Nacional

Juana Torres Villanueva, ejemplo de valor y patriotismo

Por domingo 7 de noviembre de 2010 Un comentario

Por J. León Rodríguez Zúñiga*

Nació en el rancho San Antonio de Padua, del munici­pio de Mineral de Bustamante, Tamaulipas, México, el año de 1864, fueron sus padres el señor Epifanio Torres y la señora Felicitas Villanueva.

Contrajo matrimonio con Candelario Carrera Muñoz, hijo de Dionisio Carrera y Petra Muñoz, originarios de la hacienda del Carmen, San Luis Potosí. Durante los primeros años de matrimonio, vivieron en diferentes puntos del municipio de Mineral de Bustamante, Tamaulipas, entre ellos: San Antonio de Padua, La Mesa de los Altos, El Aguacate y finalmente en el Rancho “El Polvo”, donde asegura don Candelario que na­ció su hijo Alberto Carrera Torres el año de 1889. Sin embar­go doña Juana Torres Villanueva, expresó de viva voz, que su hijo Alberto nació en el Rancho “Atarjeas” el 23 de Abril de 1887, del mismo Municipio. Doña Juana y Candelario, tuvie­ron otros hijos de nombre: Eutiquio, Francisco Sulpicio, Faus­to, Antonio, Benito y Juana; todos revolucionarios de 1910 a 1918, incluyendo a doña Juana y Candelario su esposo, de igual manera varios familiares del clan Carrera Torres.

Los ranchos “El Polvo y Atarjeas”, distan unos dos kilóme­tros uno del otro, si tomamos de referencia el de Atarjea que se encuentra hacia el poniente. Los dos ranchos pertenecían a la jurisdicción de Calabacillas hacienda que era propiedad del español Francisco Ibargüengoitia, establecido en ciudad Tula, según manifiestos de 1908. Doña Juana Torres Villasa­na y su esposo don Candelario Carrera Muñoz, enviaron a su hijo primogénito Alberto a realizar sus estudios a ciudad Tula, Tamaulipas, después de haber pasado sus primeros años entre los ranchos “El Polvo y Atarjeas”, enclavados entre las faldas de la sierra del municipio de Mineral de Bustamante, comunicados estos dos rancho hacia el norte con el rancho El Aguacate, la hacienda del Gavilán, la Villa de Mineral de Bus­tamante, la hacienda de Santa Ifigenia, la Villa de San Juan de la Miquihuana y los ranchos de Valle Hermoso y la Marcela, ubicados en lo alto de la sierra de Miquihuana, con salida al estado de Nuevo León. Y al sur con la hacienda de Calabacillas y Tula, Tamaulipas.

Fue doña Juana Torres Villasana, la mano conductora de la educación de sus hijos, pues mientras Alberto se preparaba en la ciudad de Tula bajo la tutela del maestro Manuel Villasa­na Ortiz, ella continuaba con las actividades cotidianas en el solar familiar, cuando su hijo Alberto empezó a ejercer como maestro en la Villa de San jun de la Miquihuana, Tamaulipas, en 1909. El panorama de vida de la familia Carrera Torres se tornaba diferente y doña Juana tenía que lidiar con el cuidado y conducta de los otros hijos, pues la responsabilidad recaía en ella. Al saber que su esposo Candelario se ganaba la vida en el traslado de mercancías del pueblo de Miquihuana a la ciudad de Tula y en ocasiones hasta San Luis Potosí.

Según datos del Marcos Hernández Cervantes, cronista de Miquihuana, don Candelario y doña Juana, vivieron en la villa entre los años de 1908 a 1910, pues don Candelario trabajaba para el hacendado J. J. Castaños y tenían su solar en donde actualmente es encuentra la Escuela Secundaria “Alberto Ca­rrera Torres”, del lugar.

Al levantarse en armas su hijo Alberto Carrera Torres y don Candelario, su esposo, en noviembre del mismo año y des­pués de haber pasado por varios problemas por defender sus derechos y a los campesinos pobres. Doña Juana, siempre apoyó e incluso participaba en las acciones de armas, lo mis­mo giraba documentos a los subalternos de su hijo Alberto, para buscar las formas de atacar al enemigo, atendió heridos, enfermos, dió protección a soldados de la Revolución que co­incidían con la causa, buscaba víveres, armas y se hacia llegar hasta los escondites ubicados en la sierra de Mineral de Bus­tamante, Miquihuana, Tula y la región, donde se encontraban los guerrilleros de Carrera Torres.

En cierta ocasión se escondió en una cueva llamada “del perro” muy cerca del ojo de agua del rancho “Atarjeas”, pues conocía perfectamente el lugar y los caminos que conducían a las rancherías y pueblos. De la cueva “del perro”, cerca del ran­cho “Atarjeas” en tiempos de la Revolución, salió discretamen­te por los caminos de herradura, llegó a la hacienda del Gavilán y desde este lugar la escoltó el capitán Ricardo Barrón Pérez, (nativo de Mineral de Bustamante) con su gente, pasando por Santa Ifigenia hasta Miquihuana y de ahí los coroneles Pompo­so Vargas y Juan Bautista Amaya, la escoltaron a las Joyas de Marcela, donde se encontraban las tropas de sus hijos.

Entre los meses de junio y julio de 1915, fue aprendida en el rancho el Carrizal de Moctezuma, y enviada a Ébano, S. L .P., en compañía de sus hijos Francisco y Benito, fue entregada al general Gaspar de la Garza, quien los remitió a Tampico, siendo liberada allí por órdenes del general Emiliano P. Nafarrete.

Al fusilar a su hijo, profesor y general Alberto Carrera To­rres, en ciudad Victoria, Tamaulipas, el 16 de febrero de 1917, se encontraba en la ciudad de Tula, Tamaulipas y después de la muerte de su esposo Candelario, (en combate) Eutiquio y Alberto, sus hijos; doña Juana Torres Villasana, siguió viviendo en Tula, posteriormente se trasladó a la ciudad de San Luis Po­tosí, S. L. P., donde vivió gran parte de su vida, llegando a una edad avanzada y murió tranquilamente en 1961, a la edad de 76 años.

Mujeres como doña Juana Torres Villanueva, merecen ser recordadas, ponerlas en el pedestal que les corresponde, que sean ejemplo de valor y patriotismo por defender a su pueblo y a la patria que las vio nacer, para que las nuevas generacio­nes tomen conciencia de las luchas libradas para gozar del México de nuestros días.

*Cronista Municipal de Mineral de Bustamante, Tamaulipas.

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