Editorial

Editorial: N° 30

Por domingo 19 de diciembre de 2010 Sin Comentarios

La comida mexicana fue reciente­mente declarada patrimonio cul­tural inmaterial de la humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en reunión celebrada en Nai­robi, Kenia, después de un intento falli­do ocurrido el año pasado.

La UNESCO define el término patri­monio inmaterial como “el conjunto de creaciones que emanan de una comuni­dad cultural fundadas en la tradición, ex­presadas por un grupo o por individuos y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad en cuanto expresión de su identidad cultural y so­cial; las normas y los valores se transmi­ten oralmente, por imitación o de otras maneras. Sus formas comprenden, en­tre otras, la lengua, la literatura, la mú­sica, la danza, los juegos, la mitología, los ritos, las costumbres, la artesanía, la arquitectura y otras artes”.

Lo que hoy conocemos como cocina mexicana, tiene origen en las culturas que poblaron el territorio del país. El director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la instancia encargada en documentar la candidatu­ra, expresó que la declaratoria abarca la comida tradicional de todo México. La cocina mexicana tiene carácter propio y diferenciado de las otras cocinas del mundo. Fundamenta su valor en el vas­to número de ingredientes que utiliza, en su amplia gama de sabores, colores y texturas, en la presentación de los pla­tillos y en las técnicas de cocina que le son propias.

Este conjunto de cualidades provie­ne de la riqueza de las cocinas regiona­les con las que cuenta el país, definidas fundamentalmente, por el medio natu­ral donde se producen, seleccionan y re­colectan los ingredientes y la forma en que los transforman en alimentos, así como la incorporación de ingredientes, técnicas y utensilios provenientes de otras culturas, sin que las cocinas mexi­canas pierdan su carácter esencial.

La cocina como parte de una cultura, es dinámica y cambiante. Cada genera­ción hace aportes y contribuciones que la conservan y enriquecen. El compro­miso ahora, por parte de los gobiernos y las comunidades locales es adoptar me­didas para definir, conservar y valorizar su patrimonio inmaterial, considerando que éste es el depositario y la memo­ria colectiva de los pueblos, y que es el único que puede garantizar la vigencia de la nuestra rica y milenaria tradición gastronómica.

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