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¡Vamos a oir mariachis a Garibaldi!

Por domingo 26 de septiembre de 2010 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel El Cuervo*

El tránsito para llegar al estacionamiento, estaba verdade­ramente pavoroso… Debía tomar el eje 1, dar vuelta a la derecha sobre Allende, nuevamente a la derecha sobre República de Ecuador y después a la izquierda en el callejón de San Camilito y ahí, al final, el portón negro donde ya esperaba don Pepe… “Don Alberto, qué gusto saludarlo de nuevo, tantos años sin verlo…” Aproximadamente veinte años hace que tra­bajé ahí, en el afamado “Plaza Santa Cecilia” de mis sueños… Ya no existe, sólo quedan los melancólicos recuerdos… Bajo de mi auto y los sonidos característicos de la plaza, comienzan a inundarme de su música, sus gritos, sus pregones, su algarabía inconfundible… Justo en ese momento llega Cinthya, al salu­darla me doy cuenta que sigue afónica. El cansancio ha hecho mella en todos los participantes… Juntos llegamos al Tenampa para encontrarnos con los típicos problemas de organización en estos eventos. “Sones de mariachi por el Mundo”… Ahí nos encontramos con Gaby y sus ojeras quien a pesar del cansancio siguió con su sonrisa hasta el final. Hoy, sábado, termina oficial­mente, y por supuesto se escogió esta Plaza que es el emblema por antonomasia del ma­riachi en la actualidad. Cerca de 200 grupos de mariachi de distintos países se inscribieron. Es gratificante sentir que en todo el mundo se interesan por nues­tra tradición musical. Todos esos mariachis, cuyos miembros ni si­quiera son mexicanos en su mayoría, con­vertidos en promoto­res culturales de México… Abrir las persianas del Tenampa, es siempre mágico… El ambiente, la atmósfera que te envuelve… Los recuerdos… Toda una ensoñación que de pronto se corta cuando Cinthya Prida, la bella encargada de la organización, me vuelve a la realidad guión en mano:

—Primero los agradecimientos… Por protocolo es necesa­rio mencionarlos en este orden…¿entiendes mi letra o lo vuel­vo a escribir…? Luego viene la presentación de Las Alazanas y después…

No puedo evitar la risa al increparla en su arremeter de in­formación y reiterarle que los varones no tenemos la capacidad de discernimiento múltiple que tienen las damas… Retoma­mos todo y vamos punto por punto… Desde luego, como en cualquier buen evento que se precie de serlo, no tenemos tiem­po de aclarar cada punto y este recién nombrado maestro de Ceremonias no tiene otra opción que comenzar al bien sabido valor mexicano. Mi participación es en los dos eventos, dentro de la cantina y en el escenario al aire libre, en la Plaza Garibaldi donde cantaré al final para la gente de manera gratuita. Cua­tro son los mariachis ganadores: Las Alazanas de Colombia, Divas de América colombianas también; Cobre de Perú y Siete Leguas de MacAllen Texas que serían los que me acompañen para cantar. Después de los aplausos oficiales que ensalzan y alimentan el ego de los políticos, vienen las palabras de mi buen amigo Carlos García de Alba, impulsor de este certamen desde el Instituto de los mexicanos en el exterior. Palabras senti­das y llenas de mexicanidad… Toca nuevamente al maestro de ceremonias (o sea yo), tomar la palabra… “Tal vez se estén pre­guntando por qué escogimos justamente este lugar, esta can­tina para dar por terminada la gira de los mariachis ganadores en México… Pues no es casual, ni se debe a que hayan dado el mejor precio para hacerlo… Lo que sucede es que es justo aquí, a las puertas de este popularísimo lugar en el mundo entero, donde comienza la fama, la historia pública del Mariachi en la Ciudad de México…” Efectivamente, en el año de 1920, llega a la ciudad capital, el Mariachi Coculense de Cirilo Marmolejo. Después de varias presentaciones exitosas, regresó a su tierra dejando sembrado el sueño en otros mariachis de triunfar en la capital. Sería hasta el año siguiente cuando el Mariachi de Concho Andrade, llega para tocar en el onomástico del presi­dente. Al término del evento, pues el mariachi se vio sólo y a su suerte y algunos de los integrantes decidieron quedarse a bus­car otro destino. Así, llegarían hasta la Plaza Garibaldi… Se ins­talaron donde vieron mayor afluencia de parroquianos, justo a las puertas del afamado Tenampa… El dueño, al verlos con su atuendo típico: calzones de manta, camisa del mismo material, ceñidor a la cintura y sombreros de palma rematando en unos huaraches de correa, los corrió una y otra vez argumentan­do que molestaban a su clientela… Los músicos no se arredraban y coti­dianamente regresaban a interpretar sus sones y jarabes a las puertas de la cantina… Los pa­rroquianos, poco a poco comenzaron a interesar­se por esa música dulzona y melancólica que brotaba de sus instrumentos de aquella época: vihuela, arpa grande o arpón, violín y quinta de golpe… El dueño, comprendiendo entonces que la presencia del mariachi podría resultar beneficiosa para su negocio, los “aceptó” dentro de la cantina a condición de que no molestaran a sus distinguidos clientes… Cada vez, se hicieron más populares y así, fueron llegando otros grupos que se integraban y deambulaban en la plaza esperando a quien so­licitara sus servicios. La Plaza Garibaldi, que fuera bautizada así en memoria de José Garibaldi, nieto de Giuseppe Garibaldi, cé­lebre italiano luchador social. José, llega a México en 1911 y se une a las tropas de Madero en la Revolución. La casualidad o las circunstancias, hicieron llegar a esa plaza al mariachi de Con­cho Andrade. De ahí en adelante, muchas personas ansiaban conocer la plaza afamada cada vez más por ser el lugar donde los mariachis se reunían… Celebridades y personas de todos los estratos socioeconómicos, acudían noche a noche en busca de la música de mariachi… Gente del medio artístico y político se convirtió en visitante asiduo. Así, María Félix, Lola Beltrán, Pe­dro Infante y, entre otros, por supuesto José Alfredo Jiménez quien inmortalizaría el Tenampa en su canción: …Parranda y Tenampa/Mariachi y canciones/ así es como vivo yo… Ahí pues, fui conductor de ese importante evento… Ahí, recibí de nueva cuenta el cariño de la gente en su plaza pública… Ahí es donde y como lo cuenta la historia, surgió el grito popular: ¡VAMOS A OIR MARIACHIS A GARIBALDI!

*Cantante, compositor y escritor.

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