Estatal

La Revolución, luces y sombras

Por domingo 14 de noviembre de 2010 Un comentario

Por Gilberto López Alanís*

I

Después de cien años de los formales inicios de la Revolución Mexicana en Sinaloa y en el contexto de su cuestionada conmemoración, nos atrevemos a vislumbrar los nudos históricos que se desataron, para lograr la expresión contenida de un pueblo que buscaba su libertad.

Las muertes de Jesús Malverde y Francisco Cañedo en 1909 y la de Gabriel Leyva Solano en 1910, son las verdaderas anticipaciones de la tragedia que marcó una década. Estas tres imágenes históricas, nos remiten a las heridas profundas de un sistema que comenzaba a desmoronarse; Cañedo, poderoso gobernante; Malverde, simbólica irreverencia y Leyva Solano la democracia en vilo.

Estas premonitorias y acusadas ausencias son revolucionarias por su trascendencia, expresan contenidos sustantivos de un pueblo que venía luchando en contradicciones sorprendentes. Son tres heridas profundas que desfondaron el imaginario popular, dejando endeble el alma y el espíritu de una duración regional, anclada en la tradición y la modernidad. Al desaparecer reflejan su verdadero rostro.

Malverde, el más sorprendente por su persistencia, quizás, el verdadero protomartir de una lucha popular, que anunciaba la posterior, llamarada revolucionaria; fuerza desconocida que levantó su imaginario en la herencia del irreverente Heraclio Bernal.

Francisco Cañedo se convierte en radical ausencia autoritaria; patriarca del poder, sin el fenecen los viejos acuerdos; con el, se fue parte de la Presidencia Imperial de corte regional. Después de sus fastuosas exequias, nada fue igual, Redo no alcanzó a cerrar el circulo; su riqueza no es construcción propia, en ella, no se refleja elaboración política, por consiguiente, desde la contienda con Ferrel existió ausencia, su efímero gobierno se fincó en la represión, los acuerdos con la Sonora corralista y la publicidad periodística de su tiempo.

Leyva Solano, demócrata del antirreleccionismo, fue el estruendo civilizado y elegante de una generación que se apegó a la legalidad, con la posibilidad de vencer en las urnas, sueño de lo imposible; su muerte, historia negra, documentada por su viuda Doña Anastasia Velásquez en 1912, representó una puñalada al corazón rosalino.

Con la ausencia de estos tres símbolos, en su momento, se generó un vacío histórico; de poder, dirán los politólogos de hoy; ausencia de vida nos señala la experiencia. Ausencia de vida política, que se derramó en el espacio de una naturaleza que la genera a borbotones. Contradicción de una razón simbólica que no ha podido superarse. No hay finitud a todo esto, lo que vino y que hoy cumple cien años, trae consigo la herida social que permanece, después de remilgados y costosos artilugios burocráticos, no se encuentra sanidad en la organización política del presente.

II

Sin embargo, a pesar de las actuales “guerras” inventadas para justificar presupuestos, adelantar campañas presidenciales y lavar imágenes, la Revolución Mexicana, sigue siendo la violenta epopeya de los tiempos modernos de nuestra cultura. También es la intensidad popular del tiempo corto, donde fue posible la manifestación de los más diversos caracteres humanos; al acercarnos a la escala individual encontramos la tentación de lo simbólico.

Los posteriores procesos que incidieron sobre la vida de los mexicanos, como la formación de las instituciones de carácter nacional, la instauración y el desarrollo de los municipios, la derivación de lo que conocemos como partidos políticos, la cristiada, el vasconcelismo, la formación de los sindicatos, las centrales obreras y campesinas, además de las clases medias y los organismos patronales, junto con los movimientos magisteriales, de telegrafistas, ferrocarrileros, médicos, guerrillas urbanorurales, movimientos estudiantiles e insurrecciones pequeñoburguesas, intento de ejércitos indígenas de imagen trasnacional hasta la actualidad de hegemonías de las cúpulas partidarias que nos quieren vender una fantasía democrática, no han logrado ocupar y desplazar a satisfacción de los mexicanos, los lugares sagrados de la heroicidad y ruindad que el pueblo tiene apartados.

En ese sentido, la gama de personajes que aportó Sinaloa al movimiento social revolucionario de principios del siglo XX es tan diversa y sugerente, que nos sentimos tentados a distinguirlos en una chispa de luminosidad histórica. José Ferrel, el anhelo emergente; Heriberto Frías, el verbo subversivo; Francisco Valadés, la pasión interesada; Gabriel Leyva Solano, la legalidad democrática; Rafael Buelna, la sangre hirviente; Ramón F. Turbe, el ideal simbólico; Juan M. Banderas, la rústica lealtad; Juan Carrasco el carisma de lo vital; Herculano de la Rocha, lo inverosímil de la sierra; Salvador Alvarado, lo social regional; Rodolfo Fierro, la crueldad; Gergoriao Cuevas, el interés ranchero; Felipe Bachomo, lo indígena ligado a la tierra; Felipe Riveros, la persistencia del ideal; Clarita de la Rocha, la valentía femenina; José Rentería el final de la coyuntura; Juan de Dios Bátiz, el proyecto educativo; Ángel Flores, los empresarios agroindustriales; Manuel Clouhitier, el agio urbano; Ramón Ponce de León, la formalidad de la transición; Francisco Serrano, el proyecto antirreleccionista; Genaro Estrada, del extravío al resurgimiento; Enrique González Martínez de la cultura al poder; Nicolás T. Bernal, la amistad y el compromiso revolucionario y Anastasia Velásquez Vda. de Leyva, el reclamo justiciero.

A cien años, materialmente crecimos; las ciudades albergan nuevos y mayores ciudadanos; se genera más riqueza sin el necesario desarrollo social; perdimos autenticidad cultural; la formalidad política no satisface las aspiraciones democráticas; el peso colonial del imperio persiste; la pobreza es mercancía política; la educación popular es mecanismo elaborado de contención social. Sin embargo, no hay regreso; nada es igual, la historia no se repite, esta llena de vida y en ella se genera la luminosidad del mañana.

*Director del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa.

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Un Comentario

  • Luis Olvera dice:

    Hola me gustaria adquirir un ejemplar de un estudio suyo q hizo sobre Nicolas T. Bernal amistad y compromiso revolucionario (tengo las memorias de el) he intentado conseguirlo de muchas formas pero me ha sido imposible ya que yo vivo en el edo de Mexico he buscado en internet en editoriales pero nada, de verdad si me pudiese ayudar me encantaria adquirir un ejemplar y por supuesto pagarlo no se si fuese mucha molestia gracias por su atencion y espero respuesta gracias.

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