porque –según se afirma- el estilo de vida posmoderno, no puede sacrificarse.

En otra postura, el ser se identifica como parte de la totalidad, está limitado a funcionar dentro del orden natural de las cosas. En un sistema orgánico, las partes que integran al cuerpo están determinadas por el conjunto al que pertenecen. El ser como ente colectivo se relaciona con el mundo, la destrucción del mundo es la destrucción del hombre como especie. En el macrocosmos, en el microcosmos, en los sistemas de relaciones, en todo conjunto de órganos vinculados, los impactos en un punto de la red repercuten en los demás. Señala Schopenhauer en los complementos a su libro El mundo como voluntad y representación: “todo el conjunto de nuestro conocimiento y comprensión está ligado a sus formas: por consiguiente, tenemos que captarlo todo en el tiempo, como un antes y un después, luego como causa y efecto, como arri­ba o abajo, como todo y parte, etc., y no podemos salirnos de esa esfera en la que se halla toda posibilidad de nuestro conocimiento”. Como el conocimiento, la vida se sostiene dentro de sistemas, de ecosistemas que posibilitan la existencia.

El concepto de “desarrollo sustentable” surge con el infor­me “Brundtland” derivado de las conferencias internacionales organizadas por Naciones Unidas en 1987. El punto central del informe es analizar las formas en que se han de utilizar los recursos naturales de la tierra para evitar que se extingan, cancelando con ello toda forma de existencia futura.

La “meme” se refiere a la manera en que se transmiten los patrones de cultura y dentro de ésta se incluyen los ritos, las estructuras y mecánicas de comportamiento, la percepción del mundo y sus valores.

La forma en que se relaciona el hombre con la naturaleza reviste complejidades culturales, sociales, económicas y políticas que impactan directamente en las condiciones de existencia o extinción de sus bienes y recursos. Construir una cultura que implique la relación respetuosa entre el hombre y el mundo, es permitir la perpetuación de la humanidad. Atropellar la naturaleza para expropiar sus bienes y consumir sus frutos hasta agotarlos, es colocar la vida contra esquina de la muerte. Como en la Grecia antigua ya se reconocía, el pecado de la desmesura (hybris) sólo puede deparar extinción.

*Abogado y filósofo/UNAM.

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.