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José Ángel Espinoza “Ferrusquilla” compuso un corrido a Mocorito

Por domingo 11 de julio de 2010 Sin Comentarios

Por Faustino López Osuna*

El próximo 2 de octubre, nuestro famoso compositor José Ángel Espinoza Aragón, “Ferrusquilla”, cumplirá 91 años de edad, para bien de nuestra cultura.

Posiblemente pocos saben que sus padres fueron don Bue­naventura Espinoza Domínguez y doña Fredesbinda Aragón; que fue el tercero de cuatro hermanos: Indalecio, Andrés, él y Octavio, y que de los tres, solamente sobrevive este último, el menor, con domicilio en el Ejido Mochis. En su espléndida biografía “Échame a mí la culpa”, escrita por Heberto Sina­gawa, se conoce pormenorizadamente el origen y trayectoria de tan distinguido sinaloense.

Datos relevantes de su vida: nació en Choix, en un peque­ño poblado llamado La Reforma, cercano a la presa Huites, de apenas cuatro o cinco casas habitadas por sus tíos y abuelos, que desapareció por el implacable paso del tiempo.

No cumplía los dos años de edad don José Ángel, cuan­do fallece su madre doña Fredesbinda, tras nacer Octavio. Al enviudar, don Buenaventura decide emigrar con sus hijos a los valles, partiendo primeramente al Guayabo y luego a Las Bombas, por el rumbo de Los Mochis. Desde su última residencia, quien más tarde sería conocido cariñosamente como “Ferrusquilla”, estuvo acudiendo hasta el quinto año a la escuela primaria de Ahome. Ahí, el profesor Salvador Cárdenas Chavarín, director de la misma, al ser promovido como inspector a Mazatlán, le ofreció una beca que lo llevó a establecerse en el puerto, en una casa de huéspedes al cuidado de doña María Nica­nor Galindo, oriunda de Zapopan. Cursó la secundaria en la Preparatoria porteña, donde fue condiscípulo de Jesús Kumate Rodríguez.

Cuando cumplía 15 años de edad, Espinoza Aragón emigra a la ciudad de México, con la intención de es­tudiar el bachillerato. Pero, en la misma década de los años 30, pese a los inveterados incrédulos del destino, algo lo apartó de la academia y lo llevó a la radio y al cine y su vena de compositor, a partir de la siguiente década, empezó a darle a México melodías que enri­quecerían el cancionero popular. A la fecha, ha com­puesto 170 canciones, divididas en 110 editadas y 60 in­éditas, reunidas, estas últimas, en 3 discos compactos que desea dejarle como herencia a su hija Angélica Aragón.

A sus 90 años de fructífera existencia, José Ángel Espinoza Aragón puede decir con satisfacción que intervino en 85 pelí­culas mexicanas y extranjeras, habiéndose iniciado en el sép­timo arte con la película Media Noche, al lado de Arturo de Córdoba. Su canción ranchera “Échame a mi la culpa”, cuya música inolvidable se ajusta igual a la danza que al bolero, es una de las melodías con mayor número de versiones durante el último medio siglo, interpretada por las más grandes vo­ces: Julio Iglesias, Lola Beltrán, Rocío Dúrcal, Ricardo Monta­ner, Dyango, José Feliciano y Luis Miguel, por citar algunos.

En 1980, “Ferrusquilla” recibe en Culiacán un gran home­naje del gobierno del Estado encabezado por el gobernador Alfonso G. Calderón. A partir de entonces, afortunadamente para los sinaloenses, don José Ángel maduró la idea de regre­sarse a vivir a su tierra, radicándose en Mazatlán. El retorno a sus raíces le vigorizó el ánimo, golpeado por el tráfago capita­lino. En los días de su homenaje, en Aguacaliente de Gárate, yo tuve la oportunidad de mostrarle mis primeras canciones a los municipios del Estado, recibiendo de él sabios consejos.

Tengo para mí que entre los aciertos de El Colegio de Sina­loa, está el contar como miembro colegiado a don José Ángel Espinoza Aragón, no únicamente por su propio prestigio na­cional como artista, sino porque ello le ha permitido prolon­gar una existencia plena entre los suyos, sirviéndoles con su prodigiosa vitalidad.

Aunque desde antes de la creación de El Colegio de Sina­loa, el maestro “Ferrusquilla” ya había hecho gala de su inspi­ración para componer temas al terruño, como sus corridos a la Comisión del Río Fuerte, en uno de sus aniversarios, y a Choix, denotando éste que corresponde a una época más juvenil, el calor que le brindó El Colegio y su reencuentro con su gente, lo llevó a escribir “En Sinaloa nací”, que grabó, junto con “Ma­zatlán, camino de luz”, con la Banda El Recodo, de don Cruz Lizárraga. Posteriormente, compuso un bolero a Culiacán y sus corridos a Pericos, Guasave y Mocorito. La inspirada letra dedicada al extraordinario municipio cuna de los Buelna y de Agustina Ramírez, me la proporcionó, de manera manuscrita, el propio don José Ángel, gesto que lo distingue y agradezco y que, estoy seguro, valorarán los mocoritenses:

Siento bonito al cantar//de Culiacán a un ladito//en homenaje a un lugar//que se llama Mocorito.//El nom­bre quiere decir//“donde cantó el tecolote”//porque en lugar de dormir//vive alerta día y noche.//Allí nació un General//que es de verdad un tesoro,//joven, valiente y leal://le llaman “Granito de Oro”.//En Mocorito brilló// por su talento la gente//por eso se le llamó//”Atenas del Occidente”.//Eustaquio Buelna fundó//lo que es la UAS hoy en día//mientras Enrique, el doctor//allí empezó su poesía.//Doña Agustina mostró//gran patriotismo y criterio//y a su familia ofrendó//pa’ combatir al Imperio.// En el terreno industrial//surge un producto exquisito//de fama internacional://el queso de Mocorito.//Allí nació un General//que es de verdad un tesoro://joven, valiente y leal,//le llaman “Granito de Oro”.

Al cantarse, se repiten los dos primeros versos de to­das las estrofas.

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