Nacional

La danza y la vejez

Por domingo 28 de noviembre de 2010 Sin Comentarios

Por Elsie Armida Cota Ramos*

La danza es vida y la vida es movimiento.
Pensamiento náhuatl.

La danza en la actualidad ya no es lo que significó para los aztecas: Parte integral e indispensable dentro de la vida humana. Para Maurice Béjart, coreógrafo con­temporáneo, la danza significa el ser mismo: Si uno se ocupa de su cuerpo, hay ciertas posibilidades de que se dé cuenta de que también posee un espíritu… ¡Danzo, luego, soy¡ y para el filósofo Herbert Marcuse: La danza resucitará a este mundo muerto y lo hará un mundo humano.

En la cosmovisión de la cultura náhuatl la senectud ocupa­ba un lugar preponderante. La ancianidad estaba representada por Toci, la madre de los dioses y corazón de la Tierra. Abuela divina cuyo símbolo era la escoba con la cual barría la tierra. El 11° mes del año del calendario azteca dedicado a la vejez lo celebraban con una gran fiesta: Ochpaniztli, que significa gran camino; según lo menciona Fray Bernardino de Sahagún en la Historia General de las Cosas de la Nueva España.

En la época prehispánica, las mujeres viejas merecían todo el respeto de la sociedad. Los ancianos ocupaban un lugar preferencial al bailar en la primera rueda al lado de los seño­res que ostentaban el poder. Su participación daba prestigio a la fiesta por representar la sabiduría y la autoridad. Ellos toca­ban los instrumentos, cantaban y bailaban. Fray Juan de Tor­quemada en Monarquía Indiana, menciona que: Si los viejos no bailaban y no cantaban, vigilaban durante las fiestas que los bailes se desenvolvieran con toda honestidad.

La danza expresa el estado de ánimo, la emoción y el sen­timiento por medio de gestos, actitudes o conductas que re­presentan características propias según el sexo, clase social, edad, cultura o religión.

Al transcurrir el tiempo, el carácter primario de la danza se transforma en relajación y recreación. La razón es sencilla, porque al ejercitar el cuerpo con la danza, el movimiento al bailar proporciona regocijo, libertad, fuerza muscular, flexibi­lidad e impide enfermedades. Por el contrario, la inactividad y el reposo prolongado propician la vejez y la enfermedad.

La danza no es masculina ni femenina, es tan sólo una ex­presión humana y estética que sirve para liberar energía que por otros medios no es posible. La danza es patrimonio ances­tral de la humanidad al alcance de todos. El sentido natural de mover el cuerpo a su propio ritmo, conserva esa espontánea naturalidad de la cadencia al caminar. De ahí que, quien ca­mina, baila siguiendo el pulso del ritmo cardiaco. Practicar la danza en la edad avanzada, propicia la armonía con la vida y el placer por existir. Mientras el espíritu conserve su equilibrio y su vigor el sujeto gozará de buena salud física.

Antes del siglo XX, sólo una de cada diez personas llegaba a los 65 años. Los sexagenarios y los septuagenarios en la ac­tualidad gozan de vigor, buena salud e intelectualmente ac­tivos por lo que son considerados como la <<nueva vejez>>. Mucha gente de edad avanzada se mantiene activa y lúcida hasta el último momento porque el cuerpo humano es capaz de mejorar mientras se encuentra activo.

Con integrantes del Club Social Las Chicas del 17 de Culia­cán, llevé a escena el espectáculo Alameda 1917 en mayo de 1991. El éxito quedó plasmado en El Patio del Ayuntamiento de Culiacán, y las jóvenes de corazón nacidas en 1917 nos de­jaron su mensaje muy claro: ¡ Si yo puedo, tú puedes!

*Exbailarina del Ballet Contemporáneo de México,
y de la Compañía Oficial de Danza Contemporánea del INBA.

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